martes, 12 de julio de 2011

Japón y la singularidad de su transición al capitalismo, por Ramiro de Altube

Resúmen de Kohachiro Takahashi & reflexiones propias en torno a la formación social precapitalista en Japón.

La revolución meijí dentro de la historia agraria del Japón. La revolución Meiji constituye el punto de arranque de la formación de la moderna sociedad capitalista dentro de la historia japonesa, consiguió la unión nacional del país, acabando con el régimen señorial y las ordenes feudales. La historia de la revolución Meiji plantea dos tipos de problemas: unos de carácter general, que hacen referencia a la generalidad histórica de la transición del feudalismo al capitalismo y por otro parte, problemas de carácter particular, referentes a la estructura histórica específicamente japonesa que convierte la revolución Meiji en un arquetipo de revolución burguesa. La revolución Meiji se llevo a cabo desde arriba; se han atribuido a menudo sus causas a fuerzas externas, a presiones de las potencias extranjeras, pero por si solas y cualquiera que fuesen su carácter estas fuerzas extranjeras no habrían conseguido modernizar una sociedad, si la evolución económica interna no hubiese tendido al mismo resultado. Hay que considerar el problema agrario como la piedra angular de la revolución Meiji.



I
La organización feudal de la propiedad territorial, constituye la base de la estructura económica y social del régimen señorial y shogunal[1] de los Tokugawa tiene su prototipo en el Taikö kenchi. El kenchi (agrimensura de la tierra) iniciado en 1582 por Taikö Hideyoshi, fue proseguido en todo el país y mantenido en sus líneas maestras por el bakufu de los Tokugawa. El kenchi constituye un procedimiento para medir la extensión y producción de la tierra, a fin de establecer la proporción del censo señorial en especie. Una vez realizada esta agrimensura, las tierras de todo el país quedaron bajo el control de los grandes señores. Tras la muerte de  Hideyoshi, el bakufu de los Tokugawa, convertido el mismo en el más importante de los grandes señores, encarna el poder supremo que los gobierna. El kenchi no es sino un intento de reacción feudal de recontracción señorial tras la crisis definales de la Edad Media provocada por las frecuentes guerras, las devastaciones rurales y caracterizada por las grandes revueltas campesinas que quebrantaron el orden social feudal.Quien llevo a vado la unificación feudal en todo el país fue Taikö Hideyoshi, mediante la puesta en platica del kenchi y del katara gari (desarme de campesinos, consumándose la separación entre soldados y campesinos). Su sucesor, el bakufu de los Tokugawa, velo por la continuidad de dicho sistema.
   La crisis del sistema feudal japonés nos parece esencialmente distinta a la crisis de las fortunas señoriales de Europa Occidental, cuyo origen se basa en el censo monetario. Si bien es cierto que, en los documentos de la época, hallamos la prueba de la existencia de una renta monetaria junto a la renta en especie, dicha renta monetaria no afectaba directamente a los labradores, como sucedía en Europa. Mientras la crisis europea giraba en torno a la renta monetaria, la crisis japonesa se refería más bien a la transformación de las prestaciones personales en censo en especie. Durante el proceso kenchi, se desmorono el antiguo régimen señorial implantado en la época kamakura y quedaron barridos los derechos que varios señores poseían sobre una tierra. Vemos aparecer ahora un nuevo tipo de señor. Que ejerce un dominio directo y exclusivo sobre  su  propia  tierra  y  los  campesinos  de  su  territorio.  Este  proceso  supone  la transformación de la renta en trabajo en renta en especie, se ha disuelto el antiguo régimen señorial caracterizado por la explotación directa mediante prestaciones. El kenchi supuso por lo tanto, una época decisiva dentro de la historia agraria japonesa. A partir de esta época, los señores pierden su condición de importantes agricultores para convertirse en meros y simples rentistas, parásitos del censo en especie. Por su parte, los campesinos ya no se ven sujetos a prestaciones personales y consiguen sus terrazgos por cuenta propia, con medios de producción propios convirtiéndose en campesinos que pagan a su señor un censo anual en especie. Los  censos  señoriales  en  especie  quedan  definidos  como  una  forma  normal  y predominantemente de renta feudal del suelo. Esta modalidad de renta del suelo constituye la base material del sistema señorial. Entre el shogun Tokugawa y los grandes señores se establecieron relaciones feudales de señor a vasallo. Entre el shogun Tokugawa y los grandes señores (daimio) se establecieron relaciones feudales de señor a vasallo; el gran señor recibió del shogun un feudo (koku-taka), de acuerdo con la agrimensura, y su soberanía así como los derechos señoriales en sus dominios (han) fueron enteramente reconocidos por el shogun. El gran señor dividió, a su vez, sus dominios en pequeños feudos (chigyo-chi) en beneficio de sus vasallos armados.
   Pero lo que hay que aclarar aquí es que los samurai como aparato militar (séquito) de los señores eran asalariados y no estaban ligados por lazos de tipo feudal vasallático piramidal. Este elemento junto con la propia figura del emperador como símbolo cultural moral y la del shogun como figura surgida específicamente del ámbito militar restringido que cumplía, distinguen esta sociedad rural de base terrateniente de lo que denominamos régimen feudal o señorial, término que sólo debe mantenerse en todo caso de forma ilustrativa en tanto refiere directamente a la dominación a través de la extracción de la renta de la tierra (que con el kenchi pasa de ser en trabajo a renta en especie). Todos estos elementos nos acercan a la singularidad de la formación social japonesa precapitalista. Lo vasallático incluso en tanto refiere a la centralidad que tenía uno de los grandes terratenientes que adquiría la figura de shogun, pierde también el contenido conceptual que tiene en la Europa feudal. En Japón existe por tanto durante los shogunados cierta centralidad política ligada a lo militar y al mismo tiempo a la derrota del emperador, tal centralidad es diferente de la preponderancia que podía tener durante el medioevo alguno de los señores feudales europeos sobre los demás. En ello quizás la cuestión de los límites geográficos tenga su influencia.

II
Ya a mediados del siglo XVII y debido a la elevada tasa del censo, la situación economica de los campesinos se había agravado hasta tal punto que se vieron obligados a vender sus tierras, hecho corroborado por las múltiples prohibiciones de venta dictadas a los campesinos. Para obtener dinero prestado los campesinos recurrieron a hipotecar sus tierras.
   Desde fines del siglo XVII a principios del XVIII el sistema feudal de los Tokugawa experimento un notable cambio en su organización interna. En esta época, se inicio en las grandes ciudades la concentración de una enorme cantidad de arroz, que empezó a circular por todo el país. A raíz de esta transformación del arroz en mercancía y en moneda las grandes ciudades gozaron de una gran prosperidad al tiempo que se desarrollaban las ciudades fortalezas de los grandes señores. La expansión del comercio y del capital mercantil se puso de manifiesto tanto en la prosperidad de estas ciudades y en la concentración de los capitales usurarios que iban desgastando el mecanismo del erario señorial y de la economía rural, como en la evolución de la agricultura comercial y la especialización regional de los cultivos, así como el desarrollo de la industria rural y domestica y el control de dicha industria rural por los mercaderes empresarios. A todo este proceso habría que conceptualizarlo y darle una entidad dentro del proceso más prolongado de crisis de la formación social precapitalista en Japón.
   Todos estos factores llegarían finalmente a suscitar una crisis general en la organización señorial y feudal del shogunado de los Tokugawa. Integrados ahora en una economía de intercambio o economía monetaria, los censos señoriales se incrementaron y el campesino se fue empobreciendo cada vez más. También empezaron a ignorarse las restricciones legales acerca de la parcelación de la tierra. Se produjo una concentración territorial cada vez más apreciable, al tiempo que se hacían mas gravosas las  hipotecas  del  suelo.  Podemos  observar  la  disolución  del  campesinado establecido en base al kenchi y asistir a la aparición, en el seno del sistema feudal y señorial, de las nuevas relaciones entre los campesinos propietarios no agricultores y los campesinos arrendatarios dependientes (Kosaku). Dentro del grupo de los campesinos propietarios no agricultores y parasitarios hay que distinguir la formación de dos tipos:

1) como la mayoría de los campesinos con deudas se veían en la incapacidad desaldarlas, sus tierras hipotecadas pasaban a menudo a ser propiedad efectiva de prestamistas, usureros y mercaderes labradores o hidalgos rurales. El campesino que ha perdido sus tierras sigue cultivando el mismo suelo que trabajaban antes, con la diferencia que ahora ya no es un campesino propiamente dicho sino un pequeño-campesino arrendatario dependiente y en calidad de tal, debe compartir su cosecha como renta del suelo en especie con su nuevo propietario, además del censo señorial.

2) Con  objeto  de  aumentar  sus  ingresos  mediante  la  formación  de  nuevos arrendamientos, los señores fomentaron la tendencia a la rotulación. Pero dadas las condiciones naturales y técnicas de la agricultura japonesa hizo falta, para este aprovechamiento de las nuevas tierras, una considerable participación de capital de los mercaderes labradores y una abundante oferta de mano de obra campesina.

Así en el propio seno del régimen feudal y señorial, la clase rural se diferencio en jinushi y kosaku. Pero la aparición de esta nueva categoría jinushi no supuso la formación de un nuevo modo de producción. Esta nueva modalidad de propiedad territorial no representó en términos generales una amenaza para la existencia del régimen señorial. Bajo la influencia del crecimiento de la economía monetaria, se iban diferenciando la comunidad aldeana y el campesinado. El capital mercantil no genero un modo de producción capitalista, sino que creo una nueva servidumbre.
   Lejos de ser derogada, esta propiedad jinushiana de carácter feudal, se vio consagrada por la Revolución Meiji, convirtiéndose en uno de los elementos constitutivos de la sociedad capitalista nipona. Pese a esta tendencia a la diferenciación dentro del campesinado, se fue incrementando poco a poco la producción de mercancías agrícolas por parte de los propios campesinos, a la vez que se iba desarrollando la industria domestica y rural como ocupación adicional.
   Las recientes investigaciones históricas demuestran que la disgregación del campesinado japonés se inició a fines del siglo XVII, al convertirse cada vez mas en productor de mercancías, aun conservando todavía su condición de hacendado parasitario, los campesinos ricos fueron ampliando poco a poco sus explotaciones, ya fuera en producción agrícola o en producción industrial y contratando a su servicio a sus vecinos, los campesinos mas pobres; así fue perfilándose cada vez con mayor precisión su carácter capitalista. Un carácter capitalista en la producción rural japonesa que, en varios aspectos, sólo llega a una subsunción formal de las prácticas y relaciones precapitalistas en un conjunto mercantil, sin modificar sustancialmente las relaciones de apropiación del excedente en la forma de renta ni el carácter de la propiedad de la tierra o, mucho menos la forma de organización del trabajo y la producción rural.
   El desarrollo mercantil tuvo una incidencia más clara en la industria que en la agricultura. La industria domestica y rural se había extendido, desde tiempo atrás, entre los campesinos. A partir de la primera mitad del siglo XIX dicha industria rural, en especial textil se desarrollaba al margen del control de la organización gremial de las ciudades; es entonces cuando empiezan a aparecer campesinos que se dedican únicamente a la industria. Al mismo tiempo, empiezan a quebrantar el sistema monopolista del capital comercial de las ciudades la aparición de un nuevo tipo de vendedores ambulantes, encargados de la distribución de las mercancías fabricadas en el campo, que compite con el tipo clásico de mercader privilegiado de las ciudades. Estas industrias rurales se organizaron en sistema putting-out bajo el control de empresarios comerciantes con poder para comprar al por mayor la materia prima, distribuyéndolas en forma de anticipo y dando trabajo a domicilio a campesinos-hiladores o a campesinos-tejedores. Pero hacia 1830-40 comienzan aparecen fabricantes independientes y patrones industriales cuyas empresas se basan en la división del trabajo asalariado. Así queda explicada, la oposición cada vez mas creciente del campesinado, en especial de la pequeña burguesía rural y de los pequeños y medianos fabricantes, frente al sistema monopolista arbitrario de los grandes negociantes y financieros aliados a los poderes señoriales y a los grandes propietarios junishianos. Ahí puede apreciarse la evolución característica de la situación economica propia de una revolución burguesa de tipo occidental. Hallamos ya todas las categorías sociales que ocuparan la escena durante la Revolución Meiji. La necesaria apertura del país provocada por la expansión de América y Occidente hacia el extremo oriente aceleró el proceso político hacia la unidad nacional de carácter burgués. Con respecto a esta transición específica y más allá del surgimiento de los nuevos sujetos sociales típicos del capitalismo (sobre todo en el campo) valen también todos los matices destacados antes sobre la conceptualización y el análisis del precapitalismo de la isla. A esto luego habrá que agregar la especificidad del desarrollo capitalista desde el Estado con la restauración Meiji.

III
La Revolución Meiji que se inicia a partir de 1866 constituye un proceso político, económico y social que conduce a la modernización de todo el aparato del Estado, originando la disolución del régimen feudal. Como en todos los países en trance de formación de la sociedad moderna, se produjo durante esta revolución-restauración una especie de emancipación del campesinado. A diferencia de la revolución burguesa occidental de tipo clásico que destruyo la estructura del Estado absoluto y permitió la instauración de la sociedad democrática moderna, en el Japón, como consecuencia del predominio de la propiedad territorial jinushiana y de los grandes capitalistas privilegiados de carácter monopolista y fiscal, la restauración y la apertura del país bajo la presión de circunstancias externas se vieron orientadas hacia la formación de un estado absoluto y oligárquico. La revolución-restauración Meiji introdujo las relaciones esenciales de la propiedad feudal en la nueva sociedad capitalista nipona. Fue la reforma del impuesto territorial o sea la “reforma agraria”, lo que desencadenó el movimiento fundamental de la Revolución Meiji.
   La defensa de la independencia del país frente a la presión de las potencias extranjeras imponía la necesidad de una transformación rápida y artificial del régimen feudal en un estado moderno. Pero para llevar a cabo esta tarea se precisaban recursos económicos, con objeto de dominar a los daimios[2] residentes, reprimir las revueltas provinciales y las agitaciones campesinas, indemnizar a los propietarios señoriales y feudales, proteger y fomentar la industria e instalar las manufacturas estatales, así como modernizar y equipar el aparato del Estado. Como en aquella época todavía era escaso el desarrollo del capital industrial, el nuevo gobierno se vio obligado a buscar sus recursos financieros en la tierra y en los impuestos territoriales. Pero con el fin de adaptarlos a las nuevas necesidades del Estado, dichos tributos, que se recaudaban siempre en especie, tuvieron que ser transformados en impuestos en dinero. Estas consideraciones financieras del gobierno de la Restauración constituyeron el punto de arranque de la Revolución Meiji.
   Al revés de la Revolución francesa, durante la que fueron finalmente derogados sin indemnización los derechos feudales, en el caso de Japón, quedaron suprimidos con indemnización. Pero en resumidas cuentas, dichas cargas recayeron en los campesinos sujetos a los nuevos impuestos territoriales. Así pues la abolición del régimen señorial se llevo a cabo mediante un compromiso. Concretado entre 1869 y 1871 por medio de la transmisión del Tenno del dominio de los daimios sobre sus territorios y con la creación de nuevas jurisdicciones administrativas y también mediante la derogación de los estatutos feudales sobre el orden social, quedo desbaratada la organización de los poderes señoriales basados en la propiedad feudal apareciendo así la forma moderna de estado nacional y unificado.
   También los campesinos se emanciparon del régimen señorial y de la servidumbre, siendo declarados libres. Sin embargo, no todos los campesinos se hallaban en idénticas condiciones económicas en el momento de la Revolución. Gracias a la “reforma agraria”, los jinushi llegaron a ser verdaderos propietarios de sus tierras y contribuyentes del Estado por el impuesto territorial en dinero. Pero lejos de  verse emancipados los agricultores directos (kosaku) además de perder los derechos de que disfrutaban bajo el régimen señorial, siguieron siendo kosaku y por ello, continuaron pagando a los jinushi la renta anual en especie. De ahí que el gobierno llevara a cabo una política de protección para con los jinushi, en vista de la obligación que estos tenían de pagar el impuesto territorial al Estado. Con la reforma agraria los campesinos quedaron excluidos de los antiguos derechos de uso sobre la tierra. La reforma del impuesto territorial aludía también a la distinción entre tierras del estado, en especial bosques y tierras privadas. Esta distinción generó la confiscación de una gran cantidad de tierras comunales. Algo que conocemos generalmente como reformas de índole liberal no casualmente para mediados y fines del siglo XIX.

IV
Gracias a la “reforma agraria” de la Revolución Meiji, los campesinos se liberaron de los vínculos feudales de dependencia, pasando de arrendatarios feudales a la situación de campesinos propietarios libres, en sentido jurídico. Pero continuaron siendo contribuyentes de los nuevos impuestos territoriales. Podemos afirmar que, desde el puno de vista económico su propiedad territorial siguió estando bajo tutela feudal. Pocos campesinos propietarios pueden vivir como productores independientes en sus propias tierras, por lo que la mayoría de ellos desempeñan un trabajo domestico adicional. Los nuevos impuestos territoriales no fueron el resultado del desarrollo interno de la economía rural. Encuanto a los campesinos, se vieron sujetos al impuesto territorial en dinero, sin que las condiciones económicas y sociales les hubiesen convertido en productores de mercancías. De ahí que el cambio brutal de renta en especie por impuesto territorial en dinero no supusiera, para el campesino, la posibilidad de su emancipación e independencia, sino más bien la de su constante empobrecimiento.
   Por último, con el desarrollo del capitalismo, desaparecieron la industria rural domestica o el trabajo rural complementario. Al legalizar las relaciones económicas entre jinushi y kosaku formadas bajo el antiguo régimen señorial, o sea, al consagrar los kokutaka en manos de los jinushi como derecho de la moderna propiedad territorial, las reformas agrarias de la revolución Meiji reorganizaron el sistema jinushiano y lo reforzaron. En una palabra los kosaku quedaron relegados a los jinushi y obligados a pagarles una renta en especie. Esta categoría de renta en especie predominaba pues en toda la agricultura japonesa e impedía la implantación del capitalismo en la agricultura nipona. Impedía por tanto la subsunción real de la producción agraria en el capital. En la agricultura japonesa, fundada en las rentas anuales en especie, no tuvo lugar la concentración de explotaciones agrícolas.
   El doble principio de impuesto territorial en dinero y la renta en especie refleja el antagonismo entre la pequeña explotación agrícola y la propiedad territorial jinushiana. La transformación de los productos agrícolas en mercancía y dinero se efectúa exclusivamente a través de los jinushi. En esta agricultura, en la que predomina la renta en especie, la transformación de los productos agrícolas en mercancía se realiza siempre a favor de los propietarios jinushianos. Con la reforma agraria de la revolución Meiji la compra-venta de la tierra paso a ser libre. Las tierras se convirtieron en mercancía, se desarrollo el comercio de tierras, quedando muchas de ellas concentradas en manos de los jinushi. No obstante, este hecho no supone la transformación capitalista de la agricultura nipona. En la medida en que predomina un tipo de renta del suelo, que por lo general, no permite la formación de beneficios, el dinero invertido en la tierra no hace más que elevar el precio de la tierra e incrementar la tasa de las rentas en especie. Contra la instauración de este sistema jinushiano y la propia reforma agraria, estallaron en todo el país, a principios de la era Meiji, revueltas campesinas y violentos disturbios agrarios. Sin embargo, la constante oposición de los campesinos fue reprimida por el fortalecimiento y aumento sistemático de las fuerzas militares y policíacas del nuevo Estado de transición al capitalismo.

Ramiro Sebastián de Altube,
Julio de 2011.-


[1] En la historia de Japón, el término shōgun (lit. «Comandante del ejército») era un rango militar y título histórico en Japón concedido directamente por el Emperador. Como título, es la abreviación de Seii Taishōgun («Gran General Apaciguador de los Bárbaros»), nombramiento que hasta 1192 había sido temporal y era utilizado para referirse al general que comandaba al ejército enviado a combatir a los emishi, quienes habitaban en el norte del país.
   Durante el siglo XII y hasta 18684 el shōgun se constituyó como el gobernante de facto de todo el país, aunque teóricamente el Emperador era el legítimo gobernante y éste depositaba la autoridad en el shōgun para gobernar en su nombre.5 Durante este tiempo, el Emperador se vio obligado a delegar completamente cualquier atribución o autoridad civil, militar, diplomática y judicial a quien tuviera dicho título.
   Durante los primeros contactos con occidente e incluso en algunos países asiáticos como China, el shōgun era considerado como «rey de Japón», ignorando que existían dos estructuras de autoridad.
   Al gobierno del shōgun se le conoce en español como shogunato y en japonés como bakufu. Durante la historia de Japón existieron tres shogunatos y el primero fue el establecido en 1192 por Minamoto no Yoritomo, conocido como «shogunato Kamakura». Dicho gobierno solo fue controlado por tres miembros del clan Minamoto, pues el poder fue usurpado por el clan Hōjō, quienes bajo el título de regentes nombraban shogunes títeres niños y jóvenes que desechaban al cumplir los veinte. El segundo shogunato es conocido como «Ashikaga» y fue fundado en 1338 por Ashikaga Takauji. Durante este shogunato quince miembros del clan Ashikaga mantuvieron el puesto hasta que un prominente militar del período Azuchi-Momoyama llamado Oda Nobunaga derrocó al shōgun en 1573. El último fue el «shogunato Tokugawa», instituido oficialmente por Ieyasu Tokugawa en 1603 y culminó en 1868 después de la renuncia al cargo de Tokugawa Yoshinobu, cuando el Emperador Meiji retomó su papel protagonista en la política del país y la figura del shōgun fue abolida.
[2] El daimyō era el soberano feudal más poderoso desde el siglo X al siglo XIX dentro de la historia de Japón. El término "daimyō" significa literalmente "gran nombre". Desde el shugo del Período Ashikaga hasta el del Período Sengoku hasta el daimyō del Período Tokugawa, el rango ha tenido una larga y variada historia. El término "daimyō" es utilizado también en ocasiones para referirse a figuras de liderado de los clanes, también llamados "señores". Este era usualmente, aunque no de forma exclusiva, el líder militar que un shōgun o regente seleccionaba. El daimyō utilizaba usualmente colores púrpuras, que variaban de oscuros a claros dependiendo de qué tan alto fuera el nivel donde se encontrara. Los púrpuras oscuros y claros precedían a los verdes oscuros y claros, negros y rojos claros, y finalmente el negro. Los daimyō de más alto rango eran considerados nobles.

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