“Hay que hacer la ignominia más ignominiosa, publicándola” (K. Marx)
Rosario – Santa Fe 27 de Abril del año 2020
Los que siguen son dos textos que han sido escritos al calor de lo que nos está sucediendo a muchos trabajadores de la salud no sólo desde el comienzo de la epidemia de Covid-19, sino desde antes, siendo esta una situación que profundiza y agudiza cierto malestar. Abierto a críticas, disidencias y consonancias, el deseo de quien escribe es que sea un documento de utilidad para toda aquella persona interesada en profundizar una discusión honesta, seria y respetuosa sobre las condiciones en las que se está abordando esta epidemia.
A comienzos de marzo del 2020, el brote de la nueva cepa de Coronavirus (Covid-19) que comenzó afectando a China en los últimos días de 2019 en la región de Wuhan y que acabó por extenderse a casi todo el mundo, comenzó a dar sus primeros pasos en nuestro país. El caso 0 se detectó el 3 de marzo, y ya para ese momento las alarmas mediáticas estaban encendidas hace unos días pues el virus parecía extenderse de manera letal sobre Italia, donde aún no había llegado a su pico. A pesar de una “subestimación” por parte del ministro de salud de la Nación, quien declaraba estar más preocupado por el dengue, el gobierno nacional tomó en poco tiempo la determinación de abordar la -para en esos días ya declarada- pandemia y la semana del 20 marzo comenzó el período de aislamiento social y preventivo que hasta hoy, 27 de abril, sigue rigiendo y seguirá al menos hasta el 10 de mayo.
Muchas han sido las discusiones alrededor de este tópico, que hegemonizó absolutamente todas las agendas nacionales e incluso las internacionales. La principal, quizás, ha sido y viene siendo aquella en relación a la capacidad de los sistemas de salud de dar respuesta a esta epidemia. Cuántas camas se disponen, cuántos trabajadores de la salud, cuántos equipos de protección personal, cuántos testeos, en qué dependencias se van a centralizar, intervención de las clínicas que no cumplan los protocolos, etc. Dentro del ámbito de la salud, esta situación puso de manifiesto la opresión a la cual ya cotidianamente nos vemos sometidos gran parte de quienes desempeñamos una tarea en dicho ámbito. Regímenes de monotributo (incluso dentro del estado), ley de supervivencia del más apto, bolsas de trabajo virtuales donde miles de colegas médicos rapiñan la mejor (peor) oferta salarial, aportes a una caja profesional sin estructura solidaria, condiciones de ambiente de trabajo altamente inestables y variables, ofertas de trabajo donde priman la atención de urgencias y emergencias - dejando así de lado cualquier oportunidad real de construir salud en estrategias de promoción y prevención, etc- profundizando la alienación en el trabajo médico (la guardia es lo más parecido a una línea de montaje o un barco oriental de manufactura: pacientes como objetos y horas y horas sin descanso “al servicio de la comunidad”).
Claro, todas estas situaciones estaban silenciadas, o las luchas por su mejoramiento no tenían el poder para ganar las primeras planas. Quizás ahora la conciencia de la ignominia, al decir de algún filósofo prusiano, ha sido puesta de manifiesto por la situación de epidemia. Con niveles de saturación informativa alarmantes e incapacidad llamativa de los distintos estamentos estatales para poder dar respuestas al personal de salud en torno a esta epidemia (sólo enfatizo sobre la responsabilidad estatal, pues disiento con las lógicas de „responsabilidad social empresarial‟ que se le pide en consonancia a los CEOS y dueños de sanatorios o empresas de salud; su lógica es otra y es como pedirle peras al olmo), los trabajadores de la salud nos encontramos en la primera línea de contención estratégica de la enfermedad con las mismas condiciones de precariedad a las que ya estábamos sometidos. Y aún hay más.
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* Trabajador de la salud. Médico egresado Facultad de Ciencias Médicas-UNR. Docente invitado en la materia electiva “Salud Pública: aspectos históricos y epistemológicos. Perspectivas y debates actuales”. Colaborador docente en la cátedra de Medicina y Sociedad. guidocrespi@outlook.com
(foto: Pagina 12/Télam)
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