[Publicamos aquí la tesis de licenciatura de Héctor Rubén Expósito, de reciente culminación, dirigida por el profesor Juan Manuel Nuñez, en el marco de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Rosario.
Creemos que es de utilidad por el contenido propio establecido por el autor y, por supuesto, por el debate que ayuda a continuar.]
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Introducción
El presente trabajo se inserta en el campo de la historia política de Argentina, de mediados del siglo XX, específicamente en la violencia política de esa etapa de nuestro país. El objetivo principal de esta tesina es analizar una publicación periodística de esta ciudad (Diario “La Tribuna”) para ver como presentó a sus lectores el accionar de las organizaciones de lucha armada, entre los años 1969 y 1973. El corpus documental de la investigación está compuesto por las noticias que van surgiendo cronológicamente y por las editoriales del diario mencionado. Asimismo, implica hacer una reconstrucción histórica de acontecimientos.
La periodización elegida se explica porque en ese lapso de tiempo aparecen en escena las principales organizaciones de lucha armada que van a dominar el espectro político por varios años. Ellas fueron, por orden de aparición: “FUERZAS ARMADAS PERONISTAS”-(FAP)-; “MONTONEROS”; “FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS” (FAR); “FUERZAS ARGENTINAS DE LIBERACION” (FAL) y “EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO”-(ERP).
Hacia 1969, nuestro país atravesaba por una experiencia política de gobierno, conocida como “Revolución Argentina”. Este proceso había comenzado con el derrocamiento del presidente Dr. Arturo Illia, el 28 de junio de 1966. A diferencia de los golpes de Estado anteriores, este fue innovador en cuanto no se fijó plazos sino objetivos. Se pensaban tres etapas sucesivas: económica, social y política. La mirada era de largo plazo, incluso en cuarenta y tres años, según lo expresara el Gral. Onganía. El nuevo gobierno militar pensaba que el sistema constitucional basado en partidos políticos y con elecciones cada dos años, podía ser efectivo en otros lugares, pero no aquí. Por ello dispuso la disolución de todos los partidos políticos; el cierre del Congreso Nacional; la remoción de los jueces de la Corte Suprema de Justicia; la intervención en todas las provincias y en las Universidades; una fuerte censura en los medios de comunicación y la cancelación de cualquier posibilidad de expresión del disenso. En pocas palabras, concentro en sus manos la totalidad del poder del Estado. Recién en marzo de 1967 tuvo su primer plan de acción económico, preparado por el segundo ministro de Economía, Dr. Adalbert Krieger Vasena. Este nuevo gobierno atravesó sin mayores inconvenientes los años 67 y 68, pero en el otoño de 1969, de manera inesperada, según se desprende de las noticias consultadas, una sucesión de insurrecciones populares de trabajadores y estudiantes, a lo largo del país, siendo más recordado el denominado “Cordobazo”, puso fin a las ilusiones de Onganía y sus seguidores. Las tres etapas quedaron en el olvido y los momentos social y político se adelantaron bruscamente. En el otoño siguiente, de 1970, el secuestro y muerte del Gral. Aramburu fue la gota que derramó el vaso, en una situación de extrema tirantez entre el presidente y los jefes militares. Tras un intervalo de nueve meses- (presidencia de Roberto M. Levingston)- la Junta de Comandantes designó a uno de sus miembros, Gral. Alejandro A. Lanusse, para el cargo de presidente, con el mandato de llevar adelante una salida institucional, mediante la convocatoria a elecciones generales. Por su parte, 1973 es el año del cierre de un período y del nacimiento de uno nuevo. El 11 de marzo se llevaron a cabo las elecciones generales, con la participación del partido peronista, hasta entonces proscripto. La llegada al poder de un gobierno con amplio respaldo electoral (49% de los votos), puso a las organizaciones de lucha armada ante una disyuntiva, un punto de crisis: integrarse en el nuevo proceso democrático y debatir en un marco parlamentario, o proseguir con la violencia de las armas en procura de sus objetivos.
Las organizaciones de lucha armada tenían en común la consideración de “enemigo” respecto del gobierno militar, calificado acertadamente de “Dictadura”. Veían, en cada una de sus intervenciones autoritarias, una defensa de intereses imperialistas.
Todas creían que la violencia era la única alternativa metodológica dado el fracaso del modelo republicano y democrático.
Algunas tenían como objetivo político principal el retorno de Perón a la Argentina y el levantamiento de la proscripción que pesaba sobre el partido peronista. Otras, inspiradas principalmente en la Revolución Cubana, tenían objetivos directamente revolucionarios: la transformación de la sociedad hacia un modelo comunista.
Si bien la investigación está centrada en las noticias y editoriales referidas a las organizaciones armadas, he creído necesario incorporar las noticias relevantes del gobierno de turno y sus respuestas represivas, así como las de otro actor político de la época, que por su gravitación era imposible de ignorar: me refiero a Juan Domingo Perón. Por razones teórico-metodológicas, el trabajo empieza con un capítulo dedicado a conceptualizar la violencia política, y a continuación un breve recorrido de nuestra historia, siglos XIX y XX, para mostrar como los líderes políticos fueron incapaces de aplicar un modelo de convivencia parlamentario. A modo de contextualización, presento un capítulo que muestra la problemática política argentina en la década del 60. Al ir mencionando a las organizaciones armadas, conforme van apareciendo en las noticias, he incluido una descripción del posicionamiento ideológico de cada una de ellas, para una mejor comprensión del fenómeno estudiado.
El diario elegido como objeto de estudio y fuente de noticias, tuvo una extensa actividad periodística en nuestra ciudad y zonas de influencia. Seguía al diario “La Capital” en orden al tiraje de ejemplares y ocupación de espacios publicitarios. La historia del medio mencionado tiene dos etapas bien diferenciadas: la primera entre octubre de 1928 y 1949; la segunda desde marzo de 1950 hasta diciembre de 1982. En su primera etapa el nombre del diario era “Tribuna”. Su primer número se editó el 12 de octubre de 1928, cuando Hipólito Irigoyen asumía su segundo y último mandato presidencial. “Tribuna” constituía el órgano de difusión del pensamiento político del Partido Demócrata Progresista. Su existencia se debió a dirigentes liderados por Dr. Enzo Bordabehere, a quien acompañaron Mario Antelo y Vicente Pomponio. Enzo Bordabehere fue su director hasta su muerte en el Senado de la Nación, en 1935. Si bien tenía una clara orientación ideológica, sus fundadores insistieron en dejar aclarado que el diario mantenía su independencia de las autoridades partidarias. Llevaba como subtítulo una frase escrita por Lisandro de la Torre: “Los que saben a dónde se dirigen y van marchando por el por el camino recto, no lo recorren solos durante mucho tiempo”. De acuerdo con sus editoriales, “Tribuna” defendía la libertad de expresión, el respeto a las instituciones republicanas y a la democracia como forma política de convivencia. Fue explícitamente anti-fascista, brindando amplio espacio para la difusión de los problemas locales y regionales. La llegada de la revolución del 4 de junio de 1943 y, más tarde, del peronismo al poder, con una fuerte censura y control de los medios de comunicación opositores, que como en el caso de “Tribuna” ejercían una dura crítica, censura ejercida mediante la asignación de cuotas de papel para imprimir- importado-, complicó seriamente las posibilidades de mantener la empresa editorial. El diario estuvo clausurado desde enero a agosto de 1949. Al volver a editarse, la limitación a seis u ocho páginas, determinó su cierre. El último número de la primera época, esta conservado en la Biblioteca del Museo Dr. Julio Marc, del 30 de diciembre de 1949 (1).
El diario reaparece el 29 de marzo de 1950, con un cambio en el nombre y en la composición de la empresa editorial. Ahora se renombró “La Tribuna”, y todo el personal formó una cooperativa que sustentaba el proyecto periodístico. Acorde con los tiempos de reformas sociales tiene un nuevo subtítulo: “Los que trabajan en este diario participan del 50% de sus utilidades”. El equipo no ha cambiado demasiado, y están bajo la dirección de Virgilio Albanese, que provenía de la redacción de “Tribuna”. La editorial habla claramente de “reaparición”, destacando que la publicación “no tiene compromisos con gobiernos, partidos, ni defiende otros intereses que no sean los de informar verás y exactamente”. La veracidad y exactitud de las noticias será el norte que ha de guiar a la publicación, con esta frase: “Nadie debe escribir como periodista lo que no podrá repetir como caballero”. Sostendrán el valor de la democracia, pero se apartan de ideas liberales abstractas que no reflejen el progreso de las mayorías. Se definen a sí mismos: “Somos demócratas, libres, progresistas y no tememos el avance de concepciones económicas y sociales que hagan más llevadero el vivir”. Destacan ser una cooperativa de trabajo y que el periodismo es un elemento esencial dentro de un sistema republicano-democrático (2).
La historia del diario “Tribuna” se hizo en base al Catálogo Colectivo-Historial- Hemeroteca de la Biblioteca Dr. Juan Álvarez, de Rosario, más la editorial del 11 de octubre de 1940, así como diversos documentos no clasificados de la Biblioteca del Partido Demócrata Progresista.
Editorial del diario “La Tribuna”, del 29 de marzo de 1950. Año 1. Nro. 1.
¿Que entendemos por “violencia política”?
Como ya lo dije precedentemente, el propósito principal de esta tesina es investigar cómo y de qué manera un medio periodístico de Rosario (1) presentó ante sus lectores el accionar de las organizaciones armadas, en los años que van desde 1969 a 1973, y dado que este objeto de estudio queda comprendido dentro del espacio de la “violencia política”, debo por necesidades metodológicas definir que entendemos o podemos entender por tal concepto. Por ello me pareció útil partir de un trabajo de una autora colombiana quien en época reciente dedicó su esfuerzo para conceptualizar la violencia en general y la política en particular. La bibliografía y los autores/as consultados coinciden en que la violencia política, en su aspecto más general, se da en el marco jurídico del Estado, de tal forma que ambas nociones son dos caras de la misma moneda. Aceptada pues la estatalidad como punto de partida me pareció conveniente contraponer los enfoques teóricos de Weber y los de Marx y Engels, para luego hacer un muestreo de las diversas formas de la violencia política moderna y sus características.
En su investigación de doctorado (2), llega a la siguiente conclusión: no existe una teoría capaz de explicar todas las formas de violencia, incluyendo por supuesto a la violencia política. Señala la autora que cuando de violencia política se trata, todos los autores se remiten al Estado y discriminan violencia “legítima” e “ilegítima”. La violencia hunde sus raíces en la cultura y ha estado siempre presente en la vida social, referenciando a intelectuales tales como Jean Claude Chenais y Alain Pessin. De este último rescata una idea que me parece sumamente interesante: de la violencia nos ocupamos cuando se desborda, cuando se vuelve un problema, cuando está mal negociada, mal tomada a cargo dentro del ejercicio corriente de la vida social. (Pensemos por ejemplo, en la violencia cotidiana que campea desde hace años en Rosario.). Jean Marie Domenach, citado por la autora, distingue tres aspectos de la violencia, a saber: el psicológico; el moral y el político. De este último dice que el uso de la fuerza está destinado a la conquista del poder o a desviarlo. Ahora bien, Blair Trujillo define: “es el conjunto de fuerzas donde el poder esta mediado por las armas y cuyo fin último es la destrucción del adversario” (3). Creo que al aludir al “poder”, tanto Domenach como la Dra. Blair están hablando del “Estado”, es decir “estructura de poder”. De nuevo tenemos entonces estos dos conceptos vinculados entre sí: Estado/violencia política.
Desde la aparición de la “estatalidad”, que es una de las consecuencias de la “Revolución Neolítica” (4), todas las comunidades humanas en sus procesos de organización, han enfrentado el siguiente problema: quien y como manda y quienes obedecen. En otras palabras ¿cuál es el proceso interno de toma de decisiones? Porque una cosa estaba clara: no todos pueden mandar, caso contrario la comunidad cae en un estado de anarquía y la misma comunidad es inviable. Entonces las organizaciones humanas al comienzo de la estatalidad tenían que resolver el grave problema de la violencia interior.
El modelo de la democracia ateniense es una referencia teórica útil a la hora de ir desarrollando la problemática en estudio. Pasando por la etapas de legisladores descollantes-(Dracón; Solón; Pisistrato, el tirano; Clístenes y, finalmente, Pericles) vemos un modelo histórico que muestra como el conflicto interno en una comunidad política va evolucionando hasta encontrar un modo, una forma de solución pacífica, que se conoce con el nombre de “Democracia”. (5).
El precedente citado me sirve para sostener la siguiente hipótesis, a saber: la violencia política es el resultado de la ausencia de pactos o acuerdos consensuados para la resolución pacífica de los conflictos internos de una comunidad. En Thomas Hobbes eso se llama “Estado de naturaleza” (6).
En un sentido parecido el Dr. Marco Iazzetta nos dice que la violencia, en sus múltiples aspectos, es un fenómeno por demás complejo. A veces condenada, en otros momentos justificada, se presenta como una lucha entre actores con intereses divergentes. El proceso de civilización es el esfuerzo de las comunidades humanas para resolver el conflicto interno. (7).
Ahora bien, la violencia política ha sido conceptualizada desde diversos puntos de vista. Si el problema empieza con la estatalidad, no es posible ignorar el otro objeto cultural que deriva del Estado: me refiero al Derecho o más precisamente a la ley. La ley es “la regla social obligatoria, establecida por la autoridad pública”. (8). El elemento de la “coerción” está implícito en la definición de la ley: “Las leyes son obligatorias para todos los que habitan el territorio de la República, sean ciudadanos o extranjeros, domiciliados o transeúntes” (9). La ley civil vigente hoy en Argentina, mantiene la misma disposición. (10). Y es aquí donde encaja la definición de Weber: “Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (elemento distintivo) reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima”. (11). Desde un lugar ideológico completamente distinto Trotsky dijo: “Todo Estado es violento”. (12). Entonces si hay una violencia “legítima”, definida por la ley del Estado, quiere decir que también hay una violencia “ilegitima”, es decir la que puede eventualmente ejercer cualquier persona o grupo de personas que forman parte del Estado o no, orientada con fines políticos. - (De tal forma excluimos toda otra manifestación de violencia, ej. La violencia del delito común). Es una distinción formal, desde ya, pero pensemos: cuando Lenin, Trotsky, Stalin y demás dirigentes bolcheviques luchaban contra el gobierno del Zar, o contra el Gobierno provisional, ejercían una violencia ilegitima, es decir delictiva. Pero luego del golpe de Estado de 1917, -( que es el comienzo de una “revolución”)- cuando estos mismos dirigentes detentan el poder ahora son ellos los “violentos legales”, y los opositores los ilegales. Esta bivalencia de la violencia también la señala Iazzetta, para quien es violencia la conducta del adversario. La violencia propia es coerción y orden. (13).
Para Marx y Engels la violencia política interna de una comunidad, adopta la forma de “lucha de clases”. “El régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad- una vez disuelto el primitivo régimen de comunidad del suelo- es una historia de lucha de clases, de luchas de clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas….”(14). A Marx y a Engels poco les importa lo que pueda decir la ley sobre la violencia política (legítima o ilegítima). Ellos miran al interior de la comunidad para ver como produce y como distribuye la riqueza. Quien vive de la propiedad y quien vive de su trabajo. Y encuentran allí un conflicto permanente, histórico, que se remonta al pasado y que esencialmente es el mismo, cualquiera sea el nombre que reciban las clases sociales enfrentadas (ciudadanos y esclavos; patricios y plebeyos; señores feudales y campesinos, burguesía y proletariado).
Ahora bien, Marx y Engels sostienen que la clase dominante y explotadora dentro de la sociedad civil, es la que controla el aparato de coerción y represión que es el Estado mismo. Lo dicen así: “ ….implantada la gran industria y abiertos los cauces del mercado mundial, se conquista la hegemonía política y se crea el moderno Estado representativo. Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” (15). El Estado no es otra cosa que un instrumento de dominación, coercitivo, disciplinario, que asegura la “paz social”, el orden, en suma.
Pero, así como hay una clase social dominante en la sociedad civil y que controla el aparato de coerción y represión del Estado, hay una reacción violenta de la clase sojuzgada orientada a su liberación. “El proletariado recorre diversas etapas antes de fortificarse y consolidarse. Pero su lucha contra la burguesía data del instante mismo de su existencia” (16). Pero lo importante a destacar es lo siguiente: la violencia política con que el proletariado responde a la violencia de la burguesía ahora se llama “Revolución”. A esa Revolución se llega a través de una “guerra civil”, acaso la máxima instancia de la violencia política en una comunidad. Marx y Engels lo dicen con claridad meridiana: “Al esbozar, en líneas muy generales, las diferentes fases de desarrollo del proletariado, hemos seguido las incidencias de la guerra civil más o menos embozada que se plantea en el seno de la sociedad vigente hasta el momento en que esta guerra civil desencadena una revolución abierta y franca, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, echa las bases de su poder” (17).
De lo que antecede me parece que se puede extraer una conclusión: la violencia política es una forma o modalidad que persigue un claro objetivo: la toma del poder del Estado-(siempre coercitivo)- para desde allí implementar un cambio en la condiciones políticas, sociales y/o materiales de la comunidad. Es decir, la comunidad no ha sido capaz de resolver, mediante acuerdos, los conflictos internos, que para Marx y Engels son esencialmente materiales. Ahora bien, el acceso al poder del Estado, con fines revolucionarios, no sólo es posible con el modo violento. Tengamos presente, como ejemplo, el caso de la “Unidad Popular”, en Chile, en 1970, que logró el triunfo electoral y la consagración como presidente del Dr. Salvador Allende.
La violencia política adopta diversos nombres, así por ej.: Rebelión. Un punto de partida es el siguiente: “Acción y efecto de rebelarse. 2. Der. Delito de naturaleza política que cometen quienes se levantan en armas o incitan a ello, contra un régimen establecido.”(18). En general se la concibe como un acto típico de resistencia a la autoridad cuando existe “obediencia debida”, y en Argentina está tipificado como delito “contra los poderes públicos y el orden constitucional”, art. 226 del Código Penal Argentino. (19). El objetivo de una “Rebelión” es el derrocamiento de la autoridad legítimamente constituida, o lograr de ella determinadas concesiones. (20). Son sinónimos de Rebelión: sublevación, asonada, motín, todos términos militares. Aquí vemos claramente las enseñanzas de Weber, ya comentadas. Hay una estructura de poder y un monopolio de la fuerza legítima, contra el que se alzan grupos de personas que están encuadrados en la estructura de poder-Ejército, por ej.-, o simples civiles. La experiencia histórica en Argentina, vista a través de los “golpes de Estado”, demuestra que el sector militar sublevado contó siempre con laadhesión de sectores civiles que públicamente expresaron su apoyo, y al rebelarse ejercieron la violencia “ilegitima” o delictiva.
¿Qué pasa cuando la Rebelión es exitosa? Pues bien, cambia de nombre y se llama “Revolución”.-a veces en el sentido “marxiano” del término, en otras, no-. Ejemplos de ello son: La icónica Revolución Francesa ,1789; las guerras de la independencia; la Revolución bolchevique de 1917 en Rusia; la Revolución Comunista en China, 1949; la Revolución Cubana, de 1959; la Revolución Islámica en Irán, 1979 (de contenido marcadamente religioso); la Revolución Nicaragüense.
En la Historia Argentina del siglo XX, registramos los siguientes casos de “Rebeliones” que se convirtieron en “Revoluciones” por ser exitosas; 6 de Setiembre de 1930 (Derrocamiento del gobierno de Hipólito Irigoyen); 16 de Setiembre de 1955 (Derrocamiento del gobierno de Juan D. Perón); 28 de junio de 1966 (Derrocamiento del gobierno de Arturo H. Illia) y 24 de marzo de 1976 (Derrocamiento del gobierno de María E. Martínez Vda. de Perón). El derrocamiento del presidente Arturo Frondizi, del 29/30 de marzo de 1962, es una excepción: no se le llamo “Revolución”. (21). Debo aclarar, por lo que sigue a continuación, que el “éxito” de un golpe de Estado tiene dos momentos: el primero, con el derrocamiento del gobierno que ostenta el poder; y el segundo, en la forma en que se resuelve al final el golpe en cuestión. Esto lo vemos claramente en el “Golpe de Estado” del 4 de junio 1943, que derrocó al gobierno del presidente Ramón Castillo. Es a mi juicio el único golpe exitoso en su desenvolvimiento, pues se resuelve con un llamado a elecciones generales (24 febrero 1946) que consagra como nuevo presidente constitucional a uno de los protagonistas más notorios del golpe del 43. Los demás “Golpes” terminaron en un fracaso. (22).
Una distinción que hay que hacer es esta: si el poder del Estado no es “legítimo”, caso típico el gobierno de “facto”, de una Dictadura, el alzamiento contra su autoridad ya no sería “Rebelión”, sino un acto de “resistencia” al poder ilegal. Cuba, Irán y Nicaragua serían los ejemplos. En Argentina, el caso típico de “resistencia” es la “resistencia peronista”. Fue un movimiento inorgánico en el que participaron sindicalistas, juventud, estudiantes, organizaciones de lucha armada, religiosos, todos con dos objetivos primordiales: el regreso de Perón a la Argentina y la legalización del partido peronista. Ambos objetivos se alcanzan en 1973.
Otra de las formas que adopta la violencia política es la llamada “guerra civil”. El conflicto es interno dentro de una comunidad estatal, con un involucramiento mayoritario de la población, con alto grado de polarización, con reparto del control territorial, acompañado de reclutamiento forzoso de los habitantes. La guerra civil implica que la soberanía del Estado queda escindida, y una evidente deslegitimación del Estado central ante los ojos de la comunidad internacional de Estados- Naciones. Tal como lo he señalado en párrafos precedentes, Marx y Engels pre-anuncian una guerra civil como forma de alcanzar el triunfo de la revolución proletaria. (23). Cuando de guerra civil se trata, en general se citan como antecedentes y ejemplos de la cuestión: Guerra civil norteamericana (1861/65), y guerra civil española (1936/39). La causa de la norteamericana fue el proyecto del presidente Lincoln de abolir la esclavitud, que era el modo de producción de los Estados del sur, algodoneros, que se separaron de la Unión Federal e intentaron constituir un estado soberano e independiente. La española empezó como un intento de “golpe de estado” de un sector del Ejército, que al verse frustrado se convirtió en un conflicto de larga duración. Los sublevados, llamados “nacionales”, buscaban derrocar a un gobierno constitucional, calificado por ellos como “comunistas”. Se puede decir que en la norteamericana hay un elemento “económico” preponderante, mientras que en la española es decididamente un elemento político.
Tras la disolución de la federación yugoslava, en 1991, se desató una guerra interna con predominancia de componentes nacionalistas, étnicos- religiosos que afectó a serbios, croatas, bosnios, eslovenos, montenegrinos y albaneses, que concluyó recién para el 2001, con el reconocimiento de varios estados soberanos e independientes. (24).
Pero si de “guerra civil” hablamos, cabe preguntarse: La violencia política de los años 60 y 70 del siglo pasado, en Argentina, ¿fue una guerra civil? Uno de los actores políticos más importantes desde 1945 y hasta su muerte en 1974, dijo puntualmente: “Conozco perfectamente lo que está ocurriendo en el país. Los que crean lo contrario, se equivocan. Estamos viviendo las consecuencias de una post-guerra civil que, aunque desarrollada embozadamente, no por eso ha dejado de existir”. (25). Pero esa no fue la única declaración de Perón en orden a la violencia política. Hubo otra muy rica en conceptos vinculados a este tema. El 22 de enero de 1974, en la residencia presidencial de Olivos, Perón por entonces presidente, recibió a un grupo de diputados peronistas enrolados en la “Tendencia”, es decir que respondían a la organización armada “Montoneros”. Los diputados tenían algunos “reparos” al proyecto del Ejecutivo para reformar el Código Penal, que volvía a tipificar delitos de la época dictatorial de Ongania, derogados por el Congreso a partir del 25 de mayo de 1973. El problema concreto era el concepto de “Asociación ilícita”. En el intercambio de opiniones entre Perón y los diputados, queda en claro: 1) Durante la dictadura de Ongania el accionar de los grupos de lucha armada quedaba justificado por este argumento: la violencia de arriba engendra la violencia de abajo. En otras palabras, frente a un gobierno que accedió al poder por la violencia de un golpe de Estado, quedaba justificada la violencia de los que se “resisten” a dicho gobierno.
Cuando el poder está en manos de un gobierno constitucional, la violencia de los grupos de lucha armada es lisa y llanamente un “delito” (“Un crimen es un crimen cualquiera sea el móvil que lo provoca”). 3) Un gobierno constitucional tiene el “deber” de reprimir a los grupos de lucha armada. (“la debilidad nuestra será la que produzca la propia desgracia del país”). 4) Un gobierno constitucional esta “obligado” a reprimir con la ley. (“Porque nosotros, desgraciadamente, tenemos que actuar dentro de la ley”). 5) Y si el Congreso no le da al Ejecutivo la ley represiva necesaria, la represión se hará de todos modos. (“Si no tenemos la ley, el camino será otro; y les aseguro que, puestos a enfrentar la violencia con la violencia, nosotros tenemos más medios posibles para aplastarla, y lo haremos a cualquier precio”). (26).
La otra faceta de la violencia política en una comunidad está representada por las organizaciones de lucha armada, también llamadas “organizaciones guerrilleras”, “terroristas”. El calificativo de “guerrilleras” es una referencia a un modo de lucha armada cuyo ejemplo esta dado en América Latina por la Revolución cubana. El mote de “terroristas” proviene de las tácticas de lucha de organizaciones que procuraban hacer cesar un status colonial, y obtener la independencia. Así por Ejemplo la Alianza Libertadora Nacionalista de Argelia. El terrorismo es una referencia a esta última forma de violencia. Los casos más conocidos fueron: “Euskadi Ta Askatasuna” (ETA), su objetivo era la independencia del País Vasco y la implantación de un modelo socialista-revolucionario. “Real Irish Republican Army” (IRA), cuyo objetivo político era la unificación total de Irlanda, mediante la incorporación del enclave del norte, que estaba (está) bajo jurisdicción británica. “Brigate Rosse” (Brigadas Rojas), grupo de lucha armada italiano de pensamiento marxista-leninista, que pretendía direccionar al proletariado italiano a posturas comunistas.” Rote Armee Fraktion” (Fracción del Ejército Rojo), también llamada “Banda Baader –Meinhoff” (nombre de sus principales fundadores), que actuaron en la República Federal de Alemania, con pensamiento marxista revolucionario. En Sud-América podemos citar: “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia” (FARC), de pensamiento de extrema izquierda revolucionaria. En Uruguay tuvimos al “Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros”, y en Chile al “Movimiento de Izquierda Revolucionario” (MIR), ambos de pensamiento revolucionario marxista, pero Tupamaros actuaban como guerrilla urbana, mientas que el MIR adhería más a la lucha en el espacio rural, siguiendo las enseñanzas de Ernesto Guevara.
Estas organizaciones de lucha armada entran dentro del esquema de Walter Benjamin. En efecto, Benjamin señala que hay una violencia institucionalizada, de arriba, y una violencia anti-institucional, de abajo, cuyas herramientas son la huelga general, las movilizaciones masivas, la guerra civil, etc. La institucional custodia un “modelo”, la otra va en contra de la autoridad. (27). Es una postura que va en la dirección de Weber y de Marx-Engels.
Con el bagaje de conocimientos que he reseñado “supra”, me permito sostener: En la Argentina de las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, no fue posible encontrar el acuerdo democrático unánime o cuasi-unánime, de forma tal que los partidos políticos con representación parlamentaria pudieran alcanzar los pactos de convivencia pacífica. Este es mi marco de referencia teórico.
De los grupos u organizaciones de lucha armada en Argentina me ocuparé a lo largo del presente trabajo.
(1) Diario “La Tribuna”.
(2) Blair Trujillo, E. “Aproximación teórica al concepto de violencia: avatares de una definición.”.PDF on line. 2009. (Docente-investigadora del Instituto de Estudios Regionales, INER, Universidad de Antioquía, Medellín, Colombia).
(3) Blair Trujillo, E. op. Cit.
(4). El concepto “Revolución Neolítica” se le debemos al arqueólogo australiano Vere Gordon Childe- (1892-1957). Véase también: Kramer, Samuel N. “La historia empieza en Sumer”. Hyspamerica. 1985.
(5) Para la democracia ateniense consulte: Cohen, Robert. “Atenas, una democracia”. Biblioteca de Ciencias Sociales. Hyspamérica.
(6). Hobbes, Thomas. “Leviatán” Ed. Libertador. Capítulo 13, en adelante.
(7). Iazzetta, M. “Los sentidos de la violencia en el discurso y en la práctica de la organización PRT-ERP durante los años 1970-1976 en Argentina”. Tesis de Doctorado. Fac. Ciencia Política y Rel. Int. UNR.2014.
(8) Belluscio, A y Zannoni, E. “Código Civil y Leyes complementarias. Ed. Astrea. 1985, T 1.
(9). Belluscio, A y Zannoni, E. op. Cit.
(10) Código Civil y Comercial de la Nación”, art. 4. Ed. Juris. 2015.
(11) Weber, M.K.E. “La política como vocación”. Conferencia de Múnich, 1919.
(12) Bronstein, L.D. (Trotsky). 1879/1940, citado por Weber. (13).
(13) Iazzetta, M. op.cit.
(14) Marx, K y Engels, F. “El Manifiesto Comunista”. II Prólogo de Engels a la edición alemana de 1883. Ed. Prometeo. 2006.
(15) Marx, K y Engels, F. op. Cit. Pág. 29 de la edición consultada.
(16). Marx, K y Engels, F. op. Cit. Pág. 35.
(17) Marx, K y Engels, F. op. Cit. Pág.38.
(18) “El Pequeño Laruousse Ilustrado”. Diccionario Enciclopédico. 2010.
(19) Breglia Arias, O y Gauna, O.R. “Código Penal y leyes complementarias”. Comentado. Ed. Astrea. 1987.
(20) Levantamiento “carapintada” de Semana Santa, 1987. Buscaba eximir de responsabilidad en casos de violación a los DDHH, a todos los oficiales de las FF.AA. del grado de Coronel o equivalentes para abajo, que habrían actuado en función del principio de “Obediencia Debida”.( Art. 34 inc. 5) Código Penal).
(21) El militar que encabeza el golpe de Estado, Gral. Raúl Poggi no asume como presidente. Se le adelanta José M. Guido, vicepresidente del Senado de la Nación, que jura el cargo ante la Corte Suprema de Justicia.
(22) “Golpe de Estado” es, a juicio del suscrito, sinónimo de “Rebelión exitosa”.
(23) En lo referido a “Guerra Civil” consulté: Revista de Estudios Sociales, nro. 15, año 2003. Universidad de los Andes, Colombia, versión “on line”.
(24) Eslovenia; Croacia; Bosnia-Herzegovina; Serbia, Montenegro y Macedonia.
(25). Mensaje de Juan D. Perón, del 21 de junio de 1973, trasmitido por radio y televisión. Compilación de la Secretaria de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación. Ed. Códex. 1975.
(26). La versión textual del diálogo entre Perón y sus diputados, puede verse en Yofre, J.B. “Los informes secretos sobre Montoneros y el ERP que tenía Perón cuando enfrento a los diputados de la JP”. Infobae, 22 de enero 2022.
(27). Iazzetta, M. op. Cit.
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