por M.K.
Con el correr de los meses hemos presenciado un fenómeno relativo al
estado, minoritario ciertamente pero igualmente significativo, que nos
sitúa ante la emergencia a esta altura incuestionable de una veta
pulsional, que había permanecido largo tiempo como subterránea, y que ha
detonado un entusiasmo obnubilado y frenético. Por un momento hemos
resultado espectadores perplejos, o cuanto menos incómodos, de una
creciente intensificación en la actividad y el discurso públicos de
amigos o desconocidos próximos que enarbolan unos estandartes que
asemejan un Santo Grial.
Sin embargo no estamos en presencia de aquel Santo Grial del que nos
hablan las historias de Arturo, sino más bien de este, más próximo a
nuestra cultura, que perseguían los austeros caballeros personificados
por la pandilla de los Monty Python.