lunes, 29 de septiembre de 2025

"Chimamanda Ngozi Adichie. La potente voz de una escritora afroamericana, entre cambios y migraciones", por Claudia Miriam Correa*

 *Claudia Correa es profesora de historia, graduada en la UBA y docente del nivel medio y superior así como de la Universidad Arturo Jauretche. Se ha especializado en los últimos años en los estudios de género de las mujeres africanas y afrodescendientes.

 “Para este país

  traje

  el  color de mi piel

  mi  pelo rizado

  mi  idioma materno

  mis comidas favoritas

  en la memoria de mi lengua”

  Para este país, Lubi Prates


Introducción

Este escrito fue elaborado para ser presentado en las XVIII Jornadas Inter Escuelas de Historia realizadas en Santiago del Estero en el año 2022. En particular me resultó importante el hecho de poder reivindicar lo afrodescendiente desde una perspectiva que vincula el género con la raza y la clase social. Nada más grato que hacerlo de la mano de la vasta obra literaria de Chimamanda Ngozi Adichie. Una joven escritora nigeriana nacida en 1977 en Enugu, Nigeria, en el seno de una familia de la etnia igbo, hija de padres universitarios. Sus progenitores fueron Grace Ifeoma y James Nwoye Adichie. Ella en 1996 obtuvo una beca para estudiar Comunicación y migró a Estados Unidos a estudiar en la Universidad de Drexel. Allí experimentó en carne propia la diáspora. Incluso como lo indica en “El peligro de la historia única” (2009), es allí donde se define como africana. Ella había crecido como una lectora precoz en un campus universitario del este de Nigeria, Nsukka, recorriendo historias cuyos protagonistas eran extranjeros, norteamericanos y británicos, blancos y de ojos azules. Es decir que estuvo siempre cruzada por una visión eurocéntrica. El idioma oficial de Nigeria era el inglés. Adichie manifestó que la historia única de África provino de la literatura occidental. En 1561 el navegante londinense John Lok llega a África Occidental y describió a los africanos negros como “bestias sin hogar”. Y a partir de allí se cimentó una tradición del África subsahariana como un lugar de oscuridades, de diferencias y limitaciones. Ella le puso un nombre proveniente de la lengua materna, igbo, nkali a esa visión del relato único: “ser más grande que otro”. Todo se define en una historia que sigue ese principio del nkali, o sea según el modo en que se cuenta, quién la cuenta, en qué momento lo hace y cuántos la cuentan, entre otros puntos. Son las estructuras subyacentes del poder las que generan la mirada, según en qué extremo nos colocamos si en el de las clases o pueblos dominantes o en el de las clases o poblaciones dominadas. Pero gracias a escritores africanos como Chinua Achebe y Camara Laye su percepción del otro en la literatura cambió y pudo encontrarse con personajes como ella, de piel negra, en espacios similares al suyo.

     Asimismo me siento profundamente emocionada por haber realizado el Taller de Lectura Afro, coordinado por Luciana De Mello, periodista cultural de Página 12, durante octubre y diciembre de 2021, ya que gracias a este hermoso espacio pude conocer abundante y novedosa bibliografía sobre esta temática que utilicé para enriquecer la trama de esta investigación y también mis clases de Historia en los segundos años de secundaria, que abordan la Modernidad. Gracias a ella he conocido a autoras afrodescendientes como Lubi Prates, brasileña, cuyo libro de poemas “Un cuerpo negro” me pareció muy relevante para esta ponencia porque recoge las experiencias de desarraigo de aquellas mujeres que tienen que migrar. Poniendo gran énfasis en el pasado esclavista.

     Por otro lado, me parece importante entender a África como un vasto, diverso y potente continente y no como un “país”, de forma reduccionista, porque ello nos ayuda a ahondar en la complejidad de sus realidades y a visibilizar la riqueza de sus contradicciones. Reconociendo la dinámica de estas sociedades y sacándolas del lugar del prejuicio, el estereotipo y el inmovilismo. Especialmente nos  ayuda a comprender el contexto histórico que pone de relieve problemáticas tales como la esclavitud, el racismo, la misoginia y el colonialismo. El mismo contexto que le pone el nombre de civilización  a lo hegemónico, y que degrada lo autóctono como barbarie. Chimamanda Ngozi Adichie destaca en sus intensos protagonismos femeninos las resistencias frente a estas estructuras desiguales que producen aquellas problemáticas. Ifemelu en “Americanh” e Ifeoma en “La flor púrpura” son claros ejemplos de ello. Además en ambos personajes, mujeres negras, encontramos la potencia de la palabra, la fuerza de la acción, la certeza de la diáspora y la imposición de una migración que visibiliza estas situaciones. Y sobre todo muestra que siguen siendo actuales, el racismo, la misoginia y el colonialismo, más allá de los principios liberales que se enarbolen en las metrópolis como Estados Unidos o Gran Bretaña. 

    Tomaremos en este escrito los planteos teóricos que trabajan desde una perspectiva no eurocéntrica. Primeramente al filósofo camerunés Achille Mbembe plantea, en su libro “Necropolítica”, que “el capitalismo racial es el equivalente a una vasta necrópolis que descansa en el tráfico de muertos y de osamentas humanas”, algo que sucede bajo un neoliberalismo que, fusionado por primera vez con el animismo, captura, devasta y saquea un mundo cuyo drama ya no reside en una multitud explotada, sino en su expulsión del sistema y su conversión en humanidad superflua y prescindible para las necesidades del capital. Luego, a Rita Laura Segato que aporta, con su indudable evocación del sociólogo peruano Aníbal Quijano, el concepto de colonialidad del poder (“Crítica de la colonialidad y otros ensayos”). A partir de la llegada de los europeos a América, desde fines del siglo XV, concomitante a las primeras excursiones sobre África que culminarán en la trata de esclavos, se inicia la Edad Moderna. En el contexto de la Modernidad es que aparecen definidas Europa, Portugal, España, América y África. Así como lo indio y lo negro. Pero para el caso de América hay una fundación única de un Nuevo Mundo como una categoría central a diferencia de África y Asia, que surgen de un modo periférico. En el concepto de colonialidad del poder está inscripto el eurocentrismo, que para el caso de las novelas de Adichie se vincula al sometimiento a estructuras de dominación que tienen que ver con el imperialismo inglés, tanto de Gran Bretaña como de Estados Unidos. El mismo se asienta en la inferioridad racial de los colonizados. Es decir que esto nos lleva a la noción de racismo, es decir, la jerarquización y atribución de valor desigual tanto a las personas, su trabajo y sus productos, en este caso con intervención especial del color de la piel. Tanto las normativas como las pautas de existencia de quienes son sometidos y oprimidos, los condenados de la Tierra, son devastadas, discriminando saberes y producciones, reduciendo civilizaciones, valores, capacidades, creaciones y creencias. Y finalmente nos conectamos con otros conceptos como género y patriarcado, que para el caso africano implican que en adelante el lugar de las mujeres de razas inferiores quedó estereotipado junto al resto de sus cuerpos, debilitado y marginal.

    En su libro “¿Acaso no soy yo una mujer?”, Bell Hooks refiriéndose a la devaluación sistemática de la mujer negra en Estados Unidos, encuentra el origen de dicho menosprecio en el aplastamiento de la condición de las mujeres negras en la violación de las esclavas, durante el período colonial. La persistencia de esa estigmatización produjo un sesgo sexista y racista, que hace mirar a la mujer negra como un ser de poco valor y valía, sexualmente depravada e inmoral. En los cuentos cortos de “Algo alrededor de tu cuello”, Adichie, a menudo trabaja sobre ese estatus degradado con el que se percibe a las mujeres negras migrantes. La misma Ifemelu en “Americanah” al llegar a Estados Unidos sin dinero y con escaso apoyo de su tía residente se ve obligada a pasar por una situación de abuso. En “Todas tendríamos que ser feministas” cuenta una anécdota de su infancia en Nigeria, en la cual su profesora de primaria promociona la aprobación de un examen con la mejor nota para el ejercicio del cargo de monitor o delegado de la clase. Ella obtiene la mejor calificación pero no puede hacerlo porque solo los varones podrían ejercerlo.

     Del mismo modo la violencia ocupa un lugar central en la obra de Adichie. En su “Tipología de la violencia”, Byung-Chul Han, en “Macrológica de la violencia” nos habla de las diferencias entre violencia y poder. Mientras el poder construye un continuo de relaciones jerárquicas, la violencia genera desgarros y rupturas. El poder une y encaja mientras que la violencia genera transgresión y delito. Mientras el poder se inclina hacia el otro hasta doblegarlo, la violencia se inclina hacia el otro hasta quebrarlo, destruye su espacio. Tanto la violencia como el poder, son estrategias para neutralizar la otredad. Este desgarro, este corte lacerante, está sumamente presente en la obra de Adichie en ese proceso de neutralización de la otredad. La flor púrpura es uno de los ejemplos más acabados de ello.

    La propuesta de esta investigaciónno seguirá la línea cronológica de la obra de la autora  ni tampoco dará un panorama pormenorizado de los argumentos de la misma. Apenas sugerirá la lectura de estos libros y un estudio comparado de los mismos. Entendidos como bildungromans” o novelas de aprendizaje, pero desde una perspectiva crítica y “short stories” o historias cortas. Los artículos sobre las diferentes novelas y relatos de Adichie que conseguí para analizar están casi todos escritos en inglés, salvo unos pocos en portugués y uno en castellano, por lo cual me he visto en la obligación de realizar una traducción de ellos. Algunos hindúes, otros alemanes y uno etíope. La labor consistirá en trabajar primero con sus dos más grandes novelas históricas “Medio sol amarillo” (2006) y “Americanah” (2013), ya que fueron las que pude leer durante el aislamiento obligatorio en el 2020, para luego focalizar en los relatos cortos de “La flor púrpura” (2003) y los cuentos de “Algo alrededor de tu cuello” (2009). Finalmente introduciremos las narraciones de otras dos nigerianas recientemente traducidas al castellano por la Editorial Empatía: la novela “Las delicias de la maternidad” de Buchi Emecheta y el libro de cuentos “La felicidad, como el agua” (2020) de Chinelo Okparanta. Realizaremos una comparación de “La flor púrpura” con “Las delicias de la maternidad” (1979) y “Algo alrededor de tu cuello” con “La felicidad como el agua” ((2013). La razón de esta elección radica en que las dos primeras son las novelas históricas más largas que ha realizado, planteando gran parte de los conflictos que ya hemos señalado más arriba y el resto de los trabajos son relatos cortos pero no menos interesantes, que muestran el delicado equilibrio entre la vida en Nigeria y la que implica la relación migrante, tanto en Norteamérica como en Gran Bretaña.

 Algunas apreciaciones preliminares sobre la Historia de Nigeria      

                         “En África no hay fronteras; ni siquiera entre la vida y la muerte”

                                           Léopold Sédar Senghor    

La palabra Nigeria deriva del río Níger que recorre la región en su tramo final por su parte oriental. Asimismo la palabra Níger proviene del latín y significa negro o negra. Esta etimología no es nada casual. Si bien Chimamanda Ngozie Adichie considera la relación entre los tres principales grupos etnolinguísticos en Nigeria: igbos (de los que son sus orígenes), hausas/fulanis y yorubas, en realidad, como lo observarán en los mapas que se muestran a continuación, encontramos una gran diversidad sobre la cual no nos extenderemos a enumerar y desarrollar. Nos interesa dar una introducción del panorama previo a la emergencia de la República de Biafra en la década de los sesenta que se trabajará en la novela “Medio sol amarillo” (2006). Luego en “Americanah” nos referiremos a las problemáticas más cercanas temporalmente.

(Tomado de Wikiwand)

Según Pierre Bertaux en “Africa desde la prehistoria a los estados actuales” (1972), el tráfico de esclavos se inició en la región de Oil Rivers, “ríos de aceite”, cerca del delta del río Níger, donde se encontraba el pueblo igbo, ya desde el siglo XVI por parte de los portugueses. Nigeria corresponde a África Occidental. Posteriormente, en el siglo XIX, los barcos ingleses realizaban expediciones para obtener “mercancía humana” de una forma muy fácil y venderla a Brasil.  Pero es recién hacia 1830 que la región adquiere atractivo oficial para Gran Bretaña. En 1861 los británicos ocuparon la ciudad de Lagos y la convirtieron en colonia pero sin territorio. Y este afán de instalarse en el territorio tuvo que ver con repeler los avances franceses desde Senegal y alemanes desde Camerún.  En 1882 el cónsul británico de Fernando Poo fue a residir a la costa, en Calabar, al este del delta. Tenía jurisdicción sobre la costa desde Lagos hasta Camerún pero este territorio era demasiado vasto para que el cónsul tuviese control efectivo. Será recién en 1885 que el Parlamento británico ratifique los acuerdos realizados en la Conferencia de Berlín y constituya el protectorado del delta nigeriano (Oil delta Protectorate). Un sector clave en la región fue el comercio. George Goldie había creado la Compañía Africana Unida.

     Al mismo tiempo en la región occidental del territorio estaban los yoruba  y en el centro y norte los hausa y fulani, caracterizados por sus creencias islámicas y por la dominación de los segundos sobre los primeros con características muy fundamentalistas. Hay profundas diferencias históricas, culturales y religiosas  que existían y existen  entre estas regiones, que exceden a estos grupos nombrados. El proceso de creación de un protectorado efectivo en Nigeria culmina recién en 1914 y en ese trabajo interviene  la difusión del cristianismo, no solo protestante sino también católico (como lo muestra en “La flor púrpura”) y el  aplastamiento de las religiones autóctonas de igbos y yorubas.

(Tomado de wikimedia)

Por otro lado al iniciarse el período colonial con el protectorado de Nigeria, Gran Bretaña se encontró con un importante mosaico político, religioso y cultural en Nigeria por lo cual decidió establecer un gobierno que respetase  las autonomías. Sobre todo en la región norte, musulmana, de los hausa y fulani lograron imponerse con éxito. Pero apoyando a los fulanis en el califato de Sokoto consiguieron la aceptación del manejo británico. Era la única zona centralizada. En las otras pudo imponer el cristianismo pero hubo un rechazo del manejo político y de los abusos producidos. El idioma oficial fue el inglés y el desarrollo de diversas misiones, protestantes y católicas junto a la fundación de escuelas se convirtieron en mecanismos tendientes a la homogeneización cultural. La principal forma de exacción eran los elevados impuestos que se cobraban. Las primeras protestas se produjeron en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, en el Instituto Onitsha, el primero de formación local. Protestaban contra las tasas estatales, la autoridad colonial monopolizadora del comercio y la destrucción del antiguo comercio local. Luego en 1926 se dio el movimiento de Nwaobiala”, liderado por mujeres, que reclamaban la vuelta a los valores culturales previos. Entre 1929 y 1930 las protestas crecieron y paralelamente empezaron a surgir movimientos nacionalistas, muy evidentes tras la Segunda Guerra Mundial. Estos movimientos empezaron a presionar por la independencia y por la posibilidad de darse sus propias autoridades, sin injerencia británica. En 1957 se realizó la Conferencia Constitucional de Nigeria en Londres, buscándose una salida controlada para la independencia de ese país. El 30 de Agosto  de 1957 se nombra como primer ministro a un local, Abubakar Tafawa Balewa. El 1 de Octubre de 1960 se declara la Independencia de Nigeria pero continuaban bajo el control monárquico británico. No pararon ahí los conflictos debido a las grandes diferencias presentes en el territorio. En 1966, por las acusaciones de fraude electoral, crisis económica y corrupción, los mandos medios del ejército igbo izquierdista tomaron el poder bajo la dirección de Chukwuma Nzeogwu. El mismo desplaza al gobernador general Nnamdi Azikiwe por estas acusaciones. El general Aguiyi-Ironsi, un igbo de religión católica, sustituyó a Azikiwe como Gobernador, suspendió la Constitución, disolvió todos los cuerpos legislativos, prohibió los partidos políticos, nombró gobernadores militares en todas las regiones y formó a un gobierno, integrado por un Consejo Supremo Militar y un Consejo Ejecutivo federal. Mientras tanto, creció el resentimiento en las regiones norte y oeste donde el golpe militar fue interpretado como una maniobra de los igbos para hacerse con el poder. En julio, los norteños realizaron un contra-golpe que situó en el poder al alférez-coronel Yakubu Gowon. Las tensiones étnicas consecuencia de los sucesivos golpes aumentaron y condujeron, en septiembre de 1966, a las masacres a gran escala de igbos cristianos residentes en el norte musulmán, produciéndose de 8000 a 30000 muertes de igbos.

      El descubrimiento de grandes cantidades de petróleo en el delta del río Níger, situada en la región de influencia igbo, complicó la situación. La exclusión del poder de las regiones orientales hizo que muchos temieran que los beneficios obtenidos del petróleo fueran empleados en beneficio de las áreas del norte y suroeste, y no en el sudeste. Todos estos factores llevaron a los igbos a reclamar la secesión. El gobernador militar del Este, el coronel Odumegwu Ojukwu, aludiendo a las masacres norteñas y al fraude electoral, anunció en el parlamento la secesión de la región del sudeste de Nigeria y proclamó el 30 de mayo de 1967 la República de Biafra como nación independiente. Aunque gozaban de la simpatía europea y de muchas otras partes del mundo, sólo cuatro países reconocieron la recién fundada república. Se inició entonces un proceso de guerra civil que terminaría en 1970. Durante este período, entre 1 y 3 millones de personas murieron, de hambre sobre todo por el sitio realizado a la región y de  los conflictos derivados hubo alrededor de 3 millones de refugiados y desplazados.

Un breve bosquejo de la literatura de Chimamanda Ngozi Adichie



                                          “No es madre

                                           si permite que grites

                                            hasta la ronquera

                                             pero en un idioma

                                             que  nadie comprende”

                                       Matria o tierra madre, Lubi Prates

 

Adichie utiliza como recurso en su escritura la disglosia, es decir que intercala dos lenguajes, en los cuales uno es dominante, el inglés y el otro no, el igbo. Es así que logra, como lo marca Michael Ross de la Universidad de Indiana, Estados Unidos, en su artículo “La propiedad del lenguaje: disglosia en la Ficción de Chimamanda Ngozi Adichie”, utilizar primariamente el inglés  y luego el igbo, sin cargar de exotismo ni emplearlo de modo capcioso, como una especie de marketing, en su obra. Es decir que Adichie muestra la complejidad de la matriz lingüística nigeriana. Hay de igual modo una reivindicación étnica y política en esta elección, asociada a su origen igbo. Se pretende descolonizar el lenguaje con este recurso y hacer cobrar  potencia a la voz igbo.

     Por otro lado, Elena Rodríguez Murphy, de la Universidad de Salamanca, en “Nuevas escritoras nigerianas: Chimamandda Ngozi Adichie, feminismo (s) africano (s) y el peligro de una sola historia”, observa que actualmente estamos asistiendo a un momento histórico en el que la literatura nigeriana más reciente está escrita por mujeres. Chimamanda Ngozi Adichie sería una de las nuevas voces. Su nueva forma de entender los feminismos africanos y su interés por derribar las imágenes preconcebidas sobre Africa y los africanos han marcado sus obras literarias. Se trata de una autora que pertenece a la tercera generación de escritores nigerianos e invita a ver diferentes formas de ser africano y africana en el mundo contemporáneo. Adichie junto  a autoras como Sefi Atta, Helen Oyeyemi, Unoma Azuah, Chika Unigwe y Promise Okekwe están revolucionando la literatura africana.

       Asimismo, Rodríguez Murphy explica que tradicionalmente la mujer africana ha ocupado un lugar marginal en su propia literatura y ha estado asociada a lo tradicional, a la incapacidad de cambio autónomo y a la espera de ser liberada desde afuera, sin creatividad, limitada. O sea que la mujer africana fue doblemente marginada, como mujer y como africana. También destaca que Buchi Emecheta se convirtió  en antecesora, como escritora capaz de revolucionar el campo de actuación de la mujer africana con su obra. Más abajo volveremos a esta autora. En la obra de Adichie cobran relevancia las relaciones de género y la situación de la mujer en Nigeria, la diáspora, las cuestiones de clase y de poder, y la tradición o la guerra de Biafra e incluso temas no antes tocados como la homosexualidad. El filósofo camerunés, Achille Mbembe, habla del concepto de africanos del mundo, aplicable a Adichie. Ella vivió en Enugu hasta los 19 años y luego viajó a Estados Unidos y ahora habita entre los Estados Unidos y Nigeria. Mbembe expresa que nuestra manera de pertenecer al mundo, de ser y estar en él, siempre ha estado influenciada por la imbricación de diversos mundos. Que el hecho de ser conscientes del entretejido entre lo propio y lo ajeno, de la presencia de aquello en esto y viceversa, de la relativización de las raíces y afiliaciones junto con la capacidad de aceptar, teniendo en cuenta las consecuencias, la diferencia, la otredad y lo lejano, además de la habilidad de reconocerse en el otro y saber reparar en las huellas de lo lejano en lo mismo, construyéndose así la perceptibilidad cultural, histórica y estética que subyace en el afropolitismo.

     Finalmente Adichie se define como una feminista africana y feliz, contraponiéndose a ese lugar común nigeriano  que presenta a las feministas como mujeres infelices que no encuentran marido. Todo esto se refleja en sus diversas obras, siguiendo a Rodríguez  Murphy, en las que diferentes tipos de mujeres adquieren un papel importante y participan de manera activa en la esfera sociopolítica y económica, además de transmitir sus experiencias transculturales como seres diaspóricos. Desde Aunty Ifeoma y su hija Amaka en La flor púrpura, pasando por Kainene y Olanna en Medio sol amarillo, hasta Ujunwa, la protagonista de una de las historias de Algo alrededor de tu cuello, estas mujeres ponen de manifiesto la amplia perspectiva del feminismo de Adichie, que propone, junto con otras escritoras de su generación, una definición más extensa para el término. Adichie propone alternativas a los estereotipos de la mujer africana, enfocándose en aquellas mujeres poderosas, independientes y admirables que aparecen reflejadas en la tradición oralizada de muchas culturas africanas.


                                        Medio sol amarillo


                                       “…es en mis espaldas

                                       donde guardo la historia

                                        del pasado silenciado

                                       del futuro trazado hoy”

                                     Piel que habito, Lubi Prates

 

“Agha ajoka”

Adichie destaca que la traducción literal del igbo al castellano de la frase precedente es “la guerra es muy fea”. Su padre el profesor Nwoye James Adichie solía terminar sus relatos con estas palabras como una forma de resistencia ante el dolor que implicó la pérdida de sus padres en Guerra de Biafra.

   Elena Rodríguez Murphy, en el artículo ya citado en el parágrafo anterior, sostiene que Adichie introduce a los lectores de Medio sol amarillo (2006) en los horrores de la Guerra de Biafra (1967-1970) a través de las vivencias de diversos personajes, entre ellos dos hermanas, Kainene y Olanna. Es decir que se está leyendo sobre dos mujeres nigerianas de clase media alta que ofrecen más que la descripción de dos mujeres rurales, parecen dos chicas negras que viven situaciones parecidas a las de cualquier mujer europea. Ya el hecho de escribir sobre la Guerra de Biafra para Adichie es un acto de resistencia, debido a que es un tema sobre el cual pocas mujeres  han escrito en los últimos años. Además, el modo en el que se  presentan los acontecimientos en la novela ofrece una nueva perspectiva desde la cual analizar los diversos roles que las mujeres desempeñaron a lo largo de la misma. La participación de las mujeres como personajes importantes en la esfera política y socioeconómica añade matices a la mujer silenciada, que aparece retratada en los textos precedentes.

      Si bien Adichie no transita en persona ese momento crítico y convulso de la la República de Biafra en Nigeria, ya que nació en 1977, siete años después de que terminara, considera que siempre ha vivido a la sombra de la guerra. Adichie defiende la necesidad de que las nuevas generaciones conozcan sus causas y consecuencias. Incluso enfatiza la importancia de que historia de la guerra de Biafra se cuente desde diversas perspectivas y puntos de vista. Ella perdió a sus abuelos  de ambas líneas parentales en esa guerra civil. Y procura luchar contra los brutales legados del colonialismo que aún debe seguir enfrentando, desde una perspectiva centrada en la memoria, para no olvidar nunca como el egoísmo y la indiferencia llevaron a la innecesaria muerte de hombres, mujeres y niños. Al iniciarse la novela Adichie la dedica a sus dos abuelos muertos y a sus dos abuelas. E incluye una dedicatoria en igbo ka fa nodu na ndokwa, que significa que dedica ese libro a la memoria de todos ellos. El libro se divide en cuatro partes: principios de los sesenta, finales de los sesenta, principios de los setenta y finales de los setenta. Allí una tragedia “familiar” se va narrando de forma épica, la destrucción que envolvió los orígenes de Adichie como nigeriana. El texto en la traducción castellana de Random House consta de 542 páginas y contiene una nota final de la autora donde aclara sus fuentes para la construcción de su trabajo.

     Con gran empatía y la naturalidad de una narradora comprometida, Adichie recrea la vida de varios personajes atrapados en las turbulencias de las décadas estudiadas, los 60 y los 70 : el joven Ugwu, empleado de la casa de un profesor universitario de ideas revolucionarias, Odenigbo; Olanna, la hermosa mujer del profesor, que por amor ha abandonado su privilegiada vida en Lagos para residir en una polvorienta ciudad, y Richard, un joven y tímido inglés que está enamorado de la hermana de Olanna, una mujer misteriosa que renuncia a comprometerse con nadie. Pero las experiencias de Kainene y Olanna,, mujeres jóvenes de clase media alta en Lagos, son las ordenadoras de los hechos narrados. Las vivencias de Kainene y Olanna descriptas a lo largo de las páginas de Medio sol amarillo, se convierten, en consecuencia en testimonios interesantes, en este caso de y sobre mujeres, que como la autora lo ha señalado se han convertido en agentes importantes a lo largo de la guerra y aún tienen mucho más que contar. Casi todo lo que se había escrito sobre la Guerra de Biafra había sido escrito por hombres.

 

                                             Americanah


                              “desde que llegué

                               un perro me sigue

                               y

                                no me deja

                                frecuentar los lugares de moda

                                no me deja

                                utilizar un dialecto diferente del de aquí

                                 guardé mis argots en el fondo de la maleta

                                  él gruñe”

                                  Condición: inmigrante, Lubi Prates

 

La novela Americanah (2013) se inicia con una dedicatoria en igbo ndi na-abia n’iru, que significa para nuestra propia generación. Es decir que a diferencia de “Medio sol amarillo” (2006) cuyo horizonte es el pasado, se ubica mirando el presente y proyectándose hacia el futuro. Tal cual lo plantea Stefanie Reuter, de la Universidad de Berlín, en su artículo “Convertirse en sujeto: desarrollar una conciencia crítica y llegar a la voz en Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie”, ésta es una novela sobre la identidad y la emergencia de la subjetividad propia, en la que Chimamanda rompe con el clásico modelo de bildungsroman, blanco y eurocéntrico e introduce, desde sus propias vivencias en Estados Unidos, una posición habitada en medio de las inequidades sociales, del racismo y del sexismo.  La novela está integrada por tres partes y consta de 610 páginas. La primera parte se centra en el presente de Ifemelu, en los Estados Unidos de América . La segunda hunde sus raíces en el pasado en Nigeria, de Ifemelu y Obinze. Y la tercera muestra el desenlace, el retorno de Ifemelu a Nigeria y el enfrentamiento con el Obinze actual. Ya desde su denominación Americanah está marcando la diferencia, indicando una experiencia que recorre los bordes de lo establecido. Indica una forma, la de la inmigrante negra, de vivir su experiencia. Al inicio de la novela Ifemelu tiene que viajar hacia las afueras de Princeton para  llegar a un salón de trenzado debido a su condición de mujer negra e inmigrante. En los locales centrales no se hace el trenzado africano. En “Algo alrededor de tu cuento” (2009) también tenemos varios relatos que se refieren a estas misma situaciones. Finalmente, una escritora nigeriana contemporánea a Chimamanda,, Chinelo Okparanta, en su libro de cuentos “La felicidad como el agua” tiene un relato titulado “Tumores y mariposas” donde habla de forma casi autobiográfica de la experiencia de la otredad.

 Belleza : interseccionalidades de  género, gordofobia, raza y clase social

Naomi Wolf en su libro “El mito de la belleza” sostiene que existe una construcción social sobre la cualidad llamada belleza, que pretende tener existencia universal y objetiva. En consecuencia, lo bello en general sería blanco y esbelto, entre otras características. La autora sostiene que el hecho de asignar valor a la mujer dentro de una jerarquía vertical y según pautas físicas impuestas por la cultura es una expresión de las relaciones de poder, según los cuales las mujeres deben competir de forma antinatural por los recursos que los hombres se han otorgado en sí mismos. “La dieta es el sedante político más potente de la historia de las mujeres” marca Wolf. Virgie Tovar, quien posee un Master en Estudios sobre sexualidad, con foco en las intersecciones entre tamaño corporal, raza y género, fundadora  de Babecamp, un curso online diseñado para ayudar a las personas a romper la cultura de la dieta , en “Tenés derecho a permanecer gorda”, retomando a Wolf,  expresa que la cultura de la dieta en lugar de reconocer la diversidad de la expresión femenina y el poder femenino (independientemente del sexo asignado al nacer, la capacidad, el talle, la presencia o ausencia de recato o de dinero) promueve un sistema en el que las mujeres que buscan la delgadez se convierten en cómplices de su propia deshumanización y, por lo tanto, en agentes de la misoginia. Tovar explica que hemos definido estar gordo como una cosa inherentemente mala, cuando en realidad el tamaño del cuerpo no tiene significado. El tamaño corporal tiene conexiones muy fuertes con la ansiedad cultural en lo que se refiere a clase, color de piel y género. Además agrega que los debates y sentimientos respecto a la clase, color de piel y género se han trasladado a los debates y sentimientos respecto a la gente gorda. Lo bello en consecuencia respondería a un modelo hegemónico y patriarcal que excluiría a lo negro y a lo gordo también. Para el caso de la novela Americanah vemos como Adichie introduce a Ifemelu como escritora de en su blog “Raza o Diversas observaciones acerca de los negros estadounidenses (antes denigrados por otra clase de apelativos) a cargo de una negra no estadounidense”  el que está dejando para volver a Nigeria. Mientras hace el viaje para el salón de trenzado  ella describe a quienes la rodean: “Abarrotaban el andén personas negras, muchas de ellas gordas, con ropa corta y ligera”. Ifemelu cuenta que durante su primer año en Estados Unidos, cuando tomaba un tren de New Jersey Transition hasta Penn Station y luego tomaba el metro para visitar a la tía Uju en el barrio de Flatlands, le llamaba la atención que los viajeros que esperaban en las paradas de Manhattan fueran en su mayoría blancos y esbeltos y, a medida que el tren se adentraba en Brooklyn, los viajeros fuesen en su mayoría negros y gordos. Ifemelu destaca también en la novela que su amiga Ginika le había comentado que en Estados Unidos, “gordo”, era un término ofensivo.

 

                      La flor púrpura y otros relatos cortos


                               bienvenido a este mapa

                                 de un continente

                                 que se alza

                                 sobre cuerpos negros”

                                Un cuerpo negro, Lubi Prates


Violencias, migraciones y autoritarismos

Es un rasgo dominante la presencia de la violencia doméstica y del autoritarismo de la dictadura, el golpe,  pero también el sentido de la migración, en relatos como La flor púrpura (2003) y “Algo alrededor de tu cuello” (2009) de Adichie. Retomando lo enunciado en la introducción sobre Byung-Chul Han, la violencia, ya sea social o doméstica, produce una intervención filosa que desgarra. La flor púrpura es un maravilloso relato que pone en relación dos caras de un mismo mundo: el de Kambili y su hermano Jaja, atada al abuso y el de Amaka junto a Obiora y Chema,  asociada a la libertad y el compromiso. Una tensión entre el autoritarismo de su Padre, Eugene  y la liberación representada por Ifeoma, mamá de Amaka.. También habla sobre las relaciones parentales, la religión (el fundamentalismo católico y su hipocresía) y la posibilidad de búsqueda de nuevos horizontes en Estados Unidos. El padre de Kambili no soportaba que fuese la segunda de su clase y ella esperaba su castigo por ello. Por el contrario la tía de Kambili, Ifeoma, representaba la risa, la soltura y las costumbres autóctonas. Es ella quien viene de Nsukka como la misma Adichie, a visitar a sus sobrinos y los quiere llevar al festival de Aro, pagano ante los ojos de Eugene, convertido al catolicismo. Es Ifeoma la que le dice a su cuñada ¿Cómo puede una mujer vivir así? , regañándola por su servilismo respecto al marido. Del mismo modo en la selección de cuentos “Algo alrededor de tu cuello” el cuento que hace alusión al título cuenta la historia de una joven nigeriana, de la etnia igbo, que deja su país para soñar un futuro mejor y es recibida por una tía en Maine,  Estados Unidos. Allí sufre el acoso sexual de la pareja de su tía y debe huir para empezar como una empleada con salario muy bajo.

    El nudo materno

Tanto Buchi Emecheta en su obra traducida recientemente al castellano, “Delicias de la maternidad” (1979) como Chinelo Okparanta en su cuento “Tumores y mariposas” , que forma parte del libro “La felicidad como el agua” (2013), ponen en entredicho las vivencias idealizadas de la maternidad. Ya Rodríguez Murphy había mencionado  más arriba este libro de Buchi Emecheta. En el mismo se relatan los embates que tiene que sobrellevar una mujer de la etnia igbo, Nnu Ego, al casarse: la poligamia, el impacto del colonialismo y  el hecho de no poder tener hijos rápidamente. Emecheta se aleja de los retratos de la madre glorificada de la literatura africana tradicional. Su vida refleja lo contrario de lo que se narra el texto. A los dieciséis años ella se había casado con Sylvester Onwordi, en un matrimonio arreglado desde sus once años. Onwordi no aprobaba los hábitos literarios de su esposa y quemó su primer manuscrito. Buchi se mudó a Londres, por los estudios universitarios de su marido, con quien tuvo cinco hijos y vivió un matrimonio violento e infeliz. A los veintidós años dejó a su esposo y cursó la carrera de Sociología en la Universidad de Londres mientras trabajaba para mantener a sus hijos. Se recibió con honores y en 1991 completó el Doctorado en la misma universidad. Fue profesora en la Universidad de Calabar, en Nigeria, así como también en Yale y la Universidad de Londres. Chinelo Okparanta en “Tumores y mariposas” nos muestra a una madre que insiste en someter a su hija a la dominación de un padre, con cáncer tiroideo, que fue violento desde su más tierna infancia. También acá se plantea la migración a Massachusetts de una familia proveniente de Port Harcourt, Nigeria. No bien llegados el padre debe aceptar el trabajo de portero de edificio y un grupo eclesiástico los apoya para que consigan una residencia legal permanente. Se describen escenas domésticas violentas como la del padre gritando y abofeteando a la madre. La autora, Okparanta, nació en 1981 y emigró a Estados Unidos a los diez años, junto a sus padres. Hay en esta obra violencias que inmovilizan, despotencian, minorizan a las mujeres y son vehiculizadas por las madres.

     Jane Lazarre en “El nudo materno” (1976 ) propone debatir sobre la “mística de la maternidad” y contar desde su propia experiencia interracial la angustia, el conflicto y las contradicciones que encierra el hecho de ser madre. Este tema recorre los libros citados más arriba.

 

                                     A modo de conclusión


                                       ¿quién teme la palabra

                                        NEGRO

                                        cuando está estática o

                                        cercada por otras palabras

                                         en las páginas policiales?

                                        Un cuerpo negro, Lubi Prates

 

En su “Crítica de la razón negra” (2013),  Achille Mbembe,  habla de un devenir negro del mundo que no solo remite a la situación africana sino a la expansión de los procesos de racialización que afectan a todo el planeta. Precisamente en “Necropolítica” (2011) el filósofo camerunés planteaba ya  una conexión entre el pasado colonial y el presente posterior a la descolonización, centrándose en la esclavitud. El esclavo había sufrido una triple pérdida: pérdida de un hogar, pérdida de los derechos sobre su cuerpo y pérdida de su estatus político. Esa triple pérdida equivaldría a una dominación absoluta, a una alienación desde el nacimiento y a una muerte social, que es una expulsión fuera de la humanidad. La vida del esclavo sería una especie de muerte en la vida. En consecuencia se establecería una relación desigual a la vez que se afirma la desigualdad del poder sobre la vida. Esta expresión tanática del estado  elegida por Mbembe, necropolítica,   implicaría que quien domina el estado decide quién vive y quién muere. La soberanía vendría a ser el derecho a matar, en este contexto. Si bien para Foucault el biopoder implicaba la capacidad del estado de dominio de la vida sobre el que el poder ha establecido su control.  La raza y el racismo tendrían un lugar especial en el mecanismo de la selección de quiénes mueren.  Mbembe recurre como ejemplo el Estado Nazi, en ese sentido. Las formas de crueldad presentes son las más íntimas, horribles y lentas. En las matanzas de los familiares de Olanna, descriptas en Medio sol amarillo lo vemos patentemente. La guerra ocupa un lugar central en la necropolítica o política de la muerte. En la obra de Chimamanda hemos visto reflejada esta noción, aplicada a la Guerra de Biafra, al ambiente descripto en “La flor púrpura”.

     Por otro lado Mbembe sostiene la permanencia de esas estructuras coloniales y retoma a Fanon, en “Los condenados de la Tierra”,  destacando la sorprendente espacialización de la ocupación colonial. Me parece muy relevante lo que destaca el filósofo camerunés  sobre cómo opera el lugar de la muerte: la ciudad del colonizado, ya sea negro, indígena, árabe, es un lugar de mala fama, poblado por hombres con mala fama. Allí se nace de cualquier parte, de cualquier manera. Se muere de igual modo. Un mundo intermitente, sin intervalos. La ciudad del colonizado es una ciudad hambrienta, una ciudad agachada, que se arrodilla. Ciudades degradadas. Según Mbembe, estas situaciones tienen una pervivencia en la actualidad africana, proyectándose en las máquinas de guerra: facciones de hombres armados que se escinden o se fusionan según tarea y circunstancias. Destacamos respecto a los libros de Adichie que hemos trabajado que en ella, como escritora africana, hay un esfuerzo por mostrar una imagen nada miserable de su Nigeria querida, Enugu, Nsukka, Abba. Como lo cuenta en el último relato de “Algo alrededor de tu cuello” hay una historiadora obstinada en su interior. Una que busca rescatar la memoria desde una inscripción étnica, desde una memoria colectiva y con una identidad muy definida, centrada en las mujeres africanas igbo. Ella se levanta contra el racismo, contra el sexismo, contra las interpretaciones simplistas sobre las migraciones también. Adichie realiza un esfuerzo denodado por desinscribirse de eso tanático que marca Mbembe. La autora se plantea desde la vida, desde el sentido, desde la emoción pero también desde la racionalidad y vuelve a reinterpretar ese pasado esclavista desde una perspectiva de género  renovadora.

   

                                           Bibliografía consultada

Fanon, Frantz (1961) Los condenados de la Tierra, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, Argentina

Lazarre, Jane (1976), El nudo materno, Las afueras, Buenos Aires, Argentina

Bertaux, Pierre (1973) Africa desde la prehistoria hasta los Estados actuales, Editorial Siglo XXI, México

Adichie, Chimamanda Ngozi (2003) La flor púrpura, Random House Editorial, Buenos Aires

Adichie, Chimamanda Ngozi(2006) Medio sol amarillo, Random House Editorial, Buenos Aires

Adichie, Chimamanda Ngozi (2009) Algo alrededor de tu cuello, Random House Editorial, Buenos Aires, Argentina

Adichie, Chimamanda Ngozi (2009) El peligro de la historia única, Random House Editorial, Buenos Aires, Argentina

Mbembe, Achille (2011) Necropolítica, Editorial Melusina, España

Adichie, Chimamada Ngozi (2012) Todas deberíamos ser feministas, Randome House Editorial, Buenos Aires, Argentina

Adichie, Chimamanda Ngozi (2013) Americanah, Random House Editorial, Buenos Aires, Argentina

Segato, Rita (2013) La crítica de la colonialidad en ocho ensayos, Prometeo Libros, Buenos Aires, Argentina

Byung Chul, Han (2013) Topología de la violencia, Herder, Buenos Aires, Argentina

Adichie, Chimamanda Ngozi (2020) Sobre el duelo, Random House Editorial, Buenos Aires, Argentina

Okparanta, Chinelo (2020) La felicidad como el agua, Editorial Empatía, Buenos Aires, Argentina

Wolf, Naomi (2020) El mito de la belleza, Editorial Continta Me Tienes, España

Prates, Lubi (2021) Un cuerpo negro, Editorial Amauta &Yaguar, Buenos Aires, Argentina

Emecheta, Buchi (2021) Las delicias de la maternidad, Editorial Empatía, Buenos Aires, Argentina

Tovar, Virgie (2021) Tenés derecho a permanecer gorda, Ediciones Godot, Buenos Aires, Argentina

Asoo, FI (2012). Las historias cortas de Chimamanda Ngozi Adichie. AFRREV IJAH: Revista Internacional de Artes y Humanidades , 1 (4), 13-27.

Ross, ML (2019). Propiedad del lenguaje: diglosia en la ficción de Chimamanda Ngozi Adichie. Investigación en literaturas africanas , 50 (1), 111-126

. Rodríguez Murphy, E. (2016). Nuevas escritoras nigerianas: Chimamanda Ngozi Adichie, feminismo (s) africano (s) y «el peligro de una sola historia».

Reuter, S. (2015). Convertirse en sujeto: desarrollar una conciencia crítica y llegar a la voz en Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie. Anja Oed (Hg.): Revisando el pasado, negociando el futuro: The African Bildungsroman (2015).

Albert, SA y Raja, R. (2017). Raza y género en la Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie. El Diario16.

Abal, J. M. S. (2017). Nigeria, elenco de conflictos. José María Santé Abal. bie3: Boletín IEEE, (5), 100-119.

 

 

 

 

 

 

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