Traemos a
la luz esta entrevista al salteño y revolucionario Armando Jaime (así se
definiría él). Exponente de la rebeldía obrera en el norte de nuestro país y
referente de la histórica CGT Clasista de Salta, fue también uno de los fundadores
al interior del peronismo, del movimiento crítico que se conoció genéricamente
como el Peronismo Revolucionario.
Su historia personal, expone uno de los tantos- y diversos- caminos tomados por una generación que marcó con honor a la historia de nuestro pueblo. Con esta publicación queremos, además, valorar la iniciativa y reconocer el esfuerzo del historiador rosarino Leónidas Noni Ceruti que al realizar esta entrevista valoriza y da sentido a la historia obrera desde los testimonios de los hombres del Pueblo. Agradecemos también a los compañeros, familiares y amigos de Armando Jaime que nos hicieron llegar este material único y riquísimo para conocer parte de nuestra historia popular.
Entrevista a
ARMANDO
JAIME
(1932-2018)
SU
VIDA, MILITANCIA Y LEGADOS
La recuperación del pasado
en una sociedad a través de la conservación de los testimonios de los
protagonistas, es una actividad necesaria para fortalecer el nexo entre el
pasado y el presente. Nuestro país, nacido al calor del proceso modernizador,
ligado a una concepción del progreso indefinido, ha relegado la conservación de
la memoria.
A través de los testimonios
orales es posible acceder a un mundo que no ha quedado asentado en el papel.
Con las “historias de vida”
se apunta a diversos ejes que se cruzan entre sí para poder comparar vivencias,
reconstruir la biografía del entrevistado, cotejar las informaciones.
Los testimonios de los
protagonistas ofrecen sentires, sensaciones, momentos, que si bien han sido
mediatizados por los recuerdos, constituyen en sí mismos historia. También
expresan “su” balance de la experiencia pasada, llena de contradicciones y
conflictos, que en definitiva alude tanto a la época pretérita como a la
actual.
La importancia de los
mismos es la posibilidad que ofrecen de rastrear sentimientos y vivencias a
través del tiempo. En toda memoria podemos encontrar elementos de hechos y de
pensamientos relativos a la época evocada.
Los testimonios orales han
adquirido más tarde que otras fuentes históricas validez y categoría de documentos
para investigar el pasado.
La historia oral son las
memorias y recuerdos de la gente sobre lo vivido. Nos permite que aquellos que
fueron excluidos de la historia oficial puedan ser escuchados, buscando y
recuperando experiencias olvidadas o desconocidas, porque la particular forma
en que la gente da sentido a sus vidas es una evidencia históricamente valiosa.
Se trata de dar voz a los que no la tienen.
Basándonos
en esos conceptos y con el objetivo de rescatar la vida del compañero Armando
Jaime, es que encaramos este reportaje, para que él nos relatara en primera
persona sus vivencias.
En
el mismo van a aparecen comentarios y reflexiones sobre su familia, la
influencia de su padre, sus trabajos, formación, los comienzos en la militancia, el peronismo y
las transformaciones, la revolución fusiladora, la represión, su nuevo destino,
la resistencia, las luchas gremiales y políticas en su Salta natal, avanza
hablándonos de Tosco, Ongaro, Salamanca y el Villazo, la CGT Clasista de Salta,
la clandestinidad, el Rodrigazo, el FAS, la derechización durante los años
1974/75, los debates y la libertad, el 25 de mayo de 1973, las elecciones y la
fórmula con Tosco, los intentos de unidad en medio de la represión, el golpe
genocida del 76, la experiencia del exilio, el gremialismo, las tendencias
revolucionarias a nivel nacional e internacional, nuevos tiempos de militancia,
su encuentro con Perón, la relación con John William Cooke, el regreso del
exilio, la militancia en democracia y las nuevas construcciones, etc.
Además
hemos incorporado una serie de notas periodísticas escritas luego de su
fallecimiento, que se refieren a su militancia, los conceptos que nos dejó, sus
enseñanzas.
Luego
de todo ello es que aseguramos que estamos en presencia de la vida de un
revolucionario, que vivió y dio todas sus fuerzas para luchar contra las
injusticias, las miserias de esta sociedad, y por la revolución socialista.
Leonidas Noni Ceruti
AÑOS DE TRABAJO, FORMACIÓN
Y LOS COMIENZOS DE LA MILITANCIA
Entrevistador: Leonidas
Ceruti (LC)
Armando Jaime (AJ): Me llamo Armando Jaime; nací en la ciudad de
Salta un 9 de octubre de 1932.
L.C: ¿Cómo se componía tu
familia?
A.J: Bueno, mi familia era una familia de
trabajadores, una pareja normal.
L.C: ¿Y en qué trabajaba tu
padre?
A.J: Mi padre era panadero; trabajaba en
panaderías...y, en muchas otras cosas
L.C: ¿Era empleado?
A.J: Era trabajador asalariado.
L.C: ¿Y tu madre?
A.J: En general atendía la casa, aunque a veces
también trabajaba afuera, p.ej. recuerdo que lo hacía en las plantaciones y la
cosecha del tabaco. Después trabajó en una hilandería.
L.C: ¿Hermanos, hermanas?
A.J: Bueno, nosotros éramos cinco hermanos, de
los cuales dos murieron siendo bebés y quedamos tres, dos varones y una mujer.
L.C: Y tu papá, en todos
esos trabajos que tuvo, ¿tuvo alguna participación gremial?
A.J: Bueno, él aprendió en Salta ese oficio, con
un anarquista muy conocido de aquella época: Juan Riera, éste tuvo influencia
en ciertas posiciones ideológicas anarquistas que asumió y sé, por lo que él me
contaba, que colaboraba políticamente en algunas actividades con Juan Riera,
entre ellas, en los días difíciles de represión, solía guardarle los libros y
materiales de propaganda, en fin, se trataba de una colaboración, donde
oficiaba de ayudante del Ing. Maury por sus conocimientos de matemáticas,
adquiridos en el Colegio Nacional de Salta, lo cual para la época eran valiosos y más aún para un
trabajo de construcción de ferrocarril, teniendo en cuenta que la mayor parte
de los peones no tenían mucha preparación. Así que por ese motivo, como
ayudante del Ing. Mauri también le manejaba el teodolito. En ese ramal
ferroviario trabajaron como obreros varios yugoeslavos refugiados en Argentina,
entre ellos Josep Broz Tito.
L.C: ¿Tu padre comentaba en
la casa, en los almuerzos, sobre algunas actividades, incluso sobre alguna
huelga?
A.J: Sí, en general se identificaba con el
movimiento obrero (MO) y, en general con el movimiento anarquista, donde
participaba desde su juventud, orientado por Juan Riera. Recordaba la ferocidad
de un represor llamado “Hachao” Costas que disolvía las concentraciones de
trabajadores atropellando con el pelotón de la caballería.
Mi madre era muy católica, se diferenciaba de mi
padre que era un hombre de formación atea. De hecho que nos inculcó esas ideas;
por ejemplo en mi caso, me hice ateo de muy chico, mientras mi hermano, por la
influencia de mi madre se inclinó más bien por el catolicismo; él fue católico
toda su vida. Mi hermana oscilaba entre una posición y otra, digamos ni muy
militante ni tampoco muy religiosa.
L.C: ¿Y cuando él traía
esos libros del anarquista, quedaba alguno suelto por ahí por la casa para que
ustedes le echaran una mirada?
A.J: No, porque ésa era la época en que nosotros
éramos muy chicos. Después, cuando tenía unos catorce años y pregunté, él me
mandó a ver unos anarquistas, que andaban muy temerosos en aquel tiempo; no
querían atenderme, por la represión que sufrían. Tanto es así que cuando me
entregaban el material, me aconsejaban cada vez que tuviese mucho cuidado y no
contara quién me lo había dado. Recuerdo lo primero que me dieron, era un
folletito que decía “Veinte verdades que demuestran la inexistencia de Dios”.
L.C: ¿Y vos, en ese tiempo
ya tenías una formación?
A.J: Sí, ya la tenía, aunque relativamente;
luego, cuando surge el peronismo, mi familia y los vecinos se inclinaron hacia
el laborismo; ellos nos llevaban a los mítines. Allí entre los oradores se destacaba
Carlos Xamena, un enfermero que, desde el punto de vista de sus discursos, de
su actividad, hoy diríamos que era un hombre más o menos de izquierda dentro
del peronismo. En este movimiento, sobre todo el del 45, toda la primera camada
de trabajadores, de obreros, todos los que apoyaban a Perón, pertenecieron al
laborismo. Ese partido fue fundado inmediatamente después del 17 de octubre por
los dirigentes sindicales que impulsaron el levantamiento de aquella fecha.
Pero aquí ya aflora una contradicción que tendrá el peronismo en toda su
historia: los obreros y trabajadores por una parte y, los sectores de la
burguesía por la otra, presentes en la constitución de este movimiento. De ahí
que el Partido Laborista tiene una aparición fugaz.
Llegado a la presidencia, el coronel Perón, de
inmediato plantea la conformación de un partido único que incluyera a la Unión
Cívica Radical-Junta Renovadora, sectores nacionalistas de la burguesía y la
oficialidad militar del GOU (Grupo de Oficiales Unidos). Cipriano Reyes, uno de los fundadores del Laborismo, se
resiste a esto. No es para menos, el Partido Laborista, era un partido
exclusivamente de trabajadores y excluía por norma estatutaria la presencia de
patrones, es decir, Cipriano no acuerda con un partido poli clasista que, en
los hechos, estaba naciendo.
Fíjate, que en aquel tiempo, en las bases se
discutían todos estos temas, eso me fue dando una identificación ideológica a
favor de los obreros y sectores populares, a tal punto que, al asumir el
peronismo, milité toda mi vida en un polo de la contradicción con los sectores
burgueses. Fui evolucionando, primero en la resistencia peronista, luego en los
sectores más avanzados del peronismo revolucionario y, con el tiempo, asumí las
ideas del marxismo.
L.C: Estamos hablando 1945,
1946. Y con respecto a tu infancia y a tu adolescencia, ¿Vos comenzaste a
trabajar de chico? ¿Cuál fue tu primer trabajo?
A.J: Ah, sí, mira! Cuando nosotros terminamos la
primaria, entonces papá nos habló y nos dijo que él no podía hacerse cargo de
que siguiéramos estudiando y, en consecuencia nos mandó a trabajar a cada uno.
Ya tenía hablado talleres de trabajo. Así que a mí me mandó a una sastrería y
de ahí es que me vinculé al sindicalismo, a la CGT y todo ese mundo; así fue
como aprendí el oficio de sastre.
L.C: ¿Y qué otro trabajo
desarrollaste?
A.J: Me afilié al sindicato y, en una de las
elecciones del mismo me eligieron secretario de actas. Tenía 18 años en ese
momento y estaba haciendo la secundaria nocturna.
L.C: Eso era en el año, más
o menos 1950, 1951
A.J: Sí, el Secretario General del sindicato me
vetó, por cuanto decía que era menor de edad. A raíz de esto, me fui a quejar a
Carlos Xamena que, en ese tiempo, creo, era vicegobernador; como me conocía me
dijo “Vos mejor, deja eso, no te aflijas
te vas a ir a trabajar de maestro de escuela. Y te voy a mandar de director”.
Y me mandó al inspector regional y ahí nomás me
hicieron el nombramiento.
Y
bueno, era por una ley que sacó el gobierno nacional de alfabetización, por la
que se recibía personal que no tuviese títulos y quisiera ir a la campaña. De
manera tal que me fui a trabajar como maestro de escuela, en un paraje
solitario de las montañas de Salta, en Santa Victoria Oeste. Se trataba de un
Departamento manejado políticamente por los conservadores. La escuela era un
rancho y, en las inmediaciones, vivían dos o tres familias. La mayor parte de
los chicos asistían desde distancias de dos o más kilómetros de la escuela,
venían desde plena Puna.
L.C: ¿Así que eras
maestro…?
A.J: Sí, inicialmente. Después alcanzamos a ser
tres, porque aumentamos la cantidad de alumnos y se había establecido, en la
reglamentación escolar, un número determinado de alumnos por docente.
L.C: ¿Y cómo continuó tu
vinculación con el sindicalismo? ¿Seguías manteniendo contactos?
A.J: Sí, seguí manteniendo contactos, después
tuve una relación más directa con el Partido Peronista. Así que en esa zona
fundé varias Unidades Básicas. Porque era una zona manejada por los
conservadores, por ese motivo es que me mandaron ahí. Y la tarea era volcar la
opinión de la gente en ese departamento, donde siempre ganaban ellos. Después, cuando nos tocó participar de la
próxima elección, ganó el peronismo.
L.C: ¿Una elección
provincial?
A.J: Sí, se elegían diputados y senadores. Me
acuerdo que el candidato a senador por el departamento fue un dirigente
sindical ferroviario y, la candidata a diputada, una compañera de las empleadas
domésticas. Pero estos candidatos no fueron elegidos en el departamento sino en
la ciudad de Salta, una falla que, con el tiempo, se corrigió
L.C: ¿Ya existía el
Sindicato de Empleadas Domésticas?
A.J: Mira, recuerdo que ella era empleada
doméstica. Pero me parece que ya había una formación o estaría vinculada a un
sindicato. No recuerdo bien eso. Pero ahí, hasta ese momento, en el peronismo,
existía una contradicción bastante fuerte entre el sector sindical obrero y el
sector que provenía de la pequeña burguesía o, de la burguesía. Se los
distinguía como los políticos y los sectores obreros.
L.C: Eso era ya 50, 52;
ahora, volviendo atrás, al origen del peronismo, el Partido Laborista,
¿existían ya los laboristas, como grupo político?
A.J: Bueno, el tema es más o menos así...
L.C: ¿Y cómo se da en el
ámbito nacional?
A.J: El Partido Laborista se funda y difunde muy
rápidamente en el país. Y los afiliados, por lo general, provenían de los
sindicatos. A través del Partido Laborista se arma la fórmula Perón-Quijano, es
decir, se apoya la fórmula; pero, en esa fórmula también participaron los radicales
de la Unión Cívica Radical-Junta Renovadora, a la cual pertenecía Hortencio
Quijano.
En Salta ocurrió lo mismo, con la diferencia que
en la provincia, la gente del
radicalismo, venía de una raíz nacionalista, es entonces por esa vía que entra
Cornejo Linares - nacionalista , dueño de un ingenio el San Isidro, en el
Departamento de General Güemes, además de ser un fuerte latifundista. Es decir
que en Salta, gran parte del peronismo estaba manejado por un sector de la
oligarquía tradicional, o sea gente que
pertenecía al Club 20 de Febrero.
L.C: ¿En Salta?
A.J: Sí.
Lo que existía era la Unión Cívica Radical y el Partido Demócrata que, con los
años devino en llamarse la Unión Provincial, es decir, juntaba todo lo que era
el viejo Partido Demócrata, es decir, los conservadores y, por supuesto eran
unos de los que se oponían al peronismo junto con la Unión Cívica Radical
L.C: Ahora, en ese momento
en Salta ¿cuántos sindicatos existían? ¿Qué actividad había o cómo
participaban?
A.J: Bueno, en lo personal participaba en el
Sindicato del Vestido y después, indirectamente en la CGT y, luego seguí
durante muchos años colaborando con la CGT. Pero había entre los sindicatos, el
de los telefónicos, el de los agrarios, Luz y Fuerza, de la construcción, los
panaderos, del vestido, ferroviarios, La Fraternidad etc.
L.C: ¿Qué otros sindicatos
participan de la elección del 46, son todos del Partido Laborista?
A.J: Así fue.
EL Partido Laborista había copado todo. Sí, todo, todo lo que era de
clase obrera lo ganó en ese tiempo.
L.C: ¿Del Partido Laborista
de Buenos Aires?
A.J: No, no. El Partido Laborista nació en
Buenos Aires, pero como una expresión de los asalariados a nivel nacional. Lo
que pasa es que, después, cuando Perón decide hacer un partido único, de donde
nace el Partido Peronista o Partido Justicialista, desaparece el Partido
Laborista y, aunque Cipriano Reyes se resistió,
terminó preso.
L.C: Sí, claro.
A.J: La contradicción se resolvió de esa
manera...
L.C: O sea que ese fenómeno
- que uno lo conoce en Buenos Aires y que se dio acá en Rosario - ¿se reprodujo
en Salta tal cual?
A.J: Sí, sí...
L.C: Ese sector del
radicalismo que vos decís nacionalista, era gente que, digamos,adhería a las
ideas de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), eran
realmente de FORJA...?
A.J: Sí, sé que este Cornejo había pertenecido a
FORJA en la provincia. Pero era un hombre de mentalidad neonazi. Tanto es así
que después de la caída de Perón, sacó un libro con su firma con el nombre de
“La Comunidad Organizada”, donde expresa ideas corporativistas. Es decir, el
peronismo siempre tuvo en su interior elementos corporativistas.
L.C: En FORJA, cuando se
divide en dos organismos, sucede eso, unos se van con los nazis, nacionalistas
así, otros se van más para la izquierda, para el peronismo, pero hay un sector
de FORJA que son nazis realmente, y así lo expresa en ese libro. ¿Y, ustedes
ahí...?
A.J: Bueno, nosotros ahí estábamos con Carlos
Xamena que era la oposición, digamos, tanto es así que Carlos Xamena impulsa,
estando ya en el gobierno, la expropiación del inmueble del Club 20 de Febrero,
que estaba ubicado frente a la Plaza 9 de Julio y en las galerías frontales, se
sentaban sus socios.
L.C: Toda la clase
dominante, digamos, ¿los ricos?
A.J: Bueno yo, no me acuerdo porque era chico
todavía, pero dicen que, anteriormente, según me cuentan, los días domingo y
los días feriados ningún sector del pueblo podía entrar a la Plaza 9 de Julio.
Era dominio de ellos. Después, con el peronismo se rompe todo eso, ese tipo de
discriminación social, particularmente con Carlos Xamena.
EL PERONISMO Y LAS
TRANSFORMACIONES
L.C: ¿Cómo recibió la gente
al peronismo, qué clima había cuando empieza a surgir, cuándo se empiezan a
concretar, cada vez más, las leyes sociales del peronismo, cuándo los
sindicatos empiezan a tener fuerza?
A.J: Ahí lo que sucede es un impacto muy fuerte
entre los trabajadores y sectores populares; se produce una mayor demanda de
trabajo, hay tanto una mejora salarial generalizada como también una asistencia
social. Con esto, el cambio es notable. Bueno, en nuestro caso, que éramos una
familia pobre, de pronto vemos una mejoría en cuanto a los ingresos, había más
posibilidades de cubrir muchas necesidades postergadas. En aquel entonces se
notaba, y con mucha claridad, este nuevo tipo de distribución del dinero, a
consecuencia del incremento salarial y ayudas sociales.
Además estaba el tema de un notable ascenso en
cuanto a la importancia de los sindicatos y, en particular de los
trabajadores. La clase obrera se sentía
con cierto poder frente a las patronales. Es decir, cualquier patronal a la que
se veía medio pesada, con la simple amenaza de ir al Ministerio de Trabajo ya
enseguida aflojaba.
L.C: ¿La gente empieza a
sentir ese poder dentro de los lugares de trabajo?
A.J: Eso es algo que, puede resultar
incomprensible, como entendimiento de lo que significó el peronismo en ese
momento, porque hasta ahí, hasta que llegó el peronismo, los trabajadores
estaban reprimidos y no tenían mayormente derechos. Cuando viene el peronismo,
sí, se sienten todos con derechos, los trabajadores, el sindicato, el dirigente
frente a la patronal, porque creíamos que ése era nuestro gobierno. La simple
advertencia al patrón de ir al Ministerio de Trabajo, surtía efecto. Es decir,
hubo un cambio evidente. Sin embargo, muchos peronistas comprendimos y
racionalizamos, con el tiempo, que en realidad estábamos frente a un movimiento
político que, en última instancia, defendía a la burguesía.
Cuando visité al General Perón en su exilio de
Madrid, en la extensa conversación que tuvimos, en un momento nos dijo: muchachos, el capitalismo no es malo, el
problema son sus abusos... Con esto, categóricamente, nos expresó la
esencia ideológica de su pensamiento.
L.C: ¿Y la relación dentro
del peronismo con esos sectores, por ejemplo con los industriales, los
radicales o conservadores?
A.J: Bueno, ahí ocurre que estos sectores son
los que tenían de hecho el manejo ideológico del peronismo. Perón formuló en
libros y escritos una doctrina, que sintetizaba como una TERCERA POSICIÓN pero,
en la experiencia cotidiana, los trabajadores se enfrentaban con la burguesía
permanentemente, en huelgas prolongadas por los salarios u otras
reivindicaciones, por ejemplo la de la FOTIA de Tucumán en 1949 que se extendió
por más de un mes, hubo un militante muerto por torturas o, la huelga de los
trabajadores de la construcción en Salta que costó la vida de dos trabajadores,
forzó la renuncia del gobernador que pertenecía a la oligarquía salteña para
señalar solo dos casos. Pero en el Partido Peronista esta contradicción
aparecía como la de los “políticos y los trabajadores” estos últimos
representados por los dirigentes sindicales, los cuales ya tenían fisuras de
burocratización y corrupción.
Los políticos, cuya mayoría venía de partidos
tradicionales, astutos por cierto, incluían a las patronales también como “trabajadores"
o, manifestaban que los capitalistas eran necesarios para el proceso de
producción. Bueno, en nuestra juventud, a pesar de vivir esas contradicciones,
asumimos ese tipo de peronismo, el de la tercera posición. Pero nos duró poco
tiempo; la realidad y las discusiones, la lucha, nos cambió.
L.C: Claro, es entendible,
la práctica.
A.J: Lo discutíamos… y todo.
Pero esto no significaba que, en la conciencia
de los compañeros, no existieran diferencias o críticas hacia el peronismo;
siempre las hubo; en el interior del movimiento había lucha de clases. Así, una
contradicción entre los que eran trabajadores y los que venían de la burguesía,
que eran los llamados "políticos".
Siempre milité entre los trabajadores y, las discusiones
eran muy frecuentes.
L.C: Ahora, ahí vos ya
estabas en el Sindicato del Vestido.
Veamos eso de los primeros
papeles que te habían acercado los anarquistas alrededor del ateísmo, ¿cómo te
formaste políticamente? o sea, ¿fuiste un autodidacta? ¿Empezaste a leer?
¿Preguntabas? ¿Buscabas materiales?
A.J: Lo principal fue la lucha y, la discusión
con los compañeros. Entre los trabajadores muchos tienen una muy buena
preparación y te expresan con suma claridad la teoría y la experiencia. Aprendí
mucho de ellos. Luego, la lectura, la concurrencia a charlas, conferencias,
cursos; por ejemplo, en Tucumán alrededor de los años 1957/58 colaboré en la
formación y participé de una escuela sindical propiciada por el Sindicato de No
Docentes de la Universidad Nacional de Tucumán. Durante casi dos años
estudiamos la historia del movimiento obrero argentino, las leyes laborales,
organización, política etc.
L.C: ¿Qué leías, que
recordás que leían, por ejemplo?
A.J: Bueno, al comienzo lo que leíamos bastante
era el material que nos daba el peronismo, pero aparte, yo había conseguido
material de los anarquistas y lo leía, así que tenía esa influencia y, por ahí
empecé a leer algo de marxismo, porque en una de las vacaciones que fui a
Buenos Aires, para no estar inútilmente, me busqué trabajo en una librería y,
en esa librería encontré los libros de Carlos Marx, en el depósito, unos libros
viejos. Me los llevé para leer y me parecieron excelentes, digamos. Y, a partir
de ahí, empecé a ver toda literatura marxista. Y, entre la gente con la que
conversé, en los primeros tiempos, sobre marxismo fue con el grupo de Silvio
Frondizi. En Buenos Aires fui a una conferencia, me encontré con ellos, me
interesó el tema, yo seguía siendo peronista. Y recibí mucho material de ellos,
que me los enviaba por correo a Salta. Esto en los años 1953/54… luego, bueno,
en Salta y en Tucumán, después ya leíamos y discutíamos temas del peronismo, el
marxismo, el socialismo.
L.C: ¿Te acordás de la
primera elección en la que votan las mujeres en 51?
A.J: Sí, el voto de la mujer, impulsado por Eva
Perón. Fue una importante conquista. Con eso se sumó la participación activa de
la mujer en la política argentina, muchas compañeras accedieron por primera vez
a las legislaturas. Fue un avance.
L.C: ¿Recordás algo
especial de aquel momento; había compañeras en los sindicatos en esa época?
A.J: Sí, sí, sí, especialmente en el del vestido
había muchas mujeres. Y, bueno, las mujeres se sentían con algunos derechos
también. Y tanto es así que, en la reglamentación del Partido Peronista se
ponía un 50% para los trabajadores y un 50% para los políticos, era así y,
dentro de ese porcentaje, una tercera parte debían ser mujeres, si mal no
recuerdo.
L.C: La rama femenina
A.J: Sí, la rama femenina. Es decir que le
reconocían un tercio. Y de ahí, ese tercio lo peleaban entre los políticos y
los sindicalistas. Y por eso, de ese tercio en Santa Victoria fue esa compañera
- que era empleada doméstica - como candidata a diputada provincial.
LA REVOLUCIÓN FUSILADORA,
REPRESIÓN, NUEVO DESTINO Y LA RESISTENCIA
L.C: Y cómo se vivió en los
sindicatos el golpe del ´55? ¿Hubo asalto de los comandos civiles a algunos
sindicatos? ¿O en Salta fue más tranquilo?
A.J: Cuando se produjo el golpe militar de 1955,
me encontraba en la localidad de la Quiaca (provincia de Jujuy). Había ido a
realizar unos trámites, y me volvía. La
indignación de los trabajadores era notable, ese día se produjeron varias
reuniones. En La Quiaca tenía algunas relaciones con activistas sindicales y
políticos, había participado en las Jornadas Doctrinarias Peronistas. Era
miembro de la comisión directiva del Club Lavalle y otras actividades. Volví a
mi trabajo. Antes que terminara el período lectivo me comunicaron que quedaba a
disposición y que regresara a Salta; allí en la inspección de escuelas me
labraron un extenso sumario por mi actividad política en el departamento. En
Salta había muchos dirigentes presos. Por las dudas, me fui a Tucumán. Allí me
incorporé a la resistencia, por esos años conocí a Félix Serravalle y a Hugo
Andina.
L.C.: ¿Cuál fue tu
experiencia docente en aquella localidad?
A.J:
Nosotros conformamos en Santa Victoria, un grupo de maestros. Aparte hicimos un
intento de organizar un sindicato de trabajadores del campo. Allí los campesinos
eran todos arrendatarios y tenían la obligación de ir todos los años a la
cosecha de caña en el Ingenio azucarero San Martin del Tabacal, ubicado en el
departamento de Orán, ya que el pago del arriendo lo tenían que hacer con
trabajo en el ingenio. El dueño de esta planta agrícola-industrial era
Robustiano Patrón Costas. Porque ahí, en Santa Victoria, la tierra le
pertenecía a una Familia Campero o algo así, los dos o tres apellidos más, no
los recuerdo.
Según me contaba gente muy vieja de entonces, años atrás hubo en la región un
levantamiento armado por las tierras que fue sofocado por el ejército. Luego de
esa derrota, los propietarios de esas tierras, los Camperos, reunieron a los
pobladores, tras una reprimenda les informaron que de castigo por este
alzamiento, las tierras habían sido arrendadas a Patrón Costas. No tengo
suficientes datos históricos de ese tema pero, los viejos lo contaban en esa
época, me contaron a mí que hubo un levantamiento. Después, fue aplacado con
las armas, vino el ejército, entonces el dueño de las tierras reunió a todos
los campesinos en el departamento, les dijo que los iba a castigar, y que por
ese motivo les arrendaba las tierras a Patrón Costa. Esto es de lo que cuentan
los viejos allá o lo contaban en aquel tiempo. Y, a partir de ahí, Patrón Costa
era el que manejaba todas las fincas, es decir, un departamento completo. Y, la
exigencia: el cobro del arriendo lo hacía Patrón Costa con trabajo. Es decir
que nadie podía pagar arriendo con dinero, sino que tenía que ir a trabajar al
Ingenio Tabacal.
L.C: ¿Trabajar en su campo?
A.J: Sí, a trabajar, es decir, tenían que ir a
pelar caña. Y luego con eso del trabajo le pagaban y le descontaban el
arriendo; entonces ellos, toda gente de montaña, podían vivir ahí, donde tenían
crianza de ovejas y algunas siembras pequeñas. Sembraban para ellos maíz, papa,
habas, con lo que tenían algo para la subsistencia.
L.C: La estructura agraria
era feudal y terrateniente.
A.J: Si,
era feudal. La sociedad bien dividida: los terratenientes arriba y los
trabajadores abajo. Y ahí en ese departamento y en Iluya y otras zonas del
interior, se movían con capataces que eran los encargados de incorporar la
gente para la zafra. Y esos capataces pertenecían a la Unión Provincial, es
decir, aparte de tener ese poder sobre la gente, pertenecían al partido
patronal.
L.C: Aunque nos vayamos del
tema, ¿cuánto habrá durado más o menos esa forma de arriendo? Porque acá fue
distinto; ésa es una forma bien feudal.
A.J: Sí, creo que sigue hasta ahora, en ese
Departamento.
L.C: ¿Cómo trabajaban en el
campo de Patrón Costa?
A.J: Como ahora se ha mecanizado la zafra,
entonces ya no necesitan tanta gente. Pero en ese tiempo, sí, arrasaban con
familias enteras, abandonaban las casas y se iban a trabajar. Y no solamente
eso, sino que contrataban muchos trabajadores de Bolivia, es decir, para los
ingenios que hay en Tabacal, un ingenio grande o, en Ledesma; porque eran
tiempos en que toda la caña, toda se cortaba a mano.
L.C: ¿Y del golpe del 55,
qué recordás? ¿Vos decís que te fuiste a Tucumán?
A.J: Sí, me dejaron cesante y como estaban
deteniendo a muchos compañeros en Salta, me fui a Tucumán y allí me incorporé
al Comando 17 de Octubre. Bueno, ahí estuvimos en la resistencia, que consistía
en pintar paredes y otras actividades; en mi caso no me daban responsabilidades
muy grandes, porque era nuevito y estaba dentro de una célula.
L.C: Y la resistencia
peronista, esa que se organiza ahí en Tucumán o por lo que vos tenés conocimiento
de Salta ¿se produce también esa división entre lo político y la gente del
movimiento obrero?
A.J: Fijate vos que en la resistencia, la
mayoría eran trabajadores, muchos de ellos sindicalizados que eran los más
aguerridos frente a la dictadura. También había militares, sobre todo
suboficiales y, además activistas políticos que apoyaban la resistencia. Y, en
el conjunto, todos nos identificábamos como peronistas, no teníamos
diferencias; pero se ve que cada uno trabajaba de acuerdo a sus ideas. Había
una cuña anticomunista, representado por algunos nacionalistas y peronistas
influidos por éstos; eran los menos. En ese tiempo hacía entrismo el
trotskismo.
Y luego, cuando viene Frondizi, se abren algunos
cauces democráticos y se pueden hacer asambleas en el peronismo, entonces
comienzan a saltar las diferencias. Ahora ahí, entre los compañeros había de
todo, existían distintas tendencias, por lo cual se desarrollaban debates de
importancia. En lo que a mí respecta tenía tendencias más o menos radicalizadas
que compartíamos con otros compañeros y, estaban los que defendían la derecha
como tal; es decir elementos corporativistas. En Buenos Aires, por ejemplo,
había organizaciones como Guardia de Hierro u otras con tendencias
corporativistas. En ese entonces empieza a surgir la organización de la
juventud en diversos lugares del país.
L.C: Uds. con el Comando 17
de Octubre y cuando empiezan a organizar la resistencia tienen vinculación con
grupos de izquierda, anarquistas, comunistas o trotskistas que se oponían a la
revolución fusiladora? Hubo lugares donde, contado por propios compañeros de la
resistencia peronista, los anarquistas les enseñaban a armar un caño.
A.J: Bueno, ahí cuando estábamos en Tucumán,
había compañeros peronistas que difundían ideas de avanzada, también estaban
algunos trotskistas que practicaban el entrismo, de hecho se discutía, porque
los derechosos realizaban un macartismo interno y los señalaban como “zurdos”.
Pero eran discusiones internas. Hay que
comprender que los peronistas tenían sus argumentos convincentes y, como eran
numerosos, convertía a derechosos en radicalizados y a otros, como el caso de
algunos trotskistas que, con el tiempo, se volvieron grandes peronistas.
Tomemos como ejemplo el caso de los compañeros de Tacuara que venían de la
derecha y muchos de ellos se transformaron primero en peronistas y, luego, en
revolucionarios marxistas. O el caso de compañeros que provenían de la
izquierda trotskista o estalinista que se volvieron peronistas ortodoxos.
Este proceso se da cuando se puede discutir y,
comenzamos a reconocernos quiénes teníamos ideas más radicalizadas, los que
eran más ortodoxos y aquéllos que eran de derecha. Por ejemplo, nosotros
teníamos una excelente relación con Atilio Moya, al que le explotó una bomba. Esa
día yo estaba yendo de Tucumán a verlo en Bolivia, él era quien me conseguía
material explosivo y yo lo hacía pasar por la frontera y lo traía; éramos
amigos, compañeros. Después, cuando pasaron los años, él como dirigente
sindical estaba en la derecha total y nosotros, ya en la izquierda, con
definiciones marxistas. Si bien nos encontrábamos y nos saludábamos, siempre
existía una desconfianza mutua.
L.C: ¿Alguna anécdota de la
época de la resistencia? ¿A quiénes apuntaban o qué tipo de acciones hacían?
A.J: Bueno, en ese tiempo cualquiera actividad
que criticara u ofendiera a la dictadura era suficiente para reprimir y,
además, era una cosa suficiente como para poner nervioso a los represores, de
tal manera que un letrero en la calle hacía que se desesperaran para apresar a
quienes pintaban.
Las bombas que se usaban eran de fabricación
casera, por lo general enseñadas por algún suboficial de la resistencia y, en
una mayor parte, por trabajadores que provenían de las minas. Existía una
excelente voluntad que llevaba a la construcción de este tipo de aparatos
sumamente arriesgado, por ejemplo poner el fulminante en la mecha y apretarlo
con los dientes. Cuando esto se debe hacer con una pinza suave, de madera, ya
que los fulminantes son muy sensibles y, con un apretón brusco pueden explotar.
Y después, estaba el caso de Tucumán, donde tenían – yo no alcancé a conocerlo
– tenían una radio clandestina que estaba en una camioneta.
L.C: ¿Eso cuando termina?
A.J: La resistencia va desde 1955 hasta 1958
cuando Frondizi llega al gobierno. A partir de ahí hay una legalización de los
sindicatos y, al poco tiempo, al no cumplir Frondizi con algunos compromisos
que había asumido en cuanto a las reivindicaciones de la CGT (Convenios
Colectivos de Trabajo) se inicia una nueva etapa de la resistencia, esta vez
protagonizada por el movimiento obrero a través de la toma de fábricas, huelgas
y movilizaciones.
Cuando Fortuny se hace cargo de la Central de
Policía, en primer lugar hace un relevamiento de las existencias en la Central
de Policía y descubre allí elementos de tortura, los que exhibe ante la prensa.
Reforma toda la estructura de las instalaciones que alojaban presos con un
sentido más humanitario, ya que anteriormente se los tenía hacinados, durmiendo
en el piso y otras calamidades. Por otra parte, hace pintar los carros de
asalto en colores celeste y rosado y los pone al servicio de los centros
vecinales para el esparcimiento de los niños de los barrios.
L.C: ¿Cómo fue lo de Ana
María Villarreal?
A.J:
Ana María Villarreal es oriunda de Salta. En Tucumán estudiaba Bellas Artes,
inclinación que lleva de la cuna paterna. Su padre fue un conocido restaurador
de imágenes, íconos, esculturas, muñecas antiguas etc. Es en la ciudad de
Tucumán y durante las luchas estudiantiles, se conocen con Roberto Mario
Santucho, más tarde se casan. En su luna de miel viajan a EE.UU y Cuba. Ana lo
acompañará en adelante en todas las actividades políticas, FRIP, PRT, ERP.
La
última vez que Santucho cae preso, también cae Ana; ambos son llevados a la
cárcel de Rawson. Cuando se produce la fuga le toca a ella estar en el segundo
grupo, precisamente el que no logra alcanzar el avión. Todo ese grupo va a
parar a la Base Comandante Zar a Trelew, en donde el 22 de Agosto los militares
los asesinan, aduciendo, un intento de fuga. Sayo, como apodaban a Ana, fue
sepultada en un cementerio que no recuerdo, pero cuando asume la presidencia
Héctor Cámpora, sus padres solicitan la entrega del cadáver para que sean
sepultados en la ciudad de Salta, lo logran y en consecuencia los restos
regresan a Salta. Enterados en la CGT Clasista, sus dirigentes se entrevistan
con los padres, para que el velatorio se realice en la sede de la CGT, que en
ese momento, a raíz de que los dirigentes fueron expulsados del edificio, pocas
horas antes de que trajeran el cadáver, en un mega operativo sorpresivo de la
Policía Federal. En consecuencia los miembros de la CGT Clasista tomaron la
sede del Partido Justicialista, para su funcionamiento.
Los
padres accedieron y, el velatorio se realizó, en ese local, ubicado en la calle
Balcarce frente a la Central de Policía. Una cantidad enorme de compañeros
acudieron al velorio, realizado de manera muy tradicional. Al otro día
aproximadamente a las once de la mañana se inició la marcha hacia el
cementerio. Era una multitud, varias cuadras, estandartes de la lista Verde, el
FRP PRT-ERP, ELN, Juventud etc., se turnaban para llevar el féretro, fue
entonces cuando al pasar frente a la casa de gobierno se aproximó un compañero
toma una asa del cajón y marchó hasta el cementerio. Se trataba nada más ni
nada menos que el Jefe de Policía de la Provincia, Rubén Fortuny- pertenecía al
FRP.
Un ex senador de la provincia de Salta me contó
que Perón lo llama a Miguel Ragone (gobernador de Salta y desaparecido) a la
Casa Rosada. Una vez allí, Perón le pregunta “cómo va esto de la limpieza de la gente de izquierda de su gobierno”;
a la respuesta de que todo estaría bien, Perón le saca la foto de Rubén Fortuny
llevando el féretro de Ana María Villareal, caída en la masacre de Trelew.
Entonces vuelve Ragone de esa entrevista y a
Fortuny le pide renunciar. A partir de ese momento, en la jefatura de policía,
va cambiando. Primero se designa al Coronel Sánchez en su reemplazo, pero muy
pronto también éste es reemplazado y las nuevas jefaturas son ocupadas por
personajes que ya estuvieron allí y no eran precisamente progresistas.
Desplazado Miguel Fortuny, es asesinado en la plaza 9 de Julio por un
torturador, Emilio Pavichevich,
que se da a la fuga, vuelve a Salta y no está ni un día preso.
Recordemos que en época de Ragone, es decir, los
primeros días que está en el gobierno movemos junto con Fortuny una serie de
denuncias que las hacemos ahí, en el despacho de la Policía Central de Salta,
denunciando a los torturadores, que era toda la camada de Joaquín Gil
(actualmente con perpetua). Fortuny recibe todas esas denuncias, y las eleva a
la justicia. El juez actuante decide procesarlos mientras que Fortuny organiza
el operativo para evitar que se fuguen, logra apresarlos a todos. Y van a la
cárcel de Villa Las Rosas de la provincia de Salta
L.C: ¿Qué pasó con los
presos?
A.J:
Estamos en los años 73/74, los detenidos y procesados por torturas, fueron a
través de muchas denuncias y por disposición de la Justicia Provincial, pero,
sorpresivamente en un momento pasan a la Justicia Federal, con el argumento de
que tales delitos correspondían a la Nación.
Cuando
esto se produce yo tengo una entrevista con Miguel, el gobernador, para plantearle
que esto era una maniobra, que no se debería permitir, ya que tenían que ser
juzgados por la Justicia Provincial, él también lo comprendía así. El tema fue
que, al poco tiempo salieron en libertad. Buenos Aires se movió rápidamente,
suponemos López Rega, Rucci etc. por la libertad de estos violadores de los
DD.HH.
En
Salta, de alguna manera, fuimos pioneros en procesar a los torturadores y
asesinos. En la actualidad están la mayoría procesados y, varios ya condenados,
como el caso del comisario Joaquín Gil con más de una perpetua, pero con el
privilegio de la prisión domiciliaria.
Tuve discusiones con Miguel, en el sentido de
que, como presos, estaban a cargo de la justicia provincial. Entonces, no sé
cómo es que hicieron una maniobra y, al mes y medio intervino, la justicia
federal aduciendo que se trataba de un delito nacional. Así es cómo la justicia federal se hizo cargo
y les dio la libertad.
Así termina ese episodio, pero reitero, en Salta
fuimos los primeros en encarcelar a los torturadores. Todos estos policías
actualmente están juzgados, por crímenes, entre ellos, por su vinculación con
el de Ragone, con la desaparición de Ragone, con la muerte de Osvaldo Fronda,
con la muerte de Luciano Jaime, primo hermano mío, con la muerte de un dirigente
de los tabacaleros, que lo asesinan ahí en la calle y por otros asesinatos
producidos en la provincia. Y algunos están presos, pero con prisión
domiciliaria como sucede con Joaquín Guido, cuando en realidad debería estar en
la cárcel.
L.C: Ahora, todo esto es
antes del ’76?
A.J: Sí
TOSCO, ONGARO, SALAMANCA Y
EL VILLAZO
L.C: ¿Cómo se vive en Salta lo del Rodrigazo? ¿Surge
alguna coordinadora, como en Buenos Aires o Rosario? ¿Cómo vivieron Uds. toda
esa movilización de junio-julio del ’75?
A.J: Bueno, de eso no me acuerdo bien...
L.C: A esa altura, vos
habías tomado algún contacto con Tosco?
A.J: Sí, contacto con Tosco teníamos desde mucho
antes. Con Tosco conversamos muchas veces, a nivel nacional, por el tema de la
unidad, del sindicalismo clasista y combativo. Yo lo fui a ver para que se
retomara la alianza con Raimundo Ongaro y Tosco y me dijo “mira, anda a verlo vos porque es bastante difícil de tratar”, y le
conteste “estoy de acuerdo, Raimundo
es difícil”. No obstante, nunca le podes negar su honradez, consecuencia y
combatividad y, en este caso, él siempre combinó el elemento de la lucha de
clases con las reivindicaciones nacionales; el planteo anti-imperialista desde
una visión nacional. Expresaba el peronismo revolucionario, el pensamiento de
Rodolfo Walsh y John William Cooke.
Y efectivamente, fui a hablar con Raimundo y es
un hombre que vos hablas y hablas y hablas solo! Y era realmente como decía
Tosco, un hombre bastante difícil, claro, había diferencias, porque mientras
Tosco se ubicaba en el sindicalismo de clase como nosotros, Raimundo más bien
tiraba a lo nacional, lo que siempre lleva de por sí a esa política de una
alianza con la burguesía, siempre desemboca en eso.
L.C: ¿Ese encuentro, más o
menos en que año lo ubicas?
A.J: Y, te estoy hablando de antes del
Cordobazo. Yo vi muchas veces a Tosco, siempre que pasaba por Córdoba lo
visitaba… y, cuando nosotros tomamos la CGT de Salta, Tosco nos manda su
solidaridad inmediatamente. Otro que fue personalmente a vernos fue René
Salamanca, él vino a la CGT, nosotros reunimos a todos los delegados y él
habló.
L.C: ¿Cómo eran
personalmente, Tosco, Ongaro, Salamanca?
A.J: Bueno, Tosco era un tipo muy centrado, muy
racional, digamos, en sus discursos en sus análisis, en cambio Ongaro era más
emocional, más místico y por ahí eso, para la mentalidad marxista choca un
poco, no? Personalmente estimo mucho a Raimundo, siempre lo fui a visitar ahí
en España, estuvimos conversando con él; pero es difícil entrar en diálogo con
él porque en el discurso tiene ese aspecto místico.
L.C: ¿Participaste de los
congresos, de alguno de los gremios combativos y de Sitrac-Sitram, más
clasista?
A.J: No, del de Sitrac-Sitram, no. Después
cuando se armó en Villa Constitución con Piccinini y Tosco, estuve ahí.
L.C: Ahí, había un abanico
de dirigentes bastante amplio
A.J: Sí, esa fue una alianza bastante amplia.
Pero que no se plasmó en organización durante un tiempo prolongado, aunque el
movimiento de unidad siguió con distintas expresiones.
L.C: Fue después del
Villazo de marzo de 1974, cuando ellos recuperan el sindicato y ganan, entonces
se hace el plenario, la UOM de Villa convoca, están las fotos y en una de ellas
incluso está el hermano del Chinche Medina, que es un compañero desaparecido.
A.J: Yo recuerdo que llegué a Villa Constitución
un poco tarde, y no obstante eso, participé.
L.C: Sí, sí, sí, el 20 de
abril se convocó a un gran plenario antiburocrático en la cancha de fútbol del
club villense, había muchísima gente, aparte había convocados de todos lados y
fue después del Villazo, antes de la represión de marzo del ’75, Y en Córdoba
se hicieron dos muy importantes, uno que hacían los gremios combativos que
venían de la CGT y otro que era impulsado por el Sitrac-Sitram que era ya un
poco más clasista. Gente de Rosario fue, era una cosa a nivel nacional, no?
A.J: Sí, ahí en esos dos no participé,... pero
apoyé. Estábamos de acuerdo, ahora, no sé si Tosco apoyó lo de Sitrac-Sitram.
L.C: No,
no fue; inclusive ahí, hay dos o tres documentos o cuatro documentos. A los muchachos de acá, del SOEPU (petroquímicos), de la Intersindical de San Lorenzo, le suceden dos cosas muy raras, primero que
iba con todos los delegados de acá con una posición bien clasista, tenían toda
una posición muy crítica a la conducción de Sitrac-Sitram, le detienen el
colectivo, lo paran y llegan tarde y cuando llegan, el documento que presentan
desparece y reclaman “falta el nuestro”. Los organizadores después aclaran “Ah,
se nos había caído”. ¡Estaba bajo la mesa! Se lo habían tirado porque había
todo un debate ahí... ¿Y Salamanca cómo
era?
A.J: Bueno, yo de lo que conozco, Salamanca, era
una persona bastante correcta en su accionar y luego tenía un buen manejo en su
sindicato de los Metal Mecánicos. Una vez que fui a Córdoba, él me invito a una
reunión con todos los delegados para explicar el tema de la CGT Clasista Salta
y realmente se notaba una organización muy bien aceitada.
L.C: ¿Y cómo dirigente?
A.J: Él como dirigente tenía su capacidad.
L.C: Nada
que ver con esa película de mierda que hicieron que lo hacen aparecer como
débil, etc.?
A.J: Ah, no la he visto, lo que pasa con
Salamanca es esa posición que toma que la debe haber tomado por la vía del
partido a la que él pertenecía, que fue esa solicitada que sacan en apoyo a
Isabel, lo que era realmente criticable. Yo no pude ver a Salamanca en ese
período para plantear el tema, es decir para decirle mis críticas, del apoyo a
Isabelita, sin ninguna formación política una seguidora de un fascista, de un
bruto, como López Rega. Así yo no me explico por qué, sin embargo ellos siguen
una línea de supuesta alianza con la burguesía nacional, copia de los chinos,
cosa que aquí es distinto.
L.C: Así
que de Salamanca, en el año ’75
estaba en la clandestinidad, ya había mucha amenaza a los dirigentes sindicales.
A.J: Si, la represión fue en aumento, y
Salamanca es detenido en el 76 y es uno de los desaparecidos.
LA CLANDESTINIDAD, EL
RODRIGAZO, EL FAS
L.C: ¿Cómo viviste y como
fue el Rodrigazo, de junio-julio del ’75?
A.J: Ah, yo ya estaba en la clandestinidad,
incluso ya no estaba en Salta. Cuando se arma el congreso del FAS de Rosario,
de aquí voy a Buenos Aires. En Buenos Aires voy a una actividad política en
Moreno y de regreso nos accidentamos. Choca el autito en que vamos nosotros.
Que nunca se supo a ciencia cierta, si fue una cosa preparada o no, porque era
una camioneta que sale de golpe con la culata a la ruta y ahí choca el autito
nuestro. Y al regreso ya estaba clandestino. Y, estropeado totalmente, con el
brazo roto, costilla, el chofer murió en ese momento, una médica que iba
también salió muy mal y un compañero que era de Jujuy, también quedó bastante
mal. Y de esos, la médica desapareció después y, el otro compañero también
desapareció y luego está médica quería hacer juicio, fue a Merlo a hacer juicio
y presentó al matrimonio que venía detrás de nosotros como testigos, cuando
tenía que ir a declarar este matrimonio, antes de ir a declarar, aparecen
muertos los dos, es decir que ahí había algo.
L.C: ¿Vos andabas
clandestino pero sin pedido de captura, porque si no te hubieran metido preso?
A.J: Te cuento la anécdota del hospital cuando
vamos, es decir, yo en ese momento no estaba con captura; lo que me retiene en
Buenos Aires es el accidente y después del accidente, sí aparece la captura.
Ahora no di mi nombre, porque llego desmayado, sin conocimiento, me despierto
ahí en el hospital, pero esto sí alcancé a escuchar. Me desperté y el médico le
pregunta a Mario, “¿y este hombre es el
mismo que sale en los diarios, el sindicalista?”. ‘Sí’, le dicen. “Mira por qué no te lo llevas porque aquí, en
Merlo, la mano está mal, vamos a
tener problemas. Yo voy a decir que no había forma de atenderlo, por eso no lo
atendí, le hago los primeros auxilios y llévenselo.” – ¿Eh, por qué?´, le preguntan. “Yo
también soy comunista. Así que tenga confianza.” Eso escuché. Quién sería
el médico, no sé, de esta manera me cargaron junto a ese matrimonio que,
después, aparece muerto. La doctora quedó ahí en el hospital porque estaba muy
averiada. Así que cruzamos todo, de ahí a Avellaneda.
L.C: ¿Ese matrimonio que
venía en el auto no tenía nada que ver con Uds.?
A.J: Sí era gente que se había venido en ese
momento al FRP, eran compañeros que venían de los Montos, que decidieron
adherirse.
L.C: Armando, cuando Uds. aparecen
en la lista de las 3 A, te acordás de esa primera lista? ¿Qué creo que está
Ragone también?
A.J: No, en la primera lista son unas diez
personas. Ahí estoy yo.
L.C: Sí, ¿pero fue antes o
después del accidente?
A.J: Antes. Porque ahí, en esa lista, estaban
Raimundo Ongaro, Roberto Quieto, Firmenich, un cura de La Rioja...
L.C: ¿Angelelli?
A.J: Si, Angelelli. No me acuerdo de los otros
nombres ahora. Yo estaba ahí. Y de esos deben quedar vivos, te digo, tres,
cuatro o cinco. A Ongaro, no lo mataron, pero le mataron un hijo.
L.C: Sí, le mataron a un
hijo en el ’75.
A.J: En el caso mío lo matan a un primo hermano,
que seguramente preguntándole dónde estaba yo. Y bueno, al cura Angelelli lo
matan, Quieto, desaparece, es decir lo matan, desaparece en prisión y después
que otro más? Bueno, Firmenich se salvó y otros que yo no me acuerdo. Y después
siguieron apareciendo más listas.
L.C: ¿Tenés, vos la lista?
A.J: La tenía...
L.C: ¿Dice D. que vos se la
mostraste, que la tenías en una de tus carpetas... Ortega
Peña era otro?
A.J: Si, la tengo que buscar...
EXILIO
Y MILITANCIA
L.C: Ahí le pegan a Ongaro, el día que matan al
hijo, van a buscar a los otros dos hijos, uno alcanza a escapar en el centro de
Buenos Aires y el otro lo logra de la casa misma. Eso es lo que lo lleva a
Ongaro a decir, “voy a hacer uso de la
opción”, porque ellos se habían juramentado con Tosco, no irse y, cuando él
escucha en Radio Colonia, que le habían matado el hijo y después se entera que
a la noche lo habían ido a buscar al otro hijo y había estado la esposa…
L.C: ¿Vos no sabés el
nombre de la esposa de Ongaro?
A.J: Ah, sí la conocí, ¿falleció no?
L.C: No sé, pero ¿el nombre no te acordás?
A.J: No me acuerdo bien, creo que algo como
Elvira o algo así. Hay gente que sabe y dice que siempre se la conoció como
Elvira de Ongaro. Te cuento un episodio, cuando en Madrid, hacemos la elección
para las autoridades de la Casa de los Argentinos, soy el candidato a
presidente. Y le ganamos la elección.
L.C: ¿A quién?
A.J: A los que estaban antes, que eran
socialdemócratas y le ganamos nosotros en alianza con compañeros trotskistas y
otros más que se presentaron en la lista y…ganamos. Entonces nos tenían que
entregar el bufet de la Casa de los Argentinos, y había dos o tres candidatos
para trabajar ahí, entre ellos estaba la compañera, la señora de Ongaro,
inmediatamente elegimos a la señora de Ongaro porque vivían muy pobres. Y ella
vino a trabajar, era una mujer del pueblo, una trabajadora. Y en ese tiempo
Raimundo iba casi todas las noches a la Casa Argentina, lo que antes no solía
hacer.
L.C: Volvamos, a cuando te
estaban por sacar del hospital.
A.J: Ah, bueno… y, esa noche me sacan del
hospital a raíz de la manifestación de este médico y cruzamos toda la ciudad de
Buenos Aires porque estaba en el otro extremo y fuimos a buscar un médico amigo
y él me hizo las primeras atenciones, me llevó a una clínica y me dijo “bueno, ahora vas a ir mañana al hospital,
con otro nombre para evitar problemas”. El dejó dicho: “va a venir fulano de tal, déjenlo pasar”
y yo pasé al hospital con nombre cambiado y ahí me atendieron, me hicieron
radiografías y ahí me operaron del brazo que lo tenía muy quebrado.
L.C: Era en la misma época
en que Tosco estaba en la clandestinidad
A.J: No, lo de Tosco fue más adelante, que muere
en la clandestinidad. Y ahí, en ese hospital me fue a visitar Ortega Peña, que
era diputado y, a los pocos días es que lo matan (31 de julio de 1974). Andaba
con dos compañeros, tenían una pistola y un revólver. Me acuerdo que fue con el
Negro Arroyo, que le decía “mira, si te
agarran, esas dos no te sirven, con eso no te defendés”.
L.C: Sí, es en esa época,
en esos meses, es donde se produce ese proceso de derechización del gobierno.
A.J: Cuando muere Tosco, yo me corro hasta Luján
y de Luján hago el telegrama de pésame para Córdoba, ahora yo no sé si habrá
llegado, si lo habrán leído en el gremio o no, pero yo mandé el telegrama desde
Luján porque temía que en Buenos Aires me pasara algo. Cuando muere Tosco yo ya
estoy en la clandestinidad y reponiéndome todavía del accidente.
ENTRE LA DERECHIZACIÓN, LOS
DEBATES Y LA LIBERTAD - EL 25 DE MAYO DE 1973
L.C: Es que la
derechización que había empezado con Perón cuando él plantea esto que yo decía
antes y después se va incrementando con la muerte de Perón mucho más, con
Isabelita. Tosco fallece el 5 de noviembre del ’75, que
coincide con tu clandestinidad, por eso te digo que antes del Rodrigazo ya
había habido represión en marzo del ’75 en Villa Constitución, pero después del
Rodrigazo -que es junio julio del ’75 - hasta marzo del ’76, la cantidad de
dirigentes sindicales y delegados obreros que mueren es impresionante,
entonces, ese período es de una fuerte represión y no es casualidad que
estuviera en la clandestinidad igual que Tosco, nada más que vos encontraste
alguien que te curara y Tosco, que tenía una enfermedad más grave, se muere.
Pero Tosco si no hubiese estado en la clandestinidad hubiese seguido vivo.
¿Coméntanos algo del FAS (Frente Antiimperialista y por el Socialismo)?
A.J: Bueno, yo a Santucho lo conocí en épocas
del FRIP (Frente Revolucionario Indo Americano). Él solía ir a Salta a discutir
de esto y lo otro. Tuvimos un alejamiento cuando él hizo alianza con el
trotskismo porque nosotros nunca fuimos simpatizantes del trotskismo, algunas
veces irracionalmente y otras racionalmente, lo cual no quiere decir que
hayamos tenido muchas veces trato con ellos, actualmente también, pero en
general no tuvimos buenas experiencias con ellos en el poco trato que tuvimos,
en cambio con otra gente sí. Por ejemplo en Madrid, con dos o tres trotskistas
que hicimos alianza por la cuestión de la Casa Argentina siempre nos llevamos
bien.
Bueno, este conocimiento con Santucho llegó
después cuando ellos ya armaron el PRT, volvimos a las buenas relaciones, de
manera tal que cuando Manuel Gaggero comienza a trabajar en la formación del
FAS, en representación nuestra, salimos de la cárcel y ya orgánicamente como
FRP (Frente Revolucionario Peronista).
L.C: Vos decís que cuando
salieron de la cárcel, pero nos falta la información de cuándo entraste..;
A.J: Yo venía de Salta, creo que a finales del
’71, venía de Salta a verlo precisamente a Manuel Gaggero para que charlemos
con él el tema de los próximos pasos que iba a dar el gobierno. Se venían las
elecciones y… en el puente hay un control. En ese control nosotros llevábamos
una pistola 45 y yo andaba con nombre falso, ya estaba clandestino, entonces,
tras el nombre falso no me podían identificar y el documento que yo tenía era
de un sargento ayudante de la aeronáutica. Entonces los tipos tenían
desconfianza, y me dicen ¿Ud. anda con una pistola, por qué? tenían
desconfianza y me hacen quedar, pero no me tocaron nada, y bueno el tema es que estuve prácticamente desaparecido
varios días y hasta que al final, cuando me enteré que venía el juez recién
declaré mi nombre, no, pero mientras tanto me dieron algunas apretadas y
algunas torturadas pero no fue tan grave el tema, bueno ahí caí preso y cuando
caigo preso me llevan a Devoto, de Devoto me pasan al buque Granadero.
Cuando salimos de Devoto estábamos en huelga de
hambre por mejoras, por problemas en la cárcel y seguimos la huelga de hambre
en el buque Granadero y del buque me pasan al Chaco.
L.C: ¿Estaba Lanusse, ya?
A.J: Sí, época de Lanusse. Y luego de eso, al
Chaco. Cuando se produce la fuga de Rawson, entonces nos trasladaron a Rawson,
ya en régimen de máxima seguridad. Y cuando viene Cámpora, salgo de ahí.
L.C: Claro, estuve en
Devoto, el 25 de mayo de 1973 a la noche, y además están esas imágenes que
viene el avión, uno o dos aviones que vienen del sur, ¿ahí debes haber venido
vos, no?
A.J: Claro, en esos vinimos todos los presos de
Rawson, sí, así fue. Y ahí, en Rawson, me acuerdo que esos días previos a la
toma, empezamos a hablar en el pabellón a ver que se iba a hacer y entre los
compañeros de los que recuerdo bien el discurso, ahí en el pabellón nuestro
estaba Luis Luguriato, era un dirigente sindical, que desapareció, era de La
Plata. Entonces él, en la discusión que tuvimos ahí, decía, “sino salimos ahora, no salimos más, hay que
salir”. Y entonces ahí, entre todos, nos pusimos de acuerdo en que cuando
nos abran la puerta a la mañana para ir al baño, ya no entramos más, así que
nos iban abriendo y se iban quedando. Eso ya con Cámpora, esa misma noche
nosotros empezamos a forzar la puerta. Me acuerdo que en el pabellón mío fuimos
juntos con Luis Luguriato y un muchacho del PRT, el flaco Carrizo, que era del
comité central de ellos, empezamos los tres con la reja, después se fueron
arrimando otros compañeros. ¡Bum! ¡Bum! hasta que se vino abajo la reja, lo que
es la fuerza de la unidad, ¿no? (risas de fondo) Pero era una cosa fuerte la
reja… grande, y la tiramos abajo. Y en los otros pabellones pasó lo mismo. El
Negro Arroyo agarró todos los uniformes de su pabellón y les prendió fuego,
porque estábamos de uniforme, pero ya nos habían empezado a entregar la ropa de
civil.
Y ahí, habíamos salido casi todos, también la
celda en la que estaban los compañeros del EGP más Envar El Khadri. Del EGP, el
Ejército Guerrillero del Pueblo, cayeron en Orán, que Jouvet y Méndez tenían
perpetua, bueno en Rawson, en esta celda no se rompió la puerta, claro
estábamos todo libres y ellos seguían encerrados porque la idea de ellos era
que se abra legalmente.
Bueno entonces algunos dicen, “che, vamos a abrir la celda”, “no,
que la abran ellos”’. Pero yo no sé qué pasó, si la abrieron ellos o fueron
los compañeros nuestros, porque éramos tantos los presos que andábamos por ahí
y avanzamos hasta la puerta, en la puerta que ya se veía la calle y ahí ya nos
sujetamos de romper, porque estaba gente armada y dijimos “bueno, ahora esperamos acá”. Y ya vino la orden de Buenos Aires, la
orden de libertad
L.C: ¿Uds. sabían lo que
estaba pasando en Devoto?
A.J: Sí, sí, ya sabíamos y había un montón de
familiares esperando. Así que a la madrugada salimos de Rawson. Y cuando
salimos nos daba el sol de frente, que recién estaba saliendo. .
L.C: Ahora, volviendo
atrás, cuándo estuviste en Devoto, en el ’71, ¿estaban Tosco y Ongaro presos,
ahí?
A.J: Pero no sé si estaban ahí.
L.C: Sí, ellos estuvieron
desde marzo y abril de 1971 hasta enero del ’72.
A.J: Claro porque ahí en Devoto, en otro
pabellón estaba Envar El Kahdri, que a veces nos encontrábamos.
L.C: Pero a ellos los
tenían aislados en el piso 14, estaba Tosco primero. Tosco está siete, ocho
días solo y lo traen a Ongaro. Y los ponen juntos en la misma celda. Como si
los hubiese puesto un amigo, eran dos celdas juntas y se comunicaba y en el
medio tenía como una pieza
A.J: Cuando
llegué a Rawson, a Tosco lo habían largado, ya estaba en Córdoba. Y entre los
libros que había ahí, que yo podía ver en la biblioteca, había uno sobre un
cura, en idioma castellano, que era de Tosco. Que yo lo tenía, lo saqué al
libro de la cárcel y después alguien se quedó con el libro, afuera, cuando
salí. Lo mismo que los candados, yo me traje los candados que reventamos ahí,
también se me perdieron.
L.C: Volviendo en el tiempo, estábamos en lo del
FAS, estabas saliendo de la cárcel y te ibas a encontrar con un compañero.
A.J: Sí, cuando fui a buscar a Gaggero, es
cuando caigo preso porque él vivía en Paraná. Yo fui a buscarlo, íbamos con el
Gringo Mattioli y nos apresaron ahí y quedamos presos. Entonces el Gringo
Mattioli estaba muy legal de modo tal que, al poco tiempo salió. Y después
vuelve a caer, unos días antes de la asunción de Cámpora, cae él porque en un
enfrentamiento mató a un jefe de policía en Jujuy, esto debe haber sido dos
meses antes, lo llevan a Devoto y sale con la amnistía.
EL FAS, LAS ELECCIONES Y LA
FÓRMULA CON TOSCO
L.C: Comentanos algo del
FAS.
A.J: Es posterior, después de Cámpora o, en la
época de Cámpora, digamos, tanto así que al presentarse la candidatura de
Perón-Isabel, por ese motivo, viene el planteamiento de presentar una
candidatura distinta.
L.C: ¿En un plenario?
A.J: Si del FAS, en Tucumán, el congreso, que
llevó mucha gente, llevo tres o cuatro mil personas.
L.C: ¿Y del proceso de
constitución del FAS, que nos podes decir?
A.J: El proceso de constitución empieza aquí, en
el litoral, Manuel Gaggero, más el cura Ramondetti y más alguna gente del PRT
que entra a trabajar en la formación del FAS y eso es coincidente con la salida
nuestra de la cárcel. Fue entonces cuando empezamos a conversar más seguido con
el PRT, hablamos ya de darle forma, le demos constitución a esto, con la
diferencia que con el PRT era más fácil, digamos, la discusión, porque los dos
estábamos por la lucha armada pensábamos más o menos parecido, entonces había
una vieja amistad con Santucho.
L.C: ¿Y ahí es cuando el
ERP-PRT impulsan los comités de base, que forman parte de la campaña electoral?
A.J: Sí, pero antes de ese proceso, cuando viene
Perón, nosotros planteamos con muchos peronistas revolucionarios de que Perón
debía llevar un vicepresidente que garantice la continuidad de un proceso de
cambio. Y teníamos el informe de Alicia Eguren, que según ella, Perón tenía los
días contados, según el médico que ella había visto, le dijo: “no, mira, esto ya está mal, en cualquier
momento puede morir”. Estaba muy gastado, como se decía. Y nosotros
calculamos, entonces hicimos la campaña. En esa campaña lo fuimos a ver a
Ongaro para ver si él estaba dispuesto a que lo propongamos como candidato a la
vicepresidencia. Y Ongaro nos dijo que no, que en fin, que Perón era el jefe y
ahí no había que meterse. Hablamos con los hermanos Cerruti Costa, después con
Alicia Eguren y otros. Fue una movida nacional. Hicimos una solicitada que
salió en el diario La Gaceta, dirigida a Perón, diciéndole, bueno, si realmente
tiene interés de defender los intereses populares, el candidato a vice en estas
circunstancias tenía un rol sumamente importante y previsible.
L.C: ¿Vos y quiénes?
A.J: Alicia Eguren, el doctor Cerruti Costas,
Manuel Gaggero, hay otros nombres...
L.C: ¿Desde el peronismo?
A.J: Juan Carlos Salomón, desde el peronismo,
sí. Diciéndole a Perón que considerábamos que el vicepresidente tendría que ser
alguna persona que le dé continuidad a un movimiento de cambio, si es que de
esto se trataba. Nosotros proponíamos para la vicepresidencia a Agustín Tosco,
Raimundo Ongaro. Con Alicia Eguren encargamos esta misión a un turco en
Santiago del Estero que había sido del MRP de nombre Camp y después estaba en
el FRP, era el turco Abdul, y Alicia Eguren, creo que le dimos tres o cuatro
nombres.
L.C: ¿Tosco estaba de
acuerdo con eso?
A.J: Nosotros lo propusimos, pero hablamos con
Tosco, lo conversamos al tema. A Tosco le dijimos, “mira, vamos a hacer esto”, y contesto “Sí, métanle nomás...”
Se supone que vos pones lo nombres que quieras
pero el peronismo te tiene que ofrecer los cargos o el candidato a presidentes.
Así es el tema, es decir, “vení, ¿vos vas
a aceptar o no?” además sugerimos varios nombres por si alguno no le
agradaba.
Pero Perón siguió con la fórmula con Isabel y
ahí fue donde apareció, a través del diario El Mundo, que hacen la propuesta de
presidente y vice; lo que produjo expectativas. Muchos compañeros, tanto del
peronismo como fuera de él, se entusiasmaron.
L.C: ¿Cuál era la fórmula
para presidente y vice, de Uds.?
A.J: Tosco-Jaime. Generó mucho entusiasmo,
digamos, incluso gente que puso afiches en Buenos Aires, Córdoba. y otras
ciudades.
L.C: ¿Y cuándo bajan la
fórmula?
A.J: Se baja porque, en parte, Tosco no estaba
muy decidido en el tema y dijo que renunciaba por que no era un momento
oportuno para presentarse por cuanto no contábamos con las suficientes
personerías jurídicas en todo el país. Por otra parte, el FAS no contaba con
una sola personería. En caso de presentarnos debíamos negociar con distintos
partidos o grupos afines que sí la tenían. De todas maneras no se cubrían todas
las provincias. Por ese motivo planteaba esperar hasta que estuviésemos en
condiciones a nivel nacional. A mi manera de ver, la fundamentación era
correcta por cuanto incluso el tiempo no nos daría para recurrir a diversos
núcleos políticos. Por esa razón acompañé su renuncia. El FAS no tenía nada
previsto en caso de que renunciara Tosco, tampoco para el caso concreto de participación
en ese proceso electoral. Tanto es así que el FAS dio libertad a sus adherentes
a votar por lo que mejor le pareciera. Nosotros votamos en blanco al igual que
el PRT, el OCPO y otras organizaciones, pero no descartamos que en algunas
organizaciones sociales haya habido alguna gente que haya votado por otras
candidaturas, incluso por Perón-Isabel, que era votar por Isabel.
L.C: Ése es un punto que
podemos desarrollar, pensalo, las reuniones con Tosco, sobre la candidatura
porque es algo casi no escrito, lo único que se sabe es que Tosco, o lo que se
trasluce de la historia oficial, es que Tosco dijo “yo no lo voy a enfrentar a
Perón”.
A.J: Claro, la verdad es que para Tosco y para
el FAS, más que nada era una forma de expresar la disconformidad independientemente
de los votos que sacara, no era para ganar, pero se hubiese cosechado una buena
cantidad de votos y se hubiese plasmado un nuevo tipo de liderazgo a nivel
nacional, pero no se pudo hacer. Luego vino la represión que todos conocemos y
fue entonces imposible pensar en una salida democrática.
L.C: En la reflexión de
Tosco, ¿estaba esto de no enfrentarse a Perón o al peronismo?
A.J: No tanto como eso, sino más bien
consideraba que no había condiciones suficientes como para hacer un buen papel electoral.
L.C: Y también estaba el
tema de la unidad, porque él sostenía una unidad del campo popular, del campo
de la izquierda revolucionaria o más amplia aún de lo que era el FAS.
A.J: Y Alicia Eguren del FAS le insistió a Tosco
para que aceptara, le decía, entre otras cosas “no, no podes hacer eso, vos tenés que jugarte, esto y lo otro...”.
Tosco le explicaba, paciente “no, mira,
no se puede, nos falta organización, no tenemos personería jurídica en muchos
lugares...”. Hubo ofrecimientos de algunas organizaciones, pero no
alcanzaban.
L.C: Más o menos como
ocurrió con Abelardo Ramos y la candidatura de Perón en la boleta del FIP,
jamás sacarían tantos votos.
A.J: ¡Ah, claro! esa avivada, sí me acuerdo de
eso.
L.C: Háblanos un poco de
cómo se da la constitución del FAS, cómo nace la idea, cuáles son los grupos
que lo promueven, las reuniones, etc.
A.J: Bueno el FAS, en realidad, su origen en sí,
no lo conozco porque esto es una tarea que la estaba realizando Manuel Gaggero
junto con Montenegro y la participación de monseñor Remondetti que era uno de
los dirigentes de los curas tercermundistas Cuando salimos de la cárcel
entonces ya empezamos a tener diversas reuniones y es cuando programamos el
congreso de Tucumán donde sí se establece un comité central, una mesa ejecutiva
y se designa el presidente. Fue una importante acción política en todo el país
que luego se expresa en el congreso de Roque Sáenz Peña en el Chaco. Allí
participaron fuerzas políticas, obreros, campesinos, pueblos originarios y
estudiantes.
Entre las fuerzas políticas del FAS, las tres
más importantes eran el PRT, el OCPO y nosotros, el Frente Revolucionario
Peronista (FRP). Además estaban la Acción Revolucionaria Peronista (ARP)
conducida por Alicia Eguren, los Comandos Populares de Liberación (CPL) y otras
fuerzas. El FRP formó parte de las organizaciones promotoras de la conformación
del FAS. Ahí se daban diversas discusiones, dentro de las cuales el PRT tenía
cierta amplitud respecto a las propuestas de alianzas, que alcanzaban incluso a
una futura propuesta de Frente Patriótico.
En efecto en esos días el PRT hizo circular un
libro de G. Dimitrov acerca del Frente Antifascista; nosotros en general,
coincidíamos en las propuestas del PRT ya que, sobre el particular, contábamos
con precedentes de discusiones con ellos sobre el carácter que debía tener un
frente de estas características y, el otro grupo, el OCPO ya se inclinaba hacia
un frente de carácter obrero y popular. No obstante ello, en el debate
consensuábamos siempre; lo importante entre los varios núcleos que estábamos se
imponía el proyecto de la unidad. Ese grupo ya era obrerista si se quiere, tanto es así que si
uno toma por ejemplo el programa del FAS realizado en Tucumán es uno y después,
en Roque Sáenz Peña sale otro programa, el mismo, pero con cierta variaciones,
es decir, más radicalizado. Este programa después sufre transformaciones cuando
se hace en Rosario, es decir se hace el plenario de delegados y se discute
nuevamente el contenido del programa, se hacen reformas pero curiosamente los
compañeros del (en la grabación no se entiende la sigla) no participan y al
final de esta asamblea de delegados aparecen diciendo que no habían podido
encontrar el lugar de la reunión, no recuerdo dónde era, creo que fue en las
afueras de Rosario, en una casa o en club o algo así, de manera que ellos no
encontraron y estaban bastante molestos porque decían que le habían dado mal la
dirección y después ese mismo programa lo discutimos de nuevo en Buenos Aires
L.C: Justamente eso es lo
que yo te iba a preguntar, si es que desde Tucumán en adelante, la cuestión del
programa, si es que había habido un debate, y toda una evolución,
evidentemente, hubo posiciones distintas, que no se empezó con un programa y no
se siguió con ese mismo sino que se fue enriqueciendo.
A.J: Sí, sobre el mismo programa hubo
variaciones.
LOS INTENTOS DE UNIDAD EN
MEDIO DE LA REPRESIÓN
L.C: ¿Cómo fue el proceso,
vos hablabas de delegados, delegados de qué?
A.J: Los delegados eran representantes de los
partidos y de los organismos sociales; teníamos delegados del FRP, del PRT, del
CPL, ARP, OCPO y otras organizaciones, en particular entidades locales como por
ejemplo la Liga de Campesinos, varias comunidades aborígenes, agrupaciones de
base del sindicalismo clasista y combativo, sectores estudiantiles etc. había
varias organizaciones, ahora no recuerdo todos los nombres, pero cada una
enviaba sus delegados y, la discusión por lo general era entre más de
veinticinco personas. Luego esto se elevaba a una asamblea multitudinaria para
su aprobación. Pero los programas se discutían en el período preparatorio de
las asambleas, se discutían en las bases, en los comités de base y entre los
compañeros; en esas instancias se hacían las reformas, dado que por lo general
había más de una propuesta y luego, cuando los delegados se reunían, defendían
esos puntos de vista y salía un solo documento.
L.C: ¿Cuál era la
diferencia principal en el FAS?
A.J: La diferencia consistió en que el PRT tenía
una visión más amplia de la política de alianzas, es decir, ellos querían
abarcar hasta sectores de la burguesía nacional o de partidos que representasen
estas posiciones. Nosotros teníamos una amplitud relativa en el sentido de que
no pensábamos que la burguesía era necesaria en el frente, pero sí creíamos que
elementos de la pequeña burguesía, ese sector menor de la industria, de los
servicios podía participar de él. Nuestra concepción era un frente de la clase
obrera, más los sectores populares. Y en cambio el otro grupo, el OCPO era más
obrerista en ese sentido, quería que la composición del frente consistiera solo
de obreros y asalariados, es decir era más limitada su visión en cuanto a
política de frente; éstas eran las discusiones que se llevaban adelante. En
general se lograba arribar a una síntesis que conformase a todos, en lo
referente a programa y otros acuerdos.
L.C: Ahí se reflejaba
también un objetivo de unidad de los grupos revolucionarios, de unir a todos
los grupos posibles como una superación de lo que era todo el proceso de las
‘sectas’ y, por otro lado, había un objetivo también de la participación.
A.J: Lo que se estaba discutiendo ahí era la
relación del frente como expresión política de los núcleos armados,
organizaciones políticas y sociales con una metodología democrática y un
relacionamiento directo con las masas. Todo esto en función de lograr el poder
político que nunca se alcanza a través de los pequeños núcleos, de allí la
necesidad imperiosa de la unidad de los trabajadores y las más amplias masas populares
que en resumidas cuentas es la unidad de todos estos destacamentos políticos y
sociales dispersos y disgregados, lo cual es inducido por el sistema
capitalista a través de las distintas modalidades históricas que asume el
estado burgués.
El espacio del FAS se planteaba como un
organismo de masas con capacidad de luchar en el terreno reivindicativo,
ideológico y político así como también se proponía desarrollar la agitación y
propaganda en los más variados aspectos, entre los cuales incluía la posibilidad
de la lucha electoral. Esto estaba asumido. Pero no alcanzamos a llegar a eso
porque hubo problemas de interpretación del fenómeno peronista que, a
diferencia de los partidos políticos tradicionales de Argentina, incorporó
masivamente a la participación política a asalariados y amplios sectores
populares.
El peronismo como estructura política era y es
conciliador de clases sociales o sea, amigo de los pactos sociales, de
legislaturas con carácter corporativo, es decir de representar trabajadores y
burgueses, pero siempre imponiendo la hegemonía de la “burguesía nacional”.
Ésta, en su necesidad de vincularse con el mercado mundial, quedó atrapada en
la dependencia imperialista. Sin embargo las masas, identificadas con el
peronismo no habían perdido en ningún momento su sentido de pertenencia, tanto
es así que en pleno período del peronismo tuvimos importantísimas huelgas
obreras, como la de los ferroviarios, azucareros, etc. Recordemos en este
contexto la huelga de los azucareros, liderada por la Federación Obrera Tucumana de la Industria del
Azúcar (F.O.T.I.A.) en 1949 que duró 50 días y obligó al propio Perón a
reconocer las reivindicaciones exigidas, entre ellas un aumento del 60%.
Hubo divergencias en el FAS en cuanto a las
caracterizaciones del peronismo y, muy en particular, sobre la necesaria
diferenciación entre adhesión partidaria y sentido de pertenencia de clase de
las masas peronistas. No me refiero al carácter del gobierno, sino al tema de
la subjetividad de las masas obreras y populares. O, cuando se produce el
triunfo electoral de Perón, luego de su retorno, el PRT planteaba que
respetarían al gobierno pero no a las fuerzas armadas. Esta dicotomía, tal como
fue expresada, no solo es contradictoria, sino errónea por cuanto el estado – y
en este caso el gobierno como administrador - es uno y las fuerzas armadas son
parte del estado. Tanto es así que sobre la base de esa caracterización, los
compañeros continuaban con las acciones armadas. En el caso nuestro, que
teníamos el Ejército de Liberación Nacional (ELN) - que era la sigla nuestra
que no firmábamos, es decir, nosotros suspendimos toda acción - sosteníamos que
se abría un proceso de lucha de masas, de denuncias, de desenmascaramiento del
gobierno etc. y que correspondía cambiar las tácticas de lucha.
Durante las dictaduras, el gobierno en su
conjunto es enemigo, mientras que en períodos democráticos, si bien el gobierno
representa al sistema, se opera un cambio en tanto la población elige al
gobierno en una contienda electoral, por lo tanto la situación es otra. En
aquel proceso histórico tan particular, las masas obreras y populares confiaban
que vendrían profundos cambios en el país y, diríamos, que estaban casi seguras
de que el gobierno y en particular el retorno de Perón, transformaría la
situación política y social de manera favorable para ellas. De hecho el Gran
Acuerdo Nacional no era precisamente esto lo que se contemplaba, sino frenar el
movimiento insurreccional que se desarrollaba en el país y, sobre todo, se
trataba de enfrentar dos aspectos dignos de destacar: por una parte la
creciente concientización del movimiento obrero organizado en su
cuestionamiento al sistema y, por la otra la simpatía ascendente hacia los
movimientos insurreccionales. Los militares, a sabiendas de lo que había
ocurrido en las revoluciones en el mundo, tenían claro que su objetivo debía
ser impedir una revolución.
La población no sabía - y hasta ahora se ignora
– cuáles fueron los acuerdos secretos entre Perón y Lanusse. Las fuerzas
armadas estaban prestas a combatir la guerrilla y al movimiento de resistencia
de la clase trabajadora pero en ningún momento dijeron una palabra frente a los
horrendos crímenes de la Alianza Anticomunista Argentina (la Tripe A). Ni el
Poder Ejecutivo ni el Poder Judicial denunciaron o enfrentaron los actos
criminales de aquellos que, a cara descubierta actuaban desde el Ministerio de
Acción Social, dirigido por su ministro, José López Rega, secretario privado
del General Perón.
Se desprende de los hechos posteriores que el
Estado Mayor de las FF.AA. se propuso aniquilar toda tendencia activa o
potencial revolucionaria. Este aniquilamiento no apuntaba solo a “desarmar el
enemigo”, sino a su destrucción física y psíquica, a la desmoralización de
militantes y simpatizantes e infundir en la población el terror paralizante. En
los hechos, la situación de peligro de desaparición y muerte provocó un éxodo
masivo de militantes perseguidos y población atemorizada hacia el exterior. El
fugitivo debía irse lo más lejos posible, ya que en el continente reinaba la
asociación ilícita de la Operación Cóndor.
Era difícil una respuesta ajustada al momento en
que se vivía, ya que el propio retorno de Perón conmovió no solo a toda la
población, sino también a las fuerzas políticas como tales, esto lo
ejemplificamos entre otros en lo siguiente: el abrazo Perón-Balbín, el sismo
interno de los Montoneros, la entrega de armas de una parte de la organización,
otra parte se incorpora de manera incondicional al Partido Justicialista, Perón
interviene a la Juventud Peronista y coloca al frente a Julio Yessi, sindicado
como miembro de la Triple A, el ERP se divide en tres partes, el oficial, ERP
22 (pro peronista) y ERP Rojo (esta división obedeció al clima político que
provocaba las elecciones anunciadas y la inminencia del retorno de Perón),
luego está lo ocurrido en Ezeiza y el broche final, el discurso de Perón
negando la Patria Socialista.
L.C: ¿Y la OCPO?...
A.J: Ellos se mantuvieron ahí, en esa posición,
participaron de acciones armadas por un tiempo. Cuando vino la dictadura
abogaron por el retorno de la democracia.
Volviendo atrás, el FAS también se ve afectado
por este cúmulo de situaciones contradictorias, es decir, declina por estas
contradicciones y por la represión. Es necesario tener en cuenta que la
represión estaba dirigida contra el PRT, el FRP, el PB y el conjunto de los
aliados del FAS, los dirigentes de los Montoneros y del activismo en general. En síntesis el objetivo del Gran Acuerdo
Nacional (GAN) era liquidar a todo el movimiento combativo obrero y popular.
Remontar el FAS se hacía muy difícil por las
dificultades señaladas, si hasta para reunirse había que superar muchos
obstáculos. El OCPO y el PRT intentan hacer una alianza con los Montoneros; con
Santucho conversamos sobre el problema. Mi punto de vista era que siguiéramos
con una tarea de aliar sectores de izquierda y sectores populares y
postergásemos las conversaciones con Montoneros. Para nosotros estaba claro la
importancia de ellos, pero habida cuenta de que tenían una posición muy
ortodoxa, desde el punto de vista peronista y de su relación de
incondicionalidad con Perón, evaluábamos que había que esperar. En los hechos
el gobierno peronista iba rumbo a un desprestigio ante las masas, un ejemplo
claro de ello fue el Rodrigazo, mucha gente del viejo peronismo y la juventud
estaban evolucionando hacia posiciones más radicalizadas. Perón venía con otro
plan y otros acuerdos.
Para Montoneros, el peronismo era todo; muchos
de sus ideólogos defendían esta tesitura de que la revolución pasaba
exclusivamente por el peronismo debido a que la mayoría de la clase obrera
tenía esa posición política y, en consecuencia, solo la adhesión a esta política
permitiría hacer una revolución, cosa que en los hechos se demostró que no era
tan así, porque en todo ese período hubo un desarrollo importante del
sindicalismo combativo clasista en distintos sectores industriales, como en
Villa Constitución, el sindicalismo clasista y combativo de Córdoba, la CGT
clasista de Salta, la CGT de los Argentinos, organizaciones donde muchos
dirigentes no eran peronistas, eran dirigentes simplemente de izquierda, pero
apoyados por la masa y, en otros casos, dirigentes peronistas con posiciones
revolucionarias. Ahora, claro, cuando vuelve Perón, de hecho se produce un
cambio, se produce un cambio fundamentalmente en las masas obreras y populares.
Recapitulemos: las masas veían en el regreso de
Perón un retorno al peronismo del 45, es decir que se solucionarían muchos de
los problemas por los que lucharon más de dieciocho años. No registraban el
acuerdo entre el dictador de ese momento, Lanusse, ideológicamente liberal,
conservador y anti peronista, quien ante el temor del desarrollo insurreccional
en la Argentina, ante la probabilidad de una fusión entre la guerrilla y el
proletariado, decide acordar con Perón la salvación del sistema capitalista de
la insurrección armada. Su ardid táctico fue el Gran Acuerdo Nacional (GAN),
acordado previamente con los partidos tradicionales, principalmente la UCR, la
cúpula de las FF.AA y la complicidad de la burocracia sindical. Reiteramos: el
objetivo era desbaratar el movimiento de masas y su probable unidad con el
movimiento insurreccional armado que postulaba la liberación nacional y el
socialismo. El acuerdo es con Perón para "salvar las instituciones y
frenar el caos" o sea, salvar al orden burgués dado que "la patria
estaba amenazada por la subversión apátrida". En el movimiento táctico de
la estrategia para desbaratar una resistencia que se generalizaba, la pieza
clave era Perón.
Perón y Lanusse, eran enemigos irreconciliables,
pero llegan a ese acuerdo. El General regresa. Una buena parte de los sectores
populares consideran este hecho como su gran triunfo. Sin embargo la gran
mayoría no visualizaba que era el fruto de un acuerdo superestructural con una
finalidad específica. Perón gana las elecciones con un 60 %. La mayoría de ese
porcentaje, antes del retorno de Perón, aplaudía cualquier acción contra los
militares, luego ya no.
Los Montoneros y la Juventud Peronista (JP)
propagandizaron y agitaron la incondicionalidad con el líder; esto caló
bastante en la conciencia de las masas, a lo que hay que agregar la actividad
de la burocracia sindical en el seno del movimiento obrero. Ellos no podían
retroceder, a lo sumo justificar la situación con la teoría del cerco.
Ahí tenés un cuadro de la subjetividad en las
masas. Pero el General estaba en otra.
En el período anterior al retorno de Perón, todo
hecho de violencia revolucionaria que se llevara a cabo en cualquier lugar del
país, fuese hecho por el peronismo, alguna organización de izquierda o grupo
independiente era aplaudido por los sectores populares, y muchas veces ocurría
que en una reunión de barrio, reuniones populares o por ahí en alguna fábrica
reclamaban ¿qué es lo que hacen ustedes? ¿Cómo no hacen esto o aquello’? Es
decir, la clase pedía violencia contra la dictadura militar. Había voluntarios
para incorporarse a las organizaciones, eso explica el fuerte desarrollo de las
organizaciones armadas y, en Montoneros, por su pertenencia al peronismo. Pero
esto cambia cuando viene Perón; cambia cuando se produce el retorno por que en
muchas corrientes del peronismo se había dicho hasta el cansancio que el
regreso de Perón constituía un hecho revolucionario. El grueso del peronismo
cifró grandes esperanzas en el retorno. El discurso del líder desde el exterior
alentaba a las organizaciones armadas y a la resistencia, por eso algunos afirmaban
que cuando Perón viniese, seguramente lo haría hacia el socialismo. Se creía
que realmente iba a haber una transformación porque en sus mensajes muchas
veces repitió lo del “socialismo nacional”. Mientras nosotros, como FRP ya lo
habíamos discutido y llegado a la conclusión de que a Perón, en realidad, lo
que le interesaba era el capitalismo, no el socialismo.
Un capitalismo, bueno, con algunas reformas de
carácter social, en fin, lo había hecho con mucha facilidad del ’45 al ’55
pero, a su retorno era mucho más difícil por cuanto se estaba en otro momento
histórico y el país había sido desquiciado económicamente por las dictaduras
militares. El grueso de la resistencia seguía avanzando. Entre los militares y
sus asesores civiles existía mucha preocupación; consideraban que no era fácil
vencer a la guerrilla ni doblegar a un movimiento obrero en ascenso ni a las masas
populares del campo y la ciudad. Las masas tomaban los barrios, tomaban la
zona, luego se dan puebladas en diversas ciudades del país; se llega al
Cordobazo, los Rosariazos, en Tucumán, Salta,
Corrientes hay levantamientos populares que la policía ya no puede controlar y,
en el caso de Córdoba y Rosario ni la intervención del ejército puede con esas
rebeliones. La contundencia del creciente descreimiento de los trabajadores, de
sectores populares y en particular de la juventud mostraba a las claras que la
situación se le iba de las manos a la dictadura. Temían la probabilidad de una
revolución próxima. De ahí que se inclinan por una salida política que frenara
este movimiento generalizado en Argentina. Esta salida no era posible sin la
concurrencia del peronismo y la anulación de la proscripción de Perón.
El su libro “Mi Testimonio”, Alejandro Lanusse,
expone las conclusiones que esos hechos generaron en ese sector de las FF.AA y
sus asesores. Lanusse comprende la situación revolucionaria por la que estaba
atravesando el país y explica que había que parar ese movimiento de guerrillas
y el ambiente convulsionado del movimiento obrero que cuestionaba todo. De ahí
la necesidad de hacer un acuerdo con el peronismo; pero el único que podía
definir era el líder. A partir de ahí se pone en marcha la estrategia de lograr
lo que fue el Gran Acuerdo Nacional, cuyos principales agentes fueron Lanusse,
Perón y Balbín.
L.C: ¿Vos crees que la
conclusión que sacan es que tenían que parar el movimiento de guerrilla o, fundamentalmente
el movimiento de masas que irrumpía con violencia, porque no es poca la
diferencia?
A.J: Yo creo que no hay que dividir el tema,
porque lo que les interesaba a ellos era, por un lado parar a la guerrilla y,
por el otro, parar el movimiento obrero organizado junto a las masas. El propio
Lanusse dice, más o menos, “el peligro
está en que finalmente las masas se
unan a la guerrilla”. La situación del país ya no podía soportar las
dictaduras militares que ya llevaban 18 años. Para el análisis militar -que
conocen lo que son las guerras irregulares- no podía escapárseles que, el
movimiento de masas, al final, se uniera al movimiento guerrillero que
planteaba un poder obrero y popular. De ahí que aparece la propuesta del Gran
Acuerdo Nacional (GAN) y velozmente se comienza a hacer los acuerdos con Perón,
a través de los delegados enviados a verlo. Eso mismo cuenta Lanusse, en el
sentido de que Perón plantea condiciones, la devolución del cadáver de Evita
que nadie sabía dónde estaba, restitución del grado de general y el
consiguiente pago de los sueldos devengados, la legalidad del Partido
Justicialista proscripto hasta entonces etc.
De inmediato se le hicieron esas concesiones,
apareció el cadáver, se lo entregaron, le restituyeron el grado que él tenía y
le pagaron todos los sueldos atrasados. Y luego de eso, bueno, no se le permite
ser candidato porque esto era muy pesado para la oligarquía, de ahí es que
viene el peronismo, viene López Rega con las tres A y también Ezeiza.
En aquel entonces discutí esto con algunos
Montoneros y otros peronistas, al igual que una solicitada de Perón, publicada
en algunos diarios de Buenos Aires titulada “La única verdad es la realidad”;
en ella describe la situación del país, la necesidad de retornar a la
democracia y en lo referente a la guerrilla, muy sintéticamente, manifiesta que
es “un problema policial”. No dice, “con la guerrilla vamos a negociar, vamos a
conversar”, dice: “la guerrilla es una problema policial”, así, simplemente,
con lo cual decía, “‘a éstos, reprímanlos, no se hagan ningún problema”, a buen
entendedor indicaba que a estas expresiones políticas se las resolvía con
represión. Claro, entonces esta lectura es la que muchas veces, compañeros
peronistas se negaban a admitir; Montoneros, por ejemplo, siguieron insistiendo
en que eran tácticas de Perón. Es decir, prevalecía una creencia idealizada de
que más allá de las declaraciones explícitas, él venía a realizar grandes
transformaciones en el sentido del socialismo nacional. A decir verdad era una
de las tantas ambigüedades.
Bueno, en este ínterin, siendo ya Perón
presidente sucede la toma del cuartel de Azul (17.01.1974) protagonizada por el
ERP. Fíjate vos cómo se da la situación: Perón plantea la reforma del Código
Penal; los diputados montoneros piden una audiencia con él, para el día del
tratamiento en diputados; el FAS programa una gran acto frente al Congreso, que
se propagandiza en Buenos Aires. El día anterior a esos preparativos se produce
lo de Azul, entonces mucha gente se pone mal, digamos, del mismo FAS,
corrientes que venían del PI o de sectores progresistas se retraen y a los
diputados que van a la audiencia, Perón les pone toda la televisión’ y llamó a
“aniquilar cuanto antes este terrorismo
criminal”.
Muy elocuente es el diálogo mantenido con los
diputados Montoneros durante la entrevista con el líder. Ellos querían señalar
ciertas ambigüedades de algunos artículos de esa reforma ya que se prestaban a
interpretaciones interesadas en perjuicios de centenares de organizaciones no
formalizadas, muchas de ellas del peronismo, se trataba de agrupaciones
barriales, sindicales, líneas internas del peronismo, agrupaciones campesinas,
estudiantiles etc. que luchaban por reivindicaciones económicas, políticas y
sociales. A éstas por ejemplo con fines persecutorios se las podría combatir en
base a los artículos en cuestión aplicándoles la figura de asociaciones ilícitas que las cercenaba y castigaba. Se conocía que
existían numerosas agrupaciones sindicales que cuestionaban la burocracia, no
solo por su estrecha relación con las patronales, sino también por haber
colaborado con las dictaduras de turno. Los integrantes de esas agrupaciones
que cuestionaban a burocracias corrían el riesgo de ser víctimas de las
disposiciones de esa reforma penal [1]
L.C: Sí, y aparte los llama
infiltrados, les dice que se ponen la camiseta de peronistas y que el que
quiere estar, está y el que no, no está...
A.J: Militarmente, lo de Azul salió perfecto,
pero políticamente significó un sismo para todo lo que eran organizaciones
políticas revolucionarias y progresistas tanto del peronismo como de la
izquierda independiente y, además, un justificativo de primera para el gobierno
de Perón respecto a su proyecto de modificar el Código Penal y agudizar la
represión.
L.C: Ahí,
en el contexto de esa reforma del Código Penal fue aquella declaración que él
hace a La Nación, yo tengo la declaración donde él dice claramente, lo vamos a
hacer por las buenas y si no, lo vamos a hacer por las malas o sea, lo que
decía de la modificación al Código Penal, es parte de toda esa derechización,
de ese giro que se había dado con el Devotazo, cuando los liberan a ustedes,
empieza con toda esa derechización y llega ésta Perón.
A.J: El gobierno de Cámpora fue un gobierno progresista,
democrático y de transición en la táctica de Perón y probablemente también del
GAN. Cámpora sabía que en algún momento debía renunciar para que se postulara
Perón.
Si bien la liberación de los presos políticos de
Devoto, Rawson y otras cárceles tuvo lugar durante ese gobierno, se debió -
como dije a consecuencia de la fuerte
presión de las masas populares que abogaban por la libertad de todos los presos
políticos, independientemente de su filiación ideológica.
Cuando Cámpora renuncia, lo hace por la presión
tanto de Perón como de la burocracia sindical. A partir del momento en que
Lastiri asume, la orientación del gobierno es de derecha, indudablemente se
cumple con los acuerdos del GAN.
Luego de la acción de Azul, el FAS se vio
afectado en toda su estructura, tanto es así que varias organizaciones se
retiraron. Si analizamos qué pasó, debo decir que a nuestro modo de ver, desde
el punto de vista del carácter de derecha que venía asumiendo el gobierno, se
podía justificar esta acción de las organizaciones, pero, desde la perspectiva
de la subjetividad de las masas se produjo un desfasaje en cuanto a la
recepción política por parte de ellas. Hay que tener en cuenta que, una lucha
armada es una lucha política y, en las luchas políticas, la opinión de las
amplias masas obreras y populares tiene suma importancia.
L.C: ¿El espacio proponía,
abrir locales legales, en todo el país?
A.J: Sí, ese era el plan. A partir del gobierno
de Cámpora que se inicia con la liberación de todos los presos políticos por la
gran presión ejercida por las masas que se agolpaban en las puertas de las
cárceles, se da una gran apertura democrática, comprobable con la cantidad de
reuniones, asambleas, publicaciones de todo tipo que en esa época eran públicas
como la Estrella Roja, El combatiente, El Descamisado, entre otros.
De hecho, en el período de Cámpora se dieron
aperturas de locales. A partir de su renuncia comienza un cambio en cuanto al
carácter del gobierno que adquiere una fisonomía de derecha.
Fíjate que el diario El Mundo, formalmente
independiente pero su orientación respondía al FAS y a sectores de izquierda,
fue clausurado muy poco después.
Existía la esperanza que con la llegada de Perón
se produjeran cambios de fondo, fundamentalmente en la mayoría de los partidarios
de base del peronismo, que constituían el grueso de los votantes, como también
en algunos sectores de izquierda no peronista. Cabe destacar que el
nucleamiento combativo de Montoneros, conocido públicamente por el secuestro de
Aramburu y su posterior ajusticiamiento, fueron protagonistas de importantes
acciones militares, por lo que habían logrado conseguir un apoyo considerable
de las masas peronistas. Ellos eran los principales propagandistas sobre los
supuestos cambios que realizaría Perón en cuanto al Socialismo Nacional,
ilusiones mantenidas hasta muy avanzado el tiempo transcurrido desde el
retorno, al punto de no convencerse que el líder regresaba con otros planes,
planes antagónicos al sueño que ellos sustentaban. Desde los hechos de Ezeiza hasta
culminar con la expulsión de los jóvenes peronistas de la Plaza, su equipo
dirigente Lastiri, López Rega e Isabel, mostraron claramente su intencionalidad
con las designaciones de ministerios, la intervención de la juventud, la purga
ordenada que se realizara contra los empleados públicos en todas las
reparticiones etc. Esa purga iba dirigida contra empleados señalados como
“infiltrados”.
L.C: Tenían esperanzas...
A.J: Objetivamente tenían muchas esperanzas de
que cambiaran muchas cosas...
L.C: Ahora, ¿participa el
FAS de esto; me refiero a la parte de rumbo político? ¿y las organizaciones
sociales, algunas comisiones internas o agrupaciones obreras?
A.J: Sí, hubo agrupaciones obreras que
participaron. Entre las organizaciones políticas y sociales que participaban
del FAS, muchos de ellas tenían relaciones y trabajo político entre los obreros
fabriles: recuerdo a numerosos compañeros obreros de Salta, una buena parte de
la CGT Clasista, compañeros que pertenecían a FOTIA de Tucumán, hacheros de
Santiago del Estero, mineros, había un núcleo en el gran Buenos Aires, en Villa
Constitución, en el cordón industrial de
Rosario, en Córdoba y otros puntos del país, de todos modos eran sectores
obreros importantes.
L.C: Claro, porque
inclusive ustedes y un sector del PRT... tenían una posición más pro
trabajador...
A.J: Sí, es decir existía ya un embrión de apoyo
obrero importante. Entre nosotros, entre el FRP, PRT, OCPO priorizábamos el
trabajo entre los obreros, campesinos, pueblos originarios etc. Esto explica la
presencia en el FAS de la CGT Clasista de Salta, del Movimiento Sindical de
Base de Córdoba, de trabajadores de Villa Constitución, de nucleamientos del
Gran Buenos Aires, etc.
Acá, por caso, el de los aborígenes... es
decir... en el FAS estaban las corrientes aborígenes que trabajaban con
nosotros en Salta, en Embarcación, Tartagal... toda esa región, más las
concentraciones de aborígenes en las cuales había estado desarrollando trabajo
el PRT, en la zona de Formosa y El Chaco, por eso, en Roque Sáenz Peña hay una
cantidad muy grande de aborígenes presentes, es decir que había una simpatía,
tanto así que te cuento, por ejemplo, una anécdota, unos compañeros del PRT me
hablan a Salta, “che vení” había un
parlamento indígena en El Chaco y bueno, yo voy, pero no sabía cómo era el
tema, entonces digo vamos y cuando llegamos a la puerta había guardias y dicen
“no, no pueden pasar, es exclusivo de los
pueblos originarios” y bueno, volvimos y yo les recrimino a los compañeros
del PRT que me habían llamado, “para qué
me invitan sino están seguros” les digo, así les bajo la caña a los
changos. “No, pero nosotros lo hicimos
con buena intención” y en eso nos encontramos con dos caciques, venían
caminando hacia el congreso, nos ven, me ven a mí y dicen “eh, Jaime, qué andas haciendo? que bien que haya venido!” y les digo, “sí,
pero tuvimos problemas para pasar”, ¡No, venga para acá!”.
Me llevaron, recriminaron a la guardia y me
invitaron a pasar e hicieron sentar en la mesa de los dirigentes, a la cabeza,
con gran sorpresa de los compañeros que controlaban la puerta y no eran
originarios, creo que pertenecían a la JP pero, quienes me hicieron pasar eran
miembros del panel y habían estado en el Congreso del FAS de Sáenz Peña. Fue un
incidente casual y gracioso. Mucha gente de ellos tomaban al FAS como una
corriente política propia, que los representaba.
L.C: ¿O sea que estos
caciques te conocían a vos
de Roque Sáenz Peña?
L.C: Sí y de otros eventos, pero aparte, en el
norte argentino, ya teníamos una larga relación con estos compañeros.
L.C: Ahora, visto desde el
hoy, aquello fue una avanzada... visto desde Rosario, Buenos Aires, inclusive
desde Córdoba, de Santa Fe para arriba, es una cosa; de Santa Fe para abajo es
otra; lo digo por la presencia de aborígenes, de los pueblos originarios en
Salta, en el Chaco... acá prácticamente no hay... ahora sí, está más de moda, pero para
ustedes era, digamos era parte de sus actividades cotidianas.
A.J: Sí,... bueno nosotros en el FRP siempre
teníamos el planteamiento de trabajar con los pueblos originarios y, en el PRT,
constituyó el antecedente primario. El FRIP – Frente Revolucionario
Indoamericano Popular –, es decir, sus integrantes tenían mucho interés en el
tema y realizaban tareas, así como en Tucumán; trabajaban con los azucareros en
algunos ingenios. Santucho iba a visitar personalmente a los trabajadores en
los ingenios, de ahí provienen dirigentes como Leandro Fote y Oscar Montenegro
y, en el caso nuestro lo teníamos a Benito Romano y a Hugo Andino. ´La
provincia de Tucumán se caracterizaba por contar con una importante y numerosa
masa obrera, muy peronista. No era tan fácil ir con propuestas de izquierda,
sin embargo se ganó a mucha gente del peronismo, como es el caso de los
dirigentes citados que participaron del FAS.
L.C: Ahora lo que podemos
hacer, Armando, es conseguir los programas... de Tucumán, Roque Saénz Peña y el
de Rosario y en base a eso mostrar la evolución de los mismos.
A.J: Una demostración de la democracia interna
que existía en el FAS se plasma en cada uno de los programas consensuados en
los Congreso de Tucumán, Sáenz Peña y Rosario; allí vamos a notar diferencias
que se debieron al resultado de los debates que se llevaban a cabo en cada una
de esas reuniones.
Porque son el producto de cada uno de los
plenarios, especialmente de la reunión de delegados que se hacían y ya venía
con discusiones hechas con las bases.
L.C: Como se trataba de un
frente, cada organización traía a los congresos sus posicionamientos para el
correspondiente debate ¿no es así?
A.J: Sí, y el PRT tiene evoluciones importantes,
porque ellos en un momento tienen una posición cercana al trotskismo, sobre
todo cuando el FRIP hace la alianza con el sector de Nahuel Moreno pero,
después, se dividen y diferencian de las posiciones anteriores. Tanto es así
que adhieren a la revolución cubana y tienen una actitud de respeto a la URSS.
L.C: Después se vuelcan más
a lo nacional y popular.
A.J: Sí, en este período es cuando se comienza a
discutir la necesidad de crear un Frente de Liberación Nacional y Social. En el
caso de ellos, esto se da después de la ruptura con el grupo político de Nahuel
Moreno y, en el caso nuestro, era un planteamiento que provenía tempranamente
del peronismo revolucionario. En esta orientación están los escritos de John
William Cook, declaraciones públicas de la Juventud Revolucionaria Peronista
(Gustavo Rearte- Eduardo J. Salvides) Movimiento Revolucionario Peronista,
Programa de Huerta Grande de las 62 Organizaciones, dirigidas en ese momento
por Andrés Framini. Nosotros teníamos una vieja amistad con Mario Roberto
Santucho a través del estudiante Arancibia en los tiempos del FRIP, de manera
que por una parte, cuando en los años 70 ya estaba conformado el FRP y, por el
otro lado ya estaba constituido el PRT, fue fácil arribar a un frente político.
Ellos se plantean la política de alianza con distintos sectores, también entran
a comprender la importancia del peronismo como movimiento de masas, entonces se
vuelven más respetuosos y les interesa hacer alianzas con el peronismo
revolucionario.
L.C: ¿Desde ese momento y
hasta el golpe y, desde el golpe, hasta cuándo estuviste acá? ¿Dónde te
encuentra el golpe? ¿Hasta cuándo estás en el país?
A.J: Bueno, cuando se da el golpe militar yo
estoy en Buenos Aires, clandestino y de ahí, después de un tiempo, salgo al
exterior, no tenía ya más salida, estaba muy golpeada la organización, el
propio PRT, y los Montos también estaban muy mal, es decir, todo el mundo
estaba saliendo, así que nos reunimos y los compañeros plantearon “vos te podes
quedar”, yo necesitaba quedarme, “vas a caminar un tiempo pero corres el riesgo
de caer”, me decían.
EL GOLPE GENOCIDA DEL 76, Y
LA EXPERIENCIA DEL EXILIO
L.C: ¿Y qué lectura hacían
del golpe, cómo lo caracterizaban? Es importante por las distintas
caracterizaciones que se han hecho.
A.J:
Bueno, mira, nosotros al golpe lo caracterizamos como golpe típico del
liberalismo con un componente neo fascista encargado de ejecutar la “tarea
sucia”, ya iniciada en el gobierno peronista a través de la Triple A. Además ya
se había realizado la purga de toda la administración de los supuestos
“infiltrados subversivos”, así se consideraba a todo empleado sospechado de
tener ideas diferentes a las que propugnaba el Estado, habida cuenta de la
intervención de gobiernos progresistas de las provincias y hasta el asesinato
previo al golpe del Dr. Miguel Ragone, gobernador destituido de la Provincia de
Salta. En este contexto cabe mencionar la destitución de Obregón Cano en
Córdoba, de Bidegain en Buenos Aires. Pero además el golpe venía con el
propósito de aniquilar a quienes ellos consideraban miembros de la subversión.
Algunos dirigentes de izquierda creían que el
liberalismo no era represor, que el único represor eran los fascistas, veían a
los liberales como democráticos; tanto es así que no faltaron análisis de ese
tipo diciendo “no ataquemos a Videla que se viene el fascismo”, cuando Videla
era el principal promotor del fascismo, como lo había sido el peronismo durante
su gobierno a través de López Rega. Esta posición era similar a las
justificaciones sobre el cerco a Perón, lo que a nuestra manera de ver, era tan
errónea en un caso como en el otro; Perón elegía la gente, Perón sabía lo que
se estaba haciendo, no era que lo ignorara.
En el caso de los golpistas de 1976 tenían -
previo al mismo - un plan acabado de su actividad represora, incluso ya
integraban la Coordinación internacional conocida como Plan Cóndor.
L.C: ¿Cuál es tu derrotero
en el exilio?
A.J: Bueno, cuando salí al exilio, planteamos lo
que era ya en ese momento el Frente Revolucionario 17 de Octubre (FR 17). Esta
organización surgió de la unificación del FRP con el Movimiento 17 de Octubre
del peronismo revolucionario, fundado por Gustavo Rearte, con quien siempre
fuimos aliados, particularmente en el Movimiento Revolucionario Peronista
(MRP). El MRP era un conjunto de organizaciones peronistas revolucionarias y
combativas pero, con el correr del tiempo nos alejamos, por razones ideológicas
y políticas. La fundación del FRP se da luego de la división del MRP, si mal no
recuerdo en 1968. Recordemos que el MRP se funda el 5 de agosto de 1964. Dicha
división se produce de la siguiente manera, por una parte estaba el
planteamiento de un peronismo más o menos ortodoxo, encabezado por Héctor
Villalón, por otro lado la JRP, liderada por Gustavo Rearte, que ya tenía
posicionamientos de corte marxista. Además estaba Mario Valotta, quien dirigía
el periódico Compañero ; él se retiró muy pronto del MRP por las
mismas razones que nosotros, se suspendió la aparición del periódico y lo
perdimos de vista hasta ahora. También estábamos nosotros que éramos una
organización, principalmente del interior, teníamos ya una concepción marxista
y una posición de no acatar incondicionalmente las resoluciones de Perón, sino
sólo en la medida en que éstas pudiesen ser favorables para el movimiento
revolucionario. Al poco tiempo constituimos el FRP. En 1965 seguíamos
conversando la cuestión de la organización, el proyecto revolucionario y el
tema de la lucha armada.
L.C: ¿Qué expresaba el
FR17?
A.J: El FR17 fue la constitución de unidad del
Frente Revolucionario Peronista y el Movimiento 17 de Octubre. Este frente
unitario no duró mucho tiempo a raíz de los golpes de la represión, en los que
sufrimos la pérdida de dirigentes y militantes, muchos asesinados y
desaparecidos. Entramos en crisis. Nos dividimos en dos fracciones Por una
parte estaba una fracción del ex MR17 con algunos compañeros que provenían del
ex FRP y, por la otra, quedamos nosotros con una parte del ex FRP y otra que
provenían del ex MR17, especialmente gente del Gran Buenos Aires. Los
dirigentes sindicales que había promovido el MRP se alejaron sin decir nada. En
las discusiones con JRP nos diferenciamos en esos momentos por cuanto ellos no
veían a la lucha armada como una necesidad inmediata, en cambio nosotros
pensábamos que era oportuno incorporarse a la misma.
Para fortalecernos en la zona de Buenos Aires y
Gran Buenos Aires hicimos alianza con el núcleo del MR 17, entonces cambiamos
la denominación a se denominó FR17-Comité de Reorganización, con lo cual
dejamos de tener el aditamento peronista para ponerle Frente Revolucionario 17
de Octubre. Recorrimos un trecho juntos, en 1977 nos dividimos.
L.C: ¿Pero salen del país
organizados o, cada uno cómo puede?
A.J: Nosotros salimos organizados, de la misma
manera que otras organizaciones.
A finales del año comenzamos las discusiones
sobre la necesidad de que algunos compañeros se fuesen al exterior por su
seguridad de vida. Ya habíamos tenido compañeros asesinados y desaparecidos. Se
produce algún tipo de incomunicación por las condiciones que imponían la
dictadura, como el hecho de que no debíamos usar el teléfono, sino el contacto
directo. Y, el tema de la salida al exilio en la clandestinidad, nos impuso que
las diferentes regiones lo resolviese cada una por su lado. En el caso nuestro
entre Buenos Aires, Córdoba y Rosario resolvimos la planificación de la salida.
L.C: ¿Esto es antes del
‘76?
A.J: No, es ya durante el ’77, año en que
constituimos el FR 17 Comité de Reorganización decidimos que por seguridad
algunos compañeros debían salir del país, entre ellos yo mismo. Mi salida iba
unida al plan de recorrer América Latina, así que fui por Brasil, estuve en
Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, pasé a Panamá, pasé por El Salvador y nos
reunimos en México con compañeros nuestros que ya estaban en el exilio.
L.C: ¿Y con quiénes te
entrevistabas?
A.J: Ah bueno, el plan mío consistía en lo
siguiente: en el trabajo, lo primero que entrevistaba era a los miembros de las
centrales obreras y les hacía entrega de las denuncias de las desapariciones,
para que ellos, como representantes de la clase obrera reclamaran este tema, en
particular en la OIT. Luego de esto visitaba grupos políticos de izquierda,
conversaba con ellos, de modo tal que, en toda esa gira pude tener una idea
bastante acabada de lo que significaba el movimiento político latinoamericano.
Y me encontré con muchas sorpresas en el sentido de que nosotros aquí estábamos
acostumbrados, por ejemplo, a que en la CGT solamente había peronistas y que
había cierto desprecio hacia la izquierda, de pronto en Bolivia me toca
participar como observador de la COB y era un plenario donde había toda clase
de banderas rojas, de las distintas expresiones de izquierda; era una central
obrera altamente clasista. Luego en Perú como en los otros países encontré
situaciones similares aunque en distintas variantes.
L.C: ¿A Perú cuando llegas?
A.J: Cuando yo pasé, ya estaba en formación
Sendero Luminoso y ahí conocí al abogado Alfonso Barrantes Lingán que después
fue intendente de Lima; era un hombre de izquierda identificado con la
revolución cubana. Fue muy solidario conmigo cuando llegué ahí, tanto es así
que me buscó un lugar donde parar, puesto que sabía de mi condición de
clandestino, es decir, allí sabían quién era yo.
Luego al llegar a Ecuador me conecté con un
exiliado salteño que había sido miembro del triunvirato de la CGT clasista, el
compañero Oscar Aramayo. Por su intermedio entrevistamos a dirigentes de la
central obrera campesina clasista y una central obrera de trabajadores
industriales, también clasista.
Cuando pasé por Colombia también me encontré con
muchas organizaciones sindicales con posiciones de clase. Allí pude constatar
ciertas diferencias respecto a lo que me habían contado sobre Colombia, me
informaron de la existencia de organizaciones paramilitares, indudablemente en
estrecha conexión con el gobierno, que conformaban grupos criminales encargados
de asesinar a luchadores y dirigentes destacados. Yo venía de una Argentina que
perseguía, encarcelaba, asesinaba y hacía desaparecer personas. En Colombia
todo el mundo se cuidaba muchísimo, por ejemplo quienes me dieron albergue, me
recomendaron tener mucho cuidado, “... no
vas a pensar que esto pasa en Argentina nomás, aquí hace mucho que viene
pasando...”. Dos o tres veces,
mientras caminaba por la calle, me llamó la atención gente concentrada
alrededor de algo. Cuando me arrimé, mi sorpresa fue encontrarme con cuerpos
asesinados y comentarios horrorizados de esos transeúntes.
L.C: Desde el Bogotazo para
acá la violencia política en Colombia fue una constante.
A.J: Y bueno, de allí pasé a Centro América. Por
ejemplo en Guatemala me recomendaron que viese al director de un periódico y,
cuando salgo del hotelito donde paraba, paso por un puente: un muerto. Y la
gente mirando, un asesinado, y voy a buscarlo a este tal director que no me
acuerdo su nombre ni como era el diario. Pregunto, “no, no está”, me dicen. Dejé pasar uno o dos días a la espera de su
regreso y me acerco a la dirección. Me atiende la secretaria me dice que no
está; ante mi insistencia se sincera: “anda
prófugo y cuídese usted que puede tener problemas, la situación está muy
difícil aquí.”’ Y efectivamente, andaba el ejército por todos lados.
Otro tanto ocurría en El Salvador, no podías
estar, vos estabas sentado en un barcito cualquiera y veías que entraba el
ejército. Te comento un incidente que viví. Estaba en un café con dos
salvadoreños y acababa de sacar del portafolio unas declaraciones que quería
entregarles cuando, de pronto, entró un comando del ejército. De inmediato uno
de mis anfitriones me dice en tono imperativo “guarde eso”, a lo que sorprendido repliqué “pero por qué”´, con voz más severa aún, pero casi susurrando
exclama “guarde!” El comando militar
se retiró luego de revisar y requisar a algunos parroquianos, sin llegar por
suerte a nuestra mesa. Es entonces cuando uno de ellos me explica la razón de
su actitud. “Mire compañero, si los
militares que entraron nos hubiesen encontrado con esos papeles, podría
habernos costado la vida”.
Así comprendí que la situación en Argentina no
era un hecho aislado.
L.C: ¿Y ahí entonces fuiste
encontrando compañeros exiliados? ¿Dónde había más?
A.J: En todos los países de América Latina que
visité, encontré exiliados argentinos; pero donde se concentraba el mayor
número era en México.
L.C: ¿Luego continuas hacia
México?
A.J: Si, pero en Honduras conocí a la que
actualmente es mi abogada, la doctora Elena Moreno, siempre está con el tema de
los derechos humanos y ella estaba exiliada ahí y en México nos encontramos con
compañeros del viejo FRP, exiliados en México. Allí pudimos reunirnos con
compañeros que estaban en Venezuela y acordar estrategias para trabajar en el
exilio, entre ellos estaba Juan Carlos Salomón, Carlos Holmquist, Olga Plaza y
otros.
L.C: ¿Cómo jugaba esta
relación entre la identidad peronista y el… marxismo?
A.J: Eh... bueno que yo ya venía de una
corriente de tendencia de izquierda en Salta, además seguía a un dirigente como
era Xamena, y, luego tenía alguna idea que había tomado de los materiales de
los anarquistas, tenía algo de idea, digamos; ya era un hombre ateo y siguiendo
la experiencia del partido laborista que me interesaba. En mi aprendizaje
político práctico, siempre estuve en la lucha de los trabajadores, siempre
ligado a los sindicatos. En Salta con un dirigente como era Carlos Xamena, que
provenía de las filas del sindicalismo combativo, él era enfermero. En sus
discursos Xamena resaltaba siempre la importancia de los trabajadores en la
vida política y, en el contexto de las luchas internas del peronismo solía
criticar la presencia de elementos patronales en el movimiento. Todo esto fue
haciéndome comprender aspectos de la lucha, a distinguir sectores sociales,
hasta que me encontré con literatura marxista y empecé a entender el problema
de la lucha de clases. A partir de este conocimiento empecé a ver flagrantes
contradicciones en el seno del movimiento peronista; por ejemplo aquí, muy
cerca de la ciudad de Salta está el ingenio azucarero San Isidro. El Sindicato
de Obreros y Empleados del Ingenio San Isidro, sus dirigentes y, la mayoría de
sus afiliados se identificaban con el peronismo. Para todos ellos era el peronismo
el que defendía los intereses de los trabajadores.
Si observamos el sentimiento de todos estos
compañeros y sus ideas, el peronismo representaba los intereses de los
trabajadores.
Lo irónico del caso es que los dueños del
ingenio, la familia Cornejo Linares eran peronistas y, tanto es así que Carlos
Cornejo Linares era diputado nacional por el Justicialismo. De hecho,
difícilmente este hombre podría defender los intereses de los trabajadores,
distintos a los propios. Éste es un hecho objetivo, representativo de la
situación a nivel nacional. Era una característica del peronismo.
No es para menos, esta situación descripta tenía
que ver con los principios doctrinarios emanados y recreados por el jefe del
movimiento, el general Perón. Cuando alrededor de 1945 se resuelve la
contradicción del Partido Laborista contra los sectores políticos de la
burguesía -que tenían un papel dominante – y, en consecuencia se disuelve ese
partido y su principal dirigente, Cipriano Reyes, es encarcelado, se constituye
el Partido Justicialista bajo el principio ni capitalismo ni comunismo, es
decir se trata de una filosofía “intermedia” pero que, en realidad, no liquida
al capitalismo sino que lo consolida y reafirma, de manera tal que no existiría
una alternativa más allá de él.
De
hecho hay una diferencia con aquellos principios del liberalismo, “dejar hacer,
dejar pasar”. La nueva idea es la intervención del estado en la política, en la
economía y en la cuestión social. Observemos el lema central: soberanía política, independencia económica
y justicia social. La intención real era el desarrollo de una burguesía
nacional. Las dos primeras consignas se ajustaban a esa aspiración; ahora bien,
no se planteaba revolución social,
sino justicia social; eufemismo para
determinar los límites en lo social: no se va más allá de las reivindicaciones
que pueda otorgar el capitalismo. Por eso Perón lanza la teoría de la tercera
posición.
Como en el sentimiento general del cambio
social, como resultado de las reformas sociales que se obtuvieron en ese
período, en sectores sociales de la militancia, empecé a consolidar mi
tendencia marxista entre el peronismo y, a través de eso nos íbamos encontrando
con gente dentro del peronismo que tenía su evolución, no? El caso de John
William Cooke, Gustavo Rearte, Alicia Eguren, Eduardo Salvides, Aldo Bozarelli
y otros compañeros - por ahí no me acuerdo ahora de sus nombres- pero son
compañeros que han contribuido a la formación, compañeros que buscaban la
transformación de este movimiento popular en un movimiento revolucionario. John
William Cook es el que mejor expresa esta aspiración.
EL GREMIALISMO, EL
PERONISMO, LAS TENDENCIAS REVOLUCIONARIAS A NIVEL NACIONAL E INTERNACIONAL
L.C: ¿Coméntanos algo del gremialismo de la
época?
A.J: Otro aspecto de la actividad de entonces -
que vale la pena mencionar- es que empezamos a distinguir lo que era un
dirigente obrero burócrata de un dirigente combativo; digamos, las posiciones
de cada uno de ellos, la posición negociadora, la no negociadora, la de enfrentar
al sistema, lo de estar en la resistencia frente a la dictadura… entonces había
una diferencia, se notaba la diferencia entre quien aceptaba negociar con los
militares y el que no aceptaba eso; el que veía que no tenían ningún derecho de
estar en el gobierno. Bueno esto fue un fenómeno de gran parte del peronismo,
no era una posición de gente aislada, era de mucha gente, pero también de
hecho, había una campaña del peronismo ortodoxo que supuestamente estaba con la
tercera posición y, además, de la otra corriente del peronismo que era la
derecha corporativa; esos fueron los que inventaron el término ‘zurdo’ y toda
esta historia y que hacían macartismo dentro del peronismo y fundamentalmente
en las filas del sindicalismo, que -decían- ‘eran infiltrados’, ‘los de ideas
extrañas’, todo este tema.
L.C: Que las ideas eran
extrañas al peronismo, eran extrañas...
A.J: Si pero, cuidado que el peronismo en su
origen, aceptó en sus filas a gente que provenían del marxismo, que provenían
del partido comunista, del socialismo y del anarquismo, es decir, no le
cortaban el camino, por supuesto que lo iban marcando, pero algunos se
mantuvieron con bastante firmeza e interpretaron el peronismo de una manera
distinta. Es el caso de John William Cooke, de quien no se puede negar que era
un marxista brillante, notable cómo analizaba el peronismo. No decía que Perón
era infalible, ni esto es un fenómeno. Él planteaba que el peronismo tenía que
transformarse en revolucionario como la única salida que tenía el peronismo;
mientras que otros no, otros pensaban que el peronismo tenía que quedarse ahí
en la ortodoxia y eso era lo revolucionario. Había posiciones distintas y en
estas discusiones es que se fue decantando mucho. Si el peronismo
revolucionario no alcanzó a desplegar más fuerza fue por la última dictadura
militar que le facilitó a la burocracia tener el campo libre dentro del
peronismo.
L.C: Claro por que también
se da el caso de grupos marxistas que más allá del ‘entrismo’, con su bagaje
marxista se incorporan a Montoneros, y otros grupos. Pero, por ejemplo, ¿cuál
era la relación de ustedes con el grupo Peronismo de Base que hace más o menos
una evolución como la de ustedes, pues eran clasistas?
A.J: Sí, con el Peronismo de Base nosotros
tuvimos buenas relaciones más que nada, lo que ocurre era que ellos eran más,
¿cómo te puedo decir? más cerrados en la estructura del peronismo, cosa que
nosotros no; puesto que veníamos ya de una práctica de hacer alianza con la
izquierda; por ejemplo, en Salta hicimos muchas veces trabajo conjunto con el
Partido Comunista, no nos asustaba el Partido Comunista, como tampoco nos
asustaba el PRT o algunos sectores del trotskismo. Cuando nuestros compañeros
se impusieron en la dirección de la CGT y se constituyó la CGT Clasista de
Salta, llamamos a todos los partidos de izquierda a su participación en los
debates de los plenarios. Ahí participaron el Partido Comunista, Vanguardia
Comunista, algunos trotskistas. El PRT - que eran poquitos - lo teníamos
adentro. A todos les permitíamos que hablasen y expongan sus posiciones
respecto a la marcha de la CGT. En cambio, en algunos núcleos peronistas aunque
eran más evolucionados y tenían posiciones cercanas al marxismo, cerraban
trincheras ante el marxismo no peronista, digamos que tenían desconfianza.
L.C: ¿En las FAP conociste
a alguien así? La pregunta también tiene que ver porque conocí a un compañero
que decía yo soy marxista, leninista”, que era de la FAP.
A.J. La FAP fue una expresión armada del
peronismo revolucionario. Uno de sus principales dirigentes era Envar El Kadri,
un militante que provenía en sus primeros pasos de militancia del peronismo
ortodoxo; con el tiempo y, a través de la lucha, evoluciona a posiciones
marxistas, es el momento en que él forma parte de las FAP. En esta organización
convergen militantes provenientes del peronismo y del marxismo leninista
tradicional. Con el tiempo se realiza una fusión entre grupos armados del
peronismo, las FAP, Montoneros y Descamisados.
L.C: Digamos, esos son los
grupos que se unen a Montoneros... Respecto a la tarea
militante que vos te das de denuncia - tanto en América Latina como después en
Europa- ante las Centrales Obreras, en la OIT y otros espacios, ¿cuál fue la
tarea militante durante ese período, en el exilio, como también qué grupos constituyeron,
qué acciones hicieron, con quiénes se encontraron, qué receptividad tuvieron?.
A.J: Bueno, aparte de todas esas tareas, tenía
la ilusión de que nos podíamos organizar en el exilio y regresar al país con
una organización más o menos aceitada, con una alianza aceitada, de manera tal
que caminé por todo el mundo, digamos, visitando argentinos, con la idea de
construir una alianza, una estructura, un frente en el que nos fuésemos
entendiendo para que, a nuestro regreso al país, vengamos con una organización.
Ahora todo esto, a decir verdad, no tuvo mucho éxito que digamos.
L.C: Ahora bien, ¿eso lo
elaboraste cuando estabas acá o en el exilio?
A.J: Eso lo pensábamos cuando estaba en Brasil,
con un grupo de compañeros que habíamos salido, un grupo nuestro y otros
compañeros que provenían del PRT. Decíamos, bueno, hagamos una propuesta de un
frente revolucionario en el exilio para dar tarea política y para el regreso.
Bueno, dos o tres trabajamos en esto, pero, después fue decayendo el entusiasmo
y, hubo quienes se organizaron pero posteriormente desistieron porque el exilio
es sumamente difícil.
Cuando los compañeros salían al exilio era como
que respiraban un poco, y ya en esa condición comienzan a trabajar y la vida
cambia; la mayor parte se dedicaron a derechos humanos y, en nuestro caso
armamos el TYSAE que era Trabajadores Argentinos en el Exilio. Ésa fue la
denominación con la que solíamos ir a la OIT, a veces a una reunión, otras a
hacer pasillo. Ahí lo encontramos a Ongaro que también iba por cuenta suya y
bueno, hablábamos con los delegados que venían, con los rusos, con los
checoslovacos, con los polacos, con los cubanos, con los peruanos.
L.C: ¿Y qué receptividad
tenían en toda esa gente?
A.J: Bueno, había gente que nos prometía un sí,
pero después, en el discurso en la OIT, no decían nada. Y otros sí, por
ejemplo, los de Europa comunista, no recuerdo si era el checoslovaco o uno de
estos delegados obreros que hicieron una denuncia; los rusos se quedaban
callados; después también los peruanos, los venezolanos llevaron posiciones
contra la dictadura argentina. Una vez hablamos con un boliviano; el boliviano
se mostró dispuesto a apoyar y, después, no dijo nada, cuando le preguntamos
por qué, “se había olvidado”, era una
cosa muy gruesa como para olvidarse.
L.C: Y por ejemplo en
España, en Francia, en Italia ¿qué receptividad tenían de parte de los grupos
de izquierda marxista de esos lugares?
A.J: Bueno, en Italia, por ejemplo, estuve
hablando, incluso me llevaron a fábricas para que expusiera allí, es decir,
hablaba en castellano y alguien traducía. Me invitaron para que hablase de la
cuestión latinoamericana en organizaciones obreras; yo tenía fresquito lo que
pasaba en América Latina y ahí, durante tres días, estuve dando charlas con una
cantidad muy grande de delegados.
L.C: Y ahí, con tu posición
clasista que vos llevaste de acá, ¿te encontraste en Italia, con grupos que
habían hecho más o menos el mismo proceso que hicieron otros grupos clasistas
aquí en la Argentina, en los años 60/70?
A.J: Europa viene de una tradición clasista
porque ellos son los que introducen aquí ese enfoque. Cuando la mayor parte de
las organizaciones sindicales tiene algún rasgo de izquierda, la misma
socialdemocracia, tiene ese origen y, este sindicato italiano que me invitóó,
era un sindicato manejado por gente de izquierda, del Partido Comunista y
dentro del PC Italiano había posiciones bastante radicalizadas, como también en
el movimiento obrero, de manera tal que yo fui - no recuerdo el lugar donde
ellos tienen una colonia de vacaciones y una escuela - a dar una charla ahí.
Luego estuve en varios lugares de Europa hablando sobre la Argentina.
Recordemos que durante la dictadura se organizaban los actos con argentinos
pero, en este caso fue todo con un público de italianos, aunque se organizó por
gestión de dos o tres argentinos que estaban ahí.
L.C: Ahora, así, muy
rápido, de los grupos que se fueron al exilio, por lo que yo sé un grupo se
dedicó a estudiar y a trabajar, sé de un montón que se doctoraron en el exilio,
un grupo que se dedicó a la cuestión de los derechos humanos y un tercer grupo
sería el de ustedes que se dedicaron más a la cuestión sobre la mirada de los
trabajadores y a tratar de trabajar esto para volver un día. Este tercer grupo,
porque más allá de que no haya empezado en la época del FAS, más allá de que se
preveía que podía haber un golpe y demás, me hace acordar a muchas cosas
nuestras, porque era todo un debate también alrededor de la unidad
revolucionaria, de la unidad de la izquierda, la cuestión del partido, del
movimiento, la cuestión de la violencia y de quien hace uso. Digamos, era parte
de un debate, de una construcción, digamos, dentro del campo revolucionario,
pero el eje que primaba era superar la secta, secta en el buen sentido, superar
la organización de cada uno, ¿porque lo del FAS fue ese intento, no?
A.J: Lo que pasa es que ya cuando vamos al
exilio, salvo digamos el nucleamiento de Montoneros o nosotros, que éramos un
número menor, es decir la mayoría se había disuelto ya, es decir, no tenían
pertenencia política y con el tiempo los propios Montos también se van
disolviendo en el exilio porque les surgen contradicciones, se van dividiendo y
van abandonando posiciones, el caso de los compañeros del PRT también, también
una parte se va a Nicaragua, con Gorriarán Merlo, después se lo elige a Luis
Mattini, que vuelve a la Argentina pero después deja el PRT, que queda sin
dirección objetiva, se divide, se produce una diáspora en todas las
organizaciones políticas de izquierda. Entonces, después, hay que empezar a
retomarlo y, cuando regresamos a la Argentina, nos encontramos con la
existencia de organizaciones nuevas por ahí u organizaciones tradicionales que
no fueron muy golpeadas por la dictadura, que lograron conservar sus cuadros. Y
luego, todo lo que eran grupos vinculados a la guerrilla, al clasismo venían
bastante disueltos. Esto tiene que ver con la dictadura.
En ese sentido, acá, la dictadura, aparte de
liquidarte físicamente, desmoralizaba a la gente, desmoraliza y luego, también
en el exterior te hace cambiar de idea, la socialdemocracia trabaja
inteligentemente, es decir, muchos compañeros salieron con el fusil al hombro y
volvieron como socialdemocratas, es decir ya no es más lucha armada ni cosa de
estas, “todo eso fue un error”. Ahora
bien, desde los principios a la estrategia y la práctica podes tener una
derrota militar y por ahí política, pero no quiere decir que has perdido la
guerra, sino que la tenés que recomenzar, es decir, los principios no son los
que están en cuestión. En cuestión estos errores que se han cometido, fallas o,
es la inteligencia misma del enemigo que te puede destruir, como la forma de
combatir a través de la muerte, de la violencia, de salir a cazar a cuanto
simpatizante de la revolución encuentra y todo esto que se dio.
L.C: Y esto es lo que
ocurre con los revolucionarios en Rusia cuando la revolución de 1905. Se van al
exilio y siguen laburando afuera, siguen preparándose afuera para que en ’17,
cuando vuelven para hacer la Revolución. Ahora, ¿cómo fue la relación con los
otros exiliados, los chilenos -que debe haber habido muchos- y de Uruguay y
demás? ¿Trabajaban en conjunto?
A.J: Sí, hay lugares en los que se trabajaba en
conjunto con los chilenos, los bolivianos, uruguayos. Pero yo estuve en Madrid
y había pocos chilenos y bolivianos así que estábamos entre argentinos nomás.
L.C: ¿Y la composición de
los argentinos, así a groso modo? La composición y en ese marco del que vos
hablabas, las diferencias que empiezan a aparecer, ¿cómo las procesaron, se
enemistaron?
A.J: Bueno, en el exilio se produce una
situación muy particular: hay exiliados que van y ya se desentienden de la
actividad política e incluso de derechos humanos; es decir, entran a trabajar,
estudiar, algunos ya programan su residencia definitiva en el exilio y luego
está la parte que trabaja en derechos humanos, que tuvieron mucha actividad en
derechos humanos o en organizaciones como el TYSAE que era también una
organización de derechos humanos pero con la particularidad de vincularse al
sindicalismo. Y, luego, bueno, está lo otro de la discusión, lo de regresar
políticamente al país, es decir, ver cómo te estructuras, de qué manera. Toda
esta discusión que se fue haciendo entonces, de hecho, cada núcleo que había
logrado salvarse o superar la crisis política en el exilio, ha vuelto para
seguir haciendo política en el país. En nuestro caso, como los que eran del
antiguo PRT, regresamos y, en la tarea política aquí en la Argentina, por
supuesto, con una posición distinta, digamos, no más peronismo...!
L.C: ¿Y con los países
árabes tuvieron algún contacto?
A.J: Bueno, sí, se visitaban las embajadas, se
conversaba, nosotros íbamos a ver de intentar establecer buenas relaciones;
siempre nos recibieron, nos trataron bien, pero no llegamos a acuerdos
mayores...
L.C: ¿Actos diplomáticos?
pero sobre todo estaba Arafat y todo su grupo ¿tenían una posición más de
izquierda? Porque en ese momento estaban muy activos en Europa.
A.J: Sí, ¿los palestinos, no?
L.C: Sí, los palestinos, a
ellos me refería.
A.J: Nosotros cuando visitábamos a los
palestinos, nos encontrábamos que ellos realmente tenían una posición bastante
clara sobre el tema, incluso sobre cómo se expresaban las solidaridades y cómo
teníamos que tratar la solidaridad.
L.C: ¿Cuándo hay debates
más fuertes, menos fuertes o, había una convivencia, digamos, entre
comillas...?
A.J: Bueno, por ejemplo, en el caso de la Casa
Argentina teníamos unas discusiones internas entre compañeros que planteábamos
una política más radicalizada y de mayor defensa de los derechos humanos y,
había compañeros que estaban más en apaciguar la situación, en hacerla más
llevadera, en que sea más bien una especie de mutual. Pero allí, un grupo de
compañeros nos presentamos, presentamos la lista y ganamos.
C: ¿Cuánta gente
participaba más o menos en eso?
A.J: Bueno, la relación que había entre la
cantidad de exiliados y la cantidad que estaba en la Casa Argentina, creo que
en porcentaje, sería un quince, un veinte por ciento de activistas de la Casa
Argentina.
L.C: ¿En números?
A.J: En números no me acuerdo, serían, cálculo,
mil, mil y pico de compañeros, eran bastantes.
L.C: ¿Y cómo impactó en la
colonia de exiliados estos dos hechos: la revolución nicaragüense y la guerra
de Malvinas?
A.J: Cuando se planteó el tema de Malvinas,
nosotros, con un grupo de compañeros de Madrid, estábamos sacando un periódico
que se llamaba Propuesta, en donde se analizaba la situación argentina. Ahí,
planteábamos directamente que era una aventura lo que hacían los militares y,
que las consecuencias podían ser graves; pero, en la coyuntura no quedaba otra
que defender la posición argentina, ¿no? aclarando que eso era una aventura de
los militares. Pero hubo otros argentinos que plantearon, “nooo! Desde aquí nos
ofrecemos para ir de voluntarios!... y cosas por el estilo. En general
fueron pocos los que caracterizábamos lo de Malvinas como una aventura. En
Madrid deben quedar algunos ejemplares en manos de algunos compañeros exiliados
de lo que sacamos sobre la guerra, porque sacamos tres o cuatro números.
L.C: ¿Y lo de Nicaragua?
A.J: Bueno, la colonia argentina apoyamos con
todo, de allí apoyaron todos, todo el exilio, no hubo nadie que no apoyara.
L.C: Pero claro, por el
otro lado, ustedes que venían de la lucha armada, de grupos armados, una
revolución triunfante por la vía armada, como era Nicaragua, era la
reafirmación de lo que ustedes plantearon.
A.J: Ah, claro, nos sentíamos reconfortados, eso
nos levantaba la moral a todos, ¿no?
L.C: ¿Algunos compañeros se
fueron, más allá de los que se fueron con Gorriarán Merlo?
A.J: Sí, varios compañeros se fueron, incluso
compañeros vinculados con nosotros; se fueron por cuenta propia y se alistaron
con los nicaragüenses; entre estos compañeros, había uno que estaba en México,
de apellido Morales, y murió, es decir, creo que varios argentinos murieron en
Nicaragua.
L.C: ¿Y cuándo empiezan a
pensar en el regreso? Me refiero a los que querían regresar, porque muchos
quedaron. ¿Cómo empiezan a organizar el regreso después de Malvinas, que se viene
la debacle y la apertura democrática, ¿desde que empiezan a decir bueno ´hay
que volver´ ´hay que volver´?
A.J: Sí, muchos compañeros, o algunos que nos
proponíamos regresar, con o sin dictadura. Yo era uno de los que venía
planteando volver al país o, a los países limítrofes. y, en ese ínterin, vino
la apertura democrática. Una minoría comenzamos a venir, me vine urgente, no
bien pude.
L.C: ¿Cuándo volviste?
A.J: Volví en el mes de marzo del ’84, que fue
el tiempo que me llevó hacer todos los trámites; regresamos y dejamos todo
abandonado. Yo estaba con una hija y dejamos todo; el auto, tirado en el
aeropuerto, el departamento también, y alcanzamos a vender unos muebles para
juntar dinero; el pasaje nos lo reconoció el gobierno español. A todo eso, nos dieron
el pasaje y unos pesitos encima y, después nos dio otra ayuda el gobierno
español aquí en Argentina.
L.C: Vos decís tu hija, ¿tu
hija se vino con vos o se quedó allá?
A.J: No, se vino conmigo. Así que allá dejamos
cosas, pero no al gallego. Que nos trajimos un gallego (risas) tengo una nieta
española porque la hija mía se juntó allá con un español y tuvieron una hijita
española, como el padre, así que yo regrese con la hija, con el yerno y con una
españolita y el gallego se quedó en Salta, no se volvió más.
L.C: ¿Qué edad tenía tu
nieta?
A.J: Y, en ese momento tendría un añito, ella se
ha criado en Argentina y ahora estuvo en España, se fue y como es española, va
cuando quiere. Estuvo como seis meses en España, porque tiene familia allá,
ahora está de nuevo en la Argentina.
L.C:¿Vos no estuviste en
Alemania?
A.J: En Alemania... me echaron directamente.
L.C: ¿En la RDA, en la
Alemania Oriental?
A.J: No, en la Alemania capitalista. Claro, a mí
me invitaron a Suecia, a dar una charla; entonces me voy en tren, tenía que
llegar a Copenhague y de ahí pasar a Suecia. Y ahí, en el tren mismo, me trancan.
De entrada nomás, salía de Holanda hacia Copenhague y bueno ahí nomás me bajan,
porque me piden que muestre los dólares que llevaba y yo qué llevaría 20 dólares,
llevaba unos pesos de Ecuador, de adorno los llevaba, ‘no, esto no sirve’, me
dicen (risas de fondo) y ahí me bajaron y me metieron preso, ¡ninguno hablaba
castellano...!
L.C: Hasta ahí eso no tiene
nada que ver con la política, tiene que ver con la política migratoria.
A.J: Claro pero ahí decían los alemanes, “hay que despacharlo de nuevo a la Argentina”.
Y yo decía “¡¡¡mama mía...!!!”. Y
entonces, entre que van y vienen me dan el teléfono, hablo, un argentino:
“- ¿Qué te
pasa?
-
Mirá, voy a Suecia porque me han invitado unos
amigos a que vaya a dar una charlar allá...
-
-¿Pero vos no sabías que el problema es pasar
con tan pocos dólares?.
-
- No, yo no sabía eso” le digo.
-
“-
¿Y vos de dónde venís?
-
Vengo de
Holanda, le digo.
-
Bueno, mirá, ahora te van a llevar a un hotel y
mañana te tenés que volver a Holanda... porque sino, acá, te van a devolver a
la Argentina... Así que volví a Holanda.”
L.C: ¿Y con quién hablaste?
A.J: Un argentino, servicio... un argentino que
trabajaba para los servicios, un porteño.
L.C: ¿Y él te llamó ahí?
A.J: Los policías llamaron... llamaron a la
central de policías y dijeron, bueno, aquí hay un tipo que es argentino, iba
con pasaporte argentino y entonces el tipo me habló, pero así, tratándome de
che... como hablamos los argentinos,…
”- qué te
pasa,
- mirá iba
pasando aquí... y allá,
- bueno mirá...”
... y bueno en la cana... ya me llevaron a un
hotel, a un hotel por ahí... así que me dejaron en un hotelito... Era un pueblo
lindo, un pueblo chico... me dijo: “ahí
podes ir a comer, no te van a molestar para nada, pero mañana te volvés...”
así que al otro día me levanté y, por suerte, tomé un ómnibus hacia esa zona
fronteriza con muchos obreros que van a trabajar, ahí me fui con ellos, así que
pasé sin mucho control, porque ya tenía miedo que en Holanda no me dejaran
volver. Pero volví a Holanda, así que de Holanda vamos de nuevo a Suecia y
decidimos ir en avión porque en Holanda me pagaban el pasaje en avión, hasta
Estocolmo. Y cuando llego...llamé por teléfono y me dice: “lo que pasa es que vos tenías que pedir la visa antes de venir, pero ya
vamos a hablar”... entonces fue el argentino a hablar esto y lo otro y al
rato ya vinieron ellos mismos y me dijeron “bueno,
vamos”. Ya me estaban esperando ellos
ahí, me llevaron a Estocolmo y dictamos una charla sobre el tema Argentina,
derechos humanos y todo eso, con intérprete para los suecos que asistieron. Así
que al final todo salió bien y después me volví.
L.C: ¿Así que estuviste
unos días en Alemania?
A.J: No, apenas esa entrada y me sacaron...
L.C: Bueno, estábamos en
cuando volves, con la familia y ahí vas a Salta?
A.J: Sí, me vuelvo a Salta.
L.C: ¿Ya con alguna idea,
algún contacto?
A.J: Sí, con la idea de seguir trabajando
políticamente. Entramos a conversar con los compañeros, a reunirnos, es decir,
me hice un viaje a Buenos Aires para ver otros compañeros y bueno, decidimos
fundar el MOCEP, una estructura política...
NUEVOS TIEMPOS DE
MILITANCIA
L.C: ¿Qué significan las
siglas del MOCEP?
A.J: Movimiento Obrero Estudiantil y Popular...
hicimos una pequeña asamblea y los compañeros propusieron ese nombre.
L.C: ¿Cuál era el origen de
los compañeros?
A.J: La mayoría ex FRP más algunos compañeros
que venían del PRT, compañeros independientes que convocamos, no? y ahí
empezamos a trabajar en la unidad de los grupos revolucionarios. Y en esa tarea
estamos desde hace varios años. En esa actividad lo conocimos a Cacho, nos
vimos con Dora, conversamos el tema y empezamos. A Dora la conozco a través del
TYSAE, ella militaba ahí.
L.C: ¿En España?
A.J: No, ella militaba en Alemania, y en México
también funcionaba.
L.C: ¿Qué análisis haces de
los compañeros en el exilio, de los compañeros que vuelven, de la cantidad de
compañeros que vuelven y ahí hubo de todos, gente como vos que dice ‘vamos a
seguir, vamos a organizarnos’ hasta los alfonsinizados?
A.J: Bueno los primeros que vuelven, los
compañeros que vuelven de entrada nomás, apenas vuelve la democracia, son los
compañeros que estuvieron en derechos humanos trabajando. Ellos se vuelven y,
los compañeros que teníamos ideas políticas y con la idea de seguir en la
Argentina, algo después. Muchos compañeros se quedaron, hay compañeros que
están volviendo recién, ¿no? después de tantos años que pasaron, recién están
regresando. Y hubo compañeros que volvieron a los seis meses, otros al año,
otro a los dos años y algunos se quedaron para siempre, es decir que vienen
para las vacaciones, se dan una vuelta por Argentina y se vuelven a Europa o a
México, o a Ecuador, a los lugares donde recalaron como exiliados; en México
quedaron muchos compañeros, lo mismo que en España.
L.C: ¿Cuándo yo te
preguntaba, te consultaba si los que volvieron, en una estimación general, si
la mayoría se reincorporaron a la lucha política?
A.J: Lo que pasa es que los compañeros del
exilio reincorporados a la vida política hay algunos, que uno no los conoce, no
los ubica, pero estaban en una
estructura política, pero de los que yo recuerdo, en los primeros tiempos que
llegué a Buenos Aires, la mayor parte de compañeros con los que habíamos hecho
contacto político, discusiones en España, estaban vinculados a derechos
humanos, volvieron a Argentina a incorporarse a derechos humanos, especialmente
a Madres de Plaza de Mayo, en esos espacios había muchos compañeros del exilio.
Y hay compañeros que recién hace poco están volviendo a la actividad política.
Es decir que derechos humanos atrajo a muchos compañeros que no tenían una
perspectiva política, que no sabían a ciencia cierta qué hacer, estaban
esperando que apareciese algo.
L.C: Recomponer la cabeza.
A.J: Sí, y después se formaron muchas
agrupaciones nuevas.
L.C: De esa época, así como
se conforma el MOCEP, ¿se forman algunas agrupaciones nuevas de gente que
estuvo en el exilio?
A.J: Bueno, en materia de PRT creo que hay dos o
tres agrupaciones que se reivindican como PRT, que están organizadas, de gente
que estaba exiliada y después hay algún otro grupo que yo no sé la procedencia,
cómo es que aparecen. Luego, algunos compañeros, con la aparición de
desocupados, entraron en esas agrupaciones y entraron a militar ahí. En
desocupados hay compañeros que estuvieron en el exilio y otros que son
compañeros nuevos que surgieron en esa época, compañeros jóvenes.
L.C: Aparte del MOCEP,
entre los que vinieron, a cuáles otras agrupaciones se incorporaron, ¿en PI
había muchos del ERP, había muchos?
A.J: Por ejemplo nosotros cuando regresamos, ya
existía aquí el PL, ya se había organizado; supongo que ellos tuvieron gente
exiliada, después, con el tiempo, aparecieron algunas siglas del PRT,
fundamentalmente en Buenos Aires y después, con la cuestión de desocupados,
aparecieron muchas organizaciones de las cuales hay compañeros que estuvieron
en el exilio, como el caso de Martino de la Teresa Rodríguez o, en el caso de
algún otro que yo no lo ubico muy bien y luego surgieron muchos dirigentes
nuevos, dirigentes jóvenes.
L.C: ¿Y cuando se da este
proceso de conformación de Izquierda Unida, del MAS, del FRAL, todo eso, que
era toda una tendencia de unidad de la izquierda, cómo lo veían ustedes o lo
veían como una cosa meramente electoralista?.
A.J: Sí, la verdad que no teníamos mucho acuerdo
nosotros con eso, preferimos quedarnos medio solos, es decir, no teníamos mucha
confianza en esa alianza, pero tampoco la descalificábamos, para nosotros no
era un tema grave, digamos que lo veíamos con simpatía pero no participamos.
L.C: ¿Y ahí, se vuelve a
dar el debate de qué hacer, cómo organizarse, dónde trabajar, seguían más o
menos con la misma problemática?
A.J: Sí, seguimos con la vieja idea de organizarnos
políticamente como partido, de tratar de formar un frente y luego, sí, seguimos
sosteniendo que el proceso revolucionario, inevitablemente, va tener que pasar
en uno u otro momento, a la violencia, que no hay otra manera, así es que no
desestimamos el proceso electoral pero, como tal, para nosotros, con elecciones
se puede llegar al gobierno pero no al poder, pero se puede, a través de eso,
empezar a luchar por el poder, porque algunas personas creen que las elecciones
no te dan poder. El poder, hay que utilizarlo de manera revolucionaria, ¿no? en
la experiencia que nosotros tenemos en la provincia de Salta, es que cuando
gana Miguel Ragone, él gana con una lista que trabajamos juntos, es decir,
nosotros fuimos con un ímpetu de transformación en la provincia, pero Miguel
tenía un poco de desconfianza, no se animaba, tanto es así que nosotros
aprovechamos lo de la CGT Clasista, tratamos de imponer una serie de pautas al
gobierno, pero el gobierno ahí no respondió. Miguel tenía desconfianza en ese sentido,
además él no era un revolucionario, era un progresista, pero de haber estado
nosotros o, si Miguel hubiera tenido más disposición, se hubiesen hecho cosas
mucho mejores en la provincia, cosas que discutimos con él. Nosotros le
decíamos “mira, la derecha no te va a
perdonar o se hacen cosas ahora o no la hacemos después”.
L.C: Básicamente, para él,
fue su verdad y, aparte, para la derecha el “que se mueve no sale en la foto”.
A.J: Claro...
DE PERÓN Y JOHN WILLIAM
COOKE
L.C: ¿Cuál fue tu relación
con John William Cooke, cómo se conocieron, coincidencias políticas?
A.J: Bueno, no me acuerdo el momento exacto en
que lo conocí, pero el material que sacaba, era material de estudio porque nos
parecía un intelectual de primera línea. Conversé muchas veces con el Gordo y
bueno, llegamos a algunos acuerdos en ciertas cosas, en algún tipo de alianza,
aunque él tenía criterios distintos al respecto. En el MRP, él no estuvo, lo
veía con desconfianza, especialmente a Héctor Villalón porque conocía cosas de
él, que nosotros no conocíamos. Además, veníamos embalados con todo el tema de
unir las fuerzas del peronismo revolucionario. Luego, quien siempre nos
visitaba, era Alicia Eguren, ella recorría todas las provincias, visitaba,
traía información; cuando veníamos a Buenos Aires veíamos a ella o veíamos al
Gordo. Ellos estaban siempre muy informados sobre las actividades de Perón y
aquéllas tareas que el peronismo revolucionario desarrollaba en Buenos Aires.
Siempre tuvimos una buena relación, pero nunca nos integramos políticamente en
una sola organización. Manteníamos la idea de aglutinar las distintas
expresiones del peronismo revolucionario y combativo, no sólo de Buenos Aires,
sino de todo el país. Él tenía posiciones de trabajo político, pero no las
plasmaba en organización, era más un intelectual que caudillo.
L.C: ¿Cuándo fue el
delegado personal de Perón, ¿les transmitía alguna idea en particular, les
decía “miren las cosas con el viejo vienen así”?
A.J: Bueno, él tenía una serie de discusiones,
era de los peronistas que lo encaraba a Perón ideológicamente. Existe una serie
de cartas de John William Cooke a Perón que son importantes. Su compañera,
Alicia Eguren, por ejemplo, sí estuvo en el FAS, ella se incorporó, incluso
estuvo en los Congresos que hicimos en Tucumán, en Sáenz Peña y en Rosario,
ella estaba trabajando con mucho entusiasmo. Considero que Alicia Eguren tuvo,
desde el peronismo, una actitud unitaria, no solamente con los afluentes del
peronismo como el PB, JRP, MR17 entre otros, sino también con las fuerzas que
emergían desde fuera del peronismo, por ejemplo el PRT, los Comandos Populares
de Liberación, OCPO y otros.
L.C: ¿John William Cooke
estaba de acuerdo?
A.J: No sé, él falleció mucho antes, en 1968.
L.C: Claro eso fue
posterior.
A.J: Fue posterior a su fallecimiento. John
William Cooke era un intelectual brillante, respetado por Perón. Pero la
diferencia entre ambos es que Perón seguía pensando, tozudamente, en un
capitalismo bueno, mientras que John William Cooke tenía una formación marxista
y socialista; su idea fundamental era transformar al movimiento peronista en un
movimiento político revolucionario, palabras textuales. Él era uno de los
interlocutores más difíciles con quien trataba Perón, teniendo en cuenta que
cientos llegaban a Puerta de Hierro con planteamientos de una transformación
ideológica del peronismo: con quejas contra la burocracia sindical y la
dirección política del peronismo, la actitud frente a la resistencia peronista,
a la lucha por los cambios de las direcciones sindicales, entre otras.
Manifestaba un respeto por Perón y cierta obediencia, pero es incuestionable
respecto a las propuestas de organización del peronismo que tenía. Él planteaba
su independencia respecto a las ideas de la burguesía, quería que el peronismo
fuese una fuerza revolucionaria e independiente. Coincidíamos con él en el
sentido de que de entrada ya, romper esa dependencia. Además, cuando yo visité
a Perón en Madrid, primero viene Isabel y nos dice “hay que tener cuidado con los comunistas ahí en la Argentina, con los
infiltrados”, dicho esto se retira y Perón me dice “no le lleven el apunte, ella no sabe nada de política”, palabras
textuales; sin embargo, después en el transcurso de la conversación, en un
momento dado, Perón agrega “miren
muchachos, el capitalismo no es malo, lo que es malo en el capitalismo son sus
abusos”, fue suficiente eso para darme cuenta, cuál era el pensamiento
esencial de Perón en ese momento, lo mismo manifestó en otras entrevistas. En
esto la acomodaba bien cuando, como excelente político, decía, “bueno cada pueblo elige su forma de cambio”,
supongo que quería decir, “nosotros
seremos capitalistas buenos”, que era lo que él planteaba. Entonces, eso me desilusionó de alguna
manera, en el sentido de que Perón no era un jefe revolucionario, era un
caudillo político al servicio del capitalismo y, digamos, con inquietudes o
formas de encarar, dentro del capitalismo, una distribución de la riqueza mejor
de lo que hace el liberalismo salvaje.
L.C: ¿Fue la única vez que
te entrevistaste con Perón?
A.J: No, tuvimos dos entrevistas con Perón.
L.C: ¿Allá en Madrid?
A.J: En Madrid, sí. Un día y otro día, fuimos y
conversamos.
L.C:
¿Cómo, fueron desde acá?
A.J: Íbamos como miembros del Movimiento
Revolucionario Peronista pero, ya sabiendo que Perón desautorizaba a Villalón y
no quería saber nada con él.
L.C: Pero Villalón fue
delegado personal de Perón.
A.J: Claro, fue delegado personal, secretario y
todo, es decir que lo conocía bien a Perón, trabajó mucho tiempo a su lado,
pero se ve que entraron en contradicción, no se sabe por qué, supongo que fue
una cuestión del manejo de un dinero.
La invitación a China fue cursada al Comité
Central del MRP, allí se decidió quiénes viajarían. Perón no estuvo involucrado
en la decisión, pero los representantes le informaron de lo actuado allí sin
pedir directivas.
L.C: ¿Contanos algo más de
cómo fue ese encuentro, anécdotas, momentos, cómo los recibió. Qué pasa de
estar con una personalidad de ésas dimensiones?
A.J: Bueno, nosotros fuimos, le dejamos el
mensaje a un guardia apostado en la puerta.
L.C: Ah, ustedes no fueron
de acá con una invitación.
A.J: No, no, nosotros fuimos directamente a
verlo; entonces llegamos ahí, fuimos y dijimos somos fulano y sultano, somos
del peronismo, y nos contestó, “bueno,
entonces déjenos el teléfono”. Dejamos el teléfono y esa misma tarde nos
llamó el secretario que, en ese tiempo, era el doctor Valenzuela. “Miren muchachos véngase mañana a las diez de
la mañana que va a estar aquí el General”.
L.C: ¿Vos y quién?
A.J: Carlos Gaitán que era un dirigente sindical
de navales que respondía a Héctor Villalón y yo.
L.C: ¿Y eso fue en el año
más o menos?.
A.J: 1963 más o menos...
L.C: ¿En la época del avión
negro?
A.J: Sí.
L.C: ¿Contanos más
detalles, cómo fue?
A.J: Bueno, fue bien porque Perón era un hombre
sumamente simpático, bastante criollo para hablar, es decir, era como
encontrarse con un paisano, como un hombre del campo, con anécdotas, con
chistes, con todas estas cosas y explicaba con mucha coherencia la situación
política internacional; por ejemplo, sobre Franco, nos dijo “ojo no se confíen con éste, que éste es
enemigo nuestro.”
Nosotros volvíamos de la República Popular de
China, a donde fuimos invitados por el Comité de la Paz. El objetivo de nuestra
visita a Perón era informarle en su carácter de jefe del Movimiento acerca de
la actividad que veníamos desarrollando y, de la visita en concreto que
realizamos a ese país. Los anfitriones de la China eran, por un lado el
mencionado Comité de la Paz y, por el otro, la Dirección del Partido Comunista
Chino, de manera que éstos fueron los organismos que nos hicieron conocer gran
parte de China, inclusive sobre los pasos que venía dando el Partido Comunista
Chino y el Frente Popular de Liberación Nacional en lo que implica la
construcción del socialismo en un país inmenso, cuyo régimen abatido era un
sistema semi feudal donde ya despuntaba vigorosamente el capitalismo chino,
impulsado por Sun Yat-sen, quien al morir dejó como sucesor a un elemento reaccionario
como el general Chiang Kai-shek. El Partido Comunista Chino, con la ayuda del
Frente Popular de Liberación Nacional, logró la victoria final contra las
fuerzas políticas de Chang Kai Shek. Los anfitriones se esforzaron en
mostrarnos cómo había sido posible hacerlo, sobre la base del entendimiento y
comprensión de las contradicciones de la sociedad china; lo que significa
llevar adelante un proceso revolucionario en un país grande con innumerables
diferencias locales, regionales, de clases sociales etc.
En la entrevista con el general Perón relatamos
todo lo aprendido y visto en aquella visita a la República Popular China y, de
hecho, se generó una conversación que Perón la encaró destacando el punto de
vista de que, en cada lugar, en cada nación, el proceso de lucha tiene sus
particularidades a las cuales no podemos sustraernos y, nos señaló que, en
Argentina, el movimiento peronista, por su composición social, mayoritariamente
de obreros y peronistas a la vez, era prácticamente el único bastión revolucionario
con capacidad de cambiar la situación del país. “Mao Tse Tung es un excelente dirigente y nosotros, los peronistas,
estamos con Mao como con otros líderes mundiales que luchan por la revolución;
pero ellos han hecho una revolución con comunistas, dice, nosotros no sabemos
cómo puede ser la revolución nuestra, es decir, seguramente tiene que ser
nacional”. Todo esto muy bien dicho, muy diplomático y agregaba “pero tengan en cuenta que si bien las
revoluciones tienen rasgos de violencia, tal violencia no puede tener la
crudeza que hemos visto en Argentina.” Es evidente que se estaba refiriendo
al asalto del Policlínico Bancario efectuado por el Movimiento Nacionalista
Tacuara y, a otros hechos.
Conversamos sobre la situación argentina
respecto a la burocracia sindical, entonces dijo ‘bueno pero ése es un problema de ustedes, si son ustedes quienes tienen
que presentar listas en los sindicatos y avanzar en los sindicatos; yo tengo
que trabajar con los que están de dirigentes, no puedo removerlos, tienen que removerlos ustedes”, y alguna
verdad tenía, no?
L.C: Y él era de hacer
chistes, ¿era jocoso, porque en general el tipo tenía chispa y tenía salida?
A.J: Sí, como lo dijimos, era simpático, gaucho,
pero con mucha firmeza en sus ideas.
L.C: ¿Pero ustedes vieron
un dólar?
A.J: No, pero nuestra intención no tenía que ver con
dinero, sino conversar políticamente y, además, informarle del viaje.
L.C: Obviamente sabía,
digamos, no sólo tu nombre a la distancia, sino que sabía la historia de
ustedes, ¿te hizo algún comentario?
A.J: Claro, sabía, no hizo comentario pero tenía
conocimiento, iba mucha gente y le llevaban todos los informes.
L.C: ¿Él recibía a todos, a
militantes y a otros que pasaban y los recibía?
A.J: Sí, él recibía a todo el mundo, pero además
tenía todo preparado, por ejemplo nosotros no habíamos llevado cámara
fotográfica, y cuando dijimos “qué
lástima nos hubiera gustado sacar una foto”. “Ah, no trajeron máquina, pero a lo mejor yo tengo...” Y ahí nomás
llamó: “doctor Valenzuela, ¿porque no se
fija si tenemos una máquina fotográfica... me parece que sacamos una foto la
vez pasada...”, “Ah, como no”, respondió Valenzuela,
subió y volvió con la cámara fotográfica,
después nos entregó el rollo.
L.C: Cuando Cooke se quería
juntar, en la década del ’50, él también hace un recorrido como el de ustedes,
más cuando está en Cuba... ¿él decía algo de eso, charlaba con ustedes?
A.J: Claro, es decir, se ve que John William
Cooke lo instaba a Perón a que vaya Cuba, y Perón siempre le hacía la promesa
de que iba a ir, iba a ir y no fue nunca, y él se cuidaba mucho, es decir,
hablaba bien de Fidel Castro, por lo menos con nosotros, pero en los documentos
que en general mandaba, se manifestaba elogioso acerca de Fidel, de Mao.
Hablaba con mucho respeto de ellos.
L.C: ¿Intuían ustedes de
que con Perón se haría la revolución?
A.J: Claro, inicialmente; pero después, ya no.
Hay cartas de Perón... donde dice “bueno...
aquí en el año ’45 estaban la Unión Soviética y... EE UU; entraron en lucha y
apareció un tercero en discordia y se unieron los dos para liquidarlo...”
Pero no dice quién era el tercero en discordia, era Hitler. Lo caracteriza como
un tercero en discordia y no un nazi fascista. En varios de sus mensajes habla
del tercero en discordia, que según él, los rusos y los yanquis van a
liquidarlo. Los terceros en discordia eran Hitler y Mussolini.
L.C: Sí, hay una revista en
la que se publica mucho de la correspondencia entre Perón y John William Cooke
y ahí, no te olvides que lo que quería, era que se fuera a Cuba.
A.J: La gran mayoría del peronismo
revolucionario y combativo tenía una adhesión a la Revolución Cubana. De manera
tal que todos, en aquellos momentos, hubiéramos aplaudido un viaje de Perón a
Cuba. Sí, que se fuera a Cuba y
revitalizara su pensamiento, su mensaje, pero, se ve que Perón no quería
comprometerse en profundidad con la Revolución Cubana, tenía muy firme su punto
de vista, digamos de conciliación de clases y de un tipo de organización
social.
L.C: ¿Incluso en situación
de decir por qué no luchó en el ’55 es por eso, siendo que él tenía todo para
luchar y para organizarse y, no lo hizo?
A.J: Sí, la verdad es que él en el ’55 podría
haberse quedado, ¿no? Según expertos militares y también civiles consideran que
en un enfrentamiento militar el 16 de septiembre hubiera resultado favorable a
las fuerzas militares leales a Perón, sin contar con las masas obreras que se
hubiesen rebelado. La Revolución Libertadora triunfó por la audacia de sus
jefes y el repliegue del peronismo, ordenado por el propio general Perón. Él no
tendría que haber abandonado en ese momento.
L.C: Inclusive él lo frena
porque antes, hubo discursos, por ejemplo del secretario de la CGT, Vuletich,
que da en 1953, cuando ya había habido atentados como el del subte, además de
la crisis económica. En un acto del primero de mayo, el secretario de la CGT,
dice: ‘Mi general, más pan y menos vela...’. Aquel discurso fue muy fuerte y
habló antes que Perón. Yo cuando leí eso, digo, este tipo en un acto del
primero de mayo le dijo eso a Perón, “menos vela y más pan”, Perón, después,
cuando tomó el micrófono y dijo ‘le vamos a cortar la cabeza a todos! Pero
posteriormente, cuando queman las iglesias y todo, ahí Perón lo que hace es
darle un micrófono a la oposición y ahí es cuando sale condicionado.
A.J: Hay que tener en cuenta que cuando Perón irrumpe
en la política argentina, lo hace implementando medidas sociales de fondo, pero
a la vez le da suma importancia a la participación obrera en la política. Tanto
es así que en la reglamentación del Partido Peronista hay una participación
obligatoria de los trabajadores, por ejemplo todas las candidaturas
legislativas el 50% le corresponde a la clase obrera organizada en sindicatos.
Desde el primer momento, con estas medidas,
insólitas para la época, y de un gobierno militar, generaron un odio muy grande
de clases, la derecha se abroqueló en contra del peronismo y arrastró capas
medias y también agrupaciones de izquierda.
En cuanto a la quema de las iglesias es riesgoso
atribuirle eso al peronismo. Más bien era la derecha católica enfrentada al
peronismo incluso por el tema del divorcio.
En cuanto a esa época es conveniente distinguir
lo que era el peronismo revolucionario y combativo de otros sectores
revolucionarios no peronistas, que además de no ser peronistas, en algunos
casos tenían una impronta antiperonista rayando en el gorilismo al estilo de la
derecha argentina. No era fácil desde esta perspectiva establecer un diálogo
entre un peronista revolucionario y un marxista revolucionario. El tiempo se
encargó de limar esas asperezas.
L.C: Entre los personajes
políticos sobre los que hablamos de J.W. Cooke, y otras figuras como Salamanca,
Santucho, ¿qué podes decir al respecto?
A.J: Bueno, con Robi Santucho conversábamos
bastante, siempre que nos encontrábamos y hablábamos de la unidad de las
fuerzas revolucionarias, de la lucha armada, de cuestiones en general, hay
cosas por ahí que uno con el tiempo se va adaptando al pensamiento del otro, no
era lo mismo la actitud del Santucho de los primeros tiempos frente al
peronismo, que el Santucho de la época del desarrollo expansivo del PRT en la
época del FAS, cuando debían ser flexibles, porque de otro modo no había
diálogo. El peronismo que estaba dispuesto a conversar con la izquierda siempre
fue el peronismo revolucionario. En la época del FRIP (Frente Revolucionario
Indoamericano Popular) conocí a Santucho y tuvimos una larga amistad. Cuando ya
habíamos comenzado con acciones armadas, él me dijo “sabes, Armando, sería bueno que entre el ejército en esa pelea porque
son distintos a los policías, son más honorables”.” Y yo también pensaba lo
mismo, de alguna manera, uno había hecho el servicio militar y todo eso, en
cierta forma, también compartía al tema, en el sentido de que los milicos no
son tan desgraciados, van a pelear, pero después la experiencia mostró que eran
peor que los policías y peor que los delincuentes porque los delincuentes por
ahí tienen un momento de ternura y dicen “no,
no te voy a matar”.
Cuando vino la represión y se hicieron cargo los
milicos, supongo que él se habrá acordado de esa frase. Qué pensamiento más
iluso teníamos, si éstos son unos terribles desalmados, peor que los lumpen
porque eran delincuentes comunes, no solamente te cazaban, te torturaban, te
mataban sino que te robaban lo que tenías, era increíble...!
L.C: ¿La concepción de
ejército que tenían era la de la Convención de Ginebra?
A.J:
Sí, hay que tener en cuenta que, en la formalidad, los militares manifiestan el
respeto al vencido y otras conductas correspondientes a la guerra, como el no
uso de torturas o, presiones a los familiares, presiones psicológicas, repudio
a los chantajes que, en la realidad, sólo mencionarlos dan vergüenza. Si por
otro lado, uno observa los comportamientos de las FARC de Colombia o el EZLN o
las guerrillas cubanas, la conducta de los guerrilleros ha sido de profundo
respeto al vencido; incluso quienes transgredieron esos principios fueron
castigados severamente.
L.C: Lo que pasa es que
cuando se empieza a atacar a la corporación del ejército, la corporación se
cierra, se enquista y esa corporación al cerrarse y enquistarse se hace más
dura, “ah, nos mataron a uno de los nuestros, secuestraron a uno de los
nuestros, mataron un teniente coronel...”. Me acuerdo cuando vino el nicaragüense
Omar Cabezas acá y me decía que todavía estaban conformando el ejército,
incluso después del triunfo de la revolución y hacía referencia al desfile,
ellos estaban acostumbrados a caminar, y me comento “La diferencia con los
militares profesionales es que estos desfilan, no caminan, desfilan y ahí ya es
otra cosa”. Porque ellos empezaban a formar el ejército popular en Nicaragua y
cuando instruyen, “estos ya no caminan, estos desfilan, ya hay una diferencia
en que nosotros vayamos caminando...” eso es lo que decía. Ustedes, ¿Cómo lo
veían, incluso con otros armados?
A.J: En este punto creo que es importante
diferenciar las concepciones militares de uno y otro bando. Mientras la
burguesía prepara al ejército para reprimir y salvaguardar sus intereses, los
ejércitos populares se conforman para defender los intereses de las clases
trabajadoras. Bueno, con Montoneros especialmente siempre tuvimos diferencias
en cuanto a concepciones. Ellos concebían un ejército para la liberación
nacional. Esto implica la participación directa, en los mandos, de la llamada
burguesía nacional. De aquí que la estructura militar por lo nacional deviene
en una subordinación de dicha fuerza militar a la burguesía. Distinta es la
idea de un ejército del pueblo, manejado por el pueblo y sobre la base de
defender los intereses del pueblo. La base de sustentación ideológica, política
y organizativa de este tipo son distintas; mientras que una representa los
intereses genuinos del pueblo, la otra representa una concepción de pueblo que
incluye a la burguesía y le concede la hegemonía, con lo que a partir de ahí
toda la estructura jerárquica, toda su disciplina tendrá una impronta burguesa.
Fíjate el tema de las jerarquías, por ejemplo
los chinos del año 63, respecto al tema de las jerarquías quisiera acotar algo:
En el caso nuestro, nosotros no usábamos ningún tipo de jerarquías; pero en el
PRT comenzaron a establecer jerarquías.
Cuando estuve en la República Popular de China
(1963), en una de esas charlas que constantemente se hacían con los visitantes
sobre las cuestiones concretas existentes, en uno de esos abordajes, se tocó el
tema del ejército que, en aquel entonces, en el momento de la victoria en que
se toma el poder, no tenían jerarquías, si bien existía el jefe de regimiento o
el jefe del batallón, no existía ese rango como se da aquí de coronel, teniente
coronel. El hecho de que después se hayan introducido en el ejército, puede ser
porque veo en la televisión, en los noticiero jerarquías en el nivel de
oficiales, es decir en cuanto al poder de mando en el ejército. Y, qué hablar
de lo que existe en Argentina, porque se trata de un ejército burgués,
compuesto de oficiales, suboficiales y soldados.
Vuelvo sobre el tema los montos, tuvimos algunas
discusiones...
L.C: ¿Por ejemplo con quién?
A.J: Bueno, discutí una vez con Roberto Quieto,
otra vez discutimos con Roberto Perdía y después con algunos cuadros
intermedios y compañeros de cárcel - no recuerdo los nombres - pero, luego en
diversas charlas me referí a la diferencia que teníamos, también respecto a la
crítica a la clase. El tema indiscutible de Montoneros es la buena intención,
la disposición de lucha y la integridad de sus militantes.
Con ellos discutíamos líneas políticas de
aquellos momentos. La dirección de ellos, de alguna manera, no eran peronistas
tradicionales, sino compañeros que venían de afuera del peronismo y que se
incorporan cuando ven que en el peronismo están las masas. Ellos se incorporan al peronismo porque
pensaban que el peronismo tiene gente, pero en esa incorporación ellos toman las
cosas del peronismo y tienen que demostrar que son peronistas. Ahora bien, de
hecho, no deja de tener influencia el sustento ideológico anterior con el que
llegaban, en este caso, vienen del nacionalismo, del nacionalismo católico y
bueno, el peronismo les viene bien porque tiene un límite ideológico. Vamos a
retroceder un poco, todos los peronistas ‘tradicionales’, digamos, John William
Cooke, Gustavo Rearte, Eduardo Julio Salvide todos ellos conformaban una gran
muchachada con la que veníamos trabajando, nos veníamos desarrollando hacia la izquierda
y veníamos convenciendo al peronismo de la necesidad de estar en una posición
más de izquierda, de la necesidad de radicalizarlo desde el punto de vista
ideológico. Cuando aparecen los montos, ellos aparecen como peronistas
ortodoxos, es decir, lealtad incondicional al general, toda esta cosa
ideológica del peronismo, a lo cual los peronistas combativos revolucionarios
ya desestimábamos porque queríamos que se radicalice, que se transforme en otra
cosa. Entonces ellos alcanzaron especialmente a la juventud. A mí me tocó estar
preso con Roberto Quieto en el buque Granaderos. Quieto venía del marxismo,
había sido del Partido Comunista, había sido marxista, estuvo en Cuba, vuelve,
constituyen las FAR y conformaban un grupo coherente desde el punto de vista
marxista pero, no tenían masa, la masa la tenía el peronismo, entonces es
cuando hacen alianza con Montoneros, adoptan el nombre Montoneros y aceptan las
pautas del peronismo. Ahora Quieto, cuando discutíamos, me decía “no, vos no sabes quién es Perón, vos no lo interpretas” ,“Como no lo voy a comprender si vengo del
peronismo, si yo vengo del peronismo, mira lo que ha hecho Perón” -le
decía-, y me contestaba “ha desautorizado
a Ongaro, ha desautorizado al (Movimiento Revolucionario Peronista) y antes ya
le había dado una patada en el traste a Cipriano Reyes y, con ustedes va a
hacer exactamente lo mismo, va a hacer lo mismo, cuando no le convenga va a
hacer exactamente lo mismo.”
Históricamente el peronismo se presenta ante la
sociedad argentina, ante sus trabajadores y sus vanguardias de lucha como un
movimiento que frena - o intenta hacerlo – detener y desviar su probable rumbo
histórico para colocarse en un quedarse atrás. Perón en un discurso famoso que
da en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, explicará el temor de la clase
dominante: que, en resumidas cuentas consistía en que en Argentina si se
producían movimientos avasalladores podrían romper todas las barreras de
contención y permitirían a los trabajadores constituirse en una vanguardia
revolucionaria. Las comparaciones son bastante elocuentes; por ejemplo, el
movimiento de los trabajadores en 1917 en Rusia fue directo a la conformación
de direcciones obreras a cargo de transformaciones sociales profundas
superadoras del capitalismo.
De hecho la visión observadora y crítica del
sector militar, que participaba en torcer el rumbo de la clase obrera argentina
hacia otro destino, ponía en peligro toda la estructura social del país y toda
la estructura política de los trabajadores. Sin haber visto cómo se
configuraban las tendencias en este caso, los militares bajo la dirección de
Perón comprendieron la necesidad de un viraje en la política de orientación
estatal. Aquí se dio una política del aparato militar argentino hacia el
movimiento obrero que, aparecía entonces como un poder político, tal como lo
describía Perón en aquel discurso, donde él descubre que un 40% del movimiento
obrero, disconforme con la situación, podía llevar a todo el movimiento obrero
hacia decisiones imprevisibles, dado que estaba “en manos de comunistas o
elementos comunizantes”. La aguda percepción de Perón respecto a ese cuarenta
por ciento - que podía cambiar el curso de la historia- entre los dos posibles
caminos, el de la represión o el de concesiones, lo lleva a elegir a este
último, es decir el de hacer concesiones y ganarlo. Si analizamos esto podemos
enfocar el momento histórico en que se encontraba el movimiento obrero; se
había perfilado un momento de inflexión, dado por la crisis y el consiguiente
disconformismo de las masas. Perón es la figura que evita por vez primera un
giro hacia el socialismo. El segundo momento tendrá lugar tres décadas más
tarde, cuando el orden burgués del país se encontraba en la crisis producida
por un movimiento obrero radicalizado y una guerrilla que amenazaban
precisamente el orden burgués. ¿Qué hace entonces el militar Lanusse? Llamar a
Perón
L.C: Que paradoja la de
Quieto, que venía del marxismo queriendo ser peronista ortodoxo.
A.J: La prédica de su lealtad a Perón o, de su
obediencia ciega, se les volvió en contra. Y eso ocurrió después; no es que no
ocurrió. Porque ellos creían que Perón volvía y, él les iba a abrir la puerta,
y no! Entonces como habían pregonado permanentemente ser incondicionales a
Perón, sus bases los desconocieron como dirección. Si bien Perón políticamente
era flexible, en lo militar exigía una disciplina absoluta. Una parte de los
Montoneros que respondía a Perón aparece luego como la JP Lealtad.
Como decía, entonces ellos mismos fueron
víctimas de su prédica. Su error fue que, como revolucionarios y estar en la
lucha armada, confiaron en que Perón los iba a recibir con los brazos abiertos,
siendo que Perón no venía a dirigir él, si alguien lo cuestionaba, lo hacía a
un lado, era un caudillo de esa naturaleza. Él sabía que la gente le respondía,
él lo sabía, entonces la única manera era discutiendo con la gente que le
respondía y condicionando esa situación, no había otra salida.
Y luego,
la otra discusión que había con algunos de ellos, era es que tenían una línea
bastante férrea en cuanto a su pensamiento de poner el tema nacional en primer
lugar y, en segundo el tema de la clase, cosa que nosotros éramos distintos, lo
más importante era la lucha de clases y después, es la lucha de clases la que
contemplaba el tema nacional, es decir,
que la revolución tiene que ser socialista, eso era lo que ellos decían y
después tomaron el tema del socialismo nacional, que era otra de las banderas
que lanzó Perón, como diciendo, “socialismo
sí, pero nacional...” como diciendo: “socialismo
así nomás, no, ni piensen.”
L.C: Sí, sí, el capital
humanizado...
A.J: Si ese tema, y después, cuando él vuelve,
dice aquí hay una sola doctrina, el justicialismo, después de lo de Ezeiza: “aquí justicialismo, no socialismo, nada de
eso...!”
L.C: Y ahí es cuando los
reta a los diputados de la JP, “los que se ponen la camiseta” etc., etc., ¿no?
A.J: Perón, con todo era bastante claro en su
discurso, no era que mentía. Pero, para un buen análisis político de Perón
conviene detenernos un momento y enfocar lo que a su regreso quería imponer en
mayor o menor medida, era a Isabel como figura relevante del peronismo.
Nosotros evaluamos que este hecho subraya y evidencia lo esencial de su
pensamiento o sea, su aspiración de armar una corriente de derecha importante
desde lo que él llamaba la tercera posición.
Esa tercera posición era una forma sofisticada de cimentar su posición de largo
arrastre. En 1945, cuando se produce el golpe militar que lo lleva al `poder,
la corriente nacionalista que implementa, como factor ideológico político
social, los puntales que van a sostener se basan en dos paradigmas: uno es
sostener al capitalismo como tal, pero en el movimiento obrero y popular existe
un grueso sector de la clase obrera que mira con simpatía al socialismo. Por un
lado, él no tiene que aparecer frente a los nucleamientos políticos como
defensor del capitalismo y, a la vez, tampoco como socialista. Idea esta
fórmula de la tercera posición, por un lado, como la idea madre para ganar la
simpatía de los trabajadores y, a la vez, neutralizar a los sectores de
izquierda que tiene simpatía por el socialismo y anarquismo, ya que previo a
1945 se había desarrollado una fuerte corriente orientada hacia esas ideas. En
este sentido la figura de Isabel encarnaba esa posición y, en un momento en que
el proceso de radicalización del movimiento obrero avanzaba en el mundo. El
movimiento obrero se inclinaba a nivel mundial hacia una revolución social,
aunque no se podía configurar qué características tendría. En Europa, Benito
Mussolini se anticipa al planteamiento de estas manifestaciones para salvar al
capitalismo. Mientras esto lo plantean desde el propio sistema, hay quienes lo
esgrimen desde una perspectiva revolucionaria.
Perón era claro... cuando dice socialismo, sí,
pero nacional o, aquí capital y trabajo tienen que conciliar, tienen que
discutir, destaca que el capital es importante, la clase obrera también, la
clase obrera es la columna vertebral pero la dirección es otra, la dirección no
era de la clase obrera, todo esto es lo mismo que con Kirchner, para mí
Kirchner fue un tipo claro, él entró al parlamento y dijo “nosotros vamos a meter el capitalismo nacional”... ninguno puede
dudar de que Kirchner defendía el capitalismo nacional. Entonces quien creyó
que Kirchner era revolucionario, que sería igual que Chávez o que Evo Morales
es engañarse... salvo que en un momento dado él hubiese dicho “miren muchachos yo cambié, ahora soy
socialista”. Pero lo tendría que haber dicho, no? El tipo fue sincero, yo
tengo que basarme en lo que él decía, no en suposiciones mías.
L.C: Cuando Montoneros
matan a Aramburu (01.06.1970), le mandan una carta a Perón preguntando si
interferían en sus planes... y se presentan, Perón les manda a Montoneros, una
carta diciéndoles, ‘no, no, está bien, bla, bla...’ Vos comparas esa carta con
el discurso del primero de mayo el ’74, cuando los echa de la plaza, cuando da
la conferencia de prensa de la que hablábamos y demás .vos decís … ¡cómo los
usó!
A.J: De hecho, si uno observa las decisiones que
toman organismos de base combativos del peronismo, puede descubrir en el
discurso de orientación política-ideológica una polémica entre las figuras de
alto rango – Perón para empezar – y los organismos combatientes de base, por
así decirlo, y, por otra parte, los hechos de acción directa. Las bases,
“peronismo revolucionario”, “montoneros”, “peronismo de base”, sectores de
“juventud peronista” etc., en lo ideológico decían “socialismo”, “guerra
revolucionaria” etc. en abierta contradicción con Perón que, a lo sumo,
postulaba “socialismo nacional”, hasta que un día se enojó, luego de los
sucesos de Ezeiza, y manifestó “la única
patria es la patria justicialista”, tirando por la borda lo de la “patria del socialismo nacional”.
Respecto a Atilio López conversé una o dos veces
con él, y no mucho, más. Cuando pasaba por Córdoba veía a Tosco, pero algunas
veces fui a la CGT a conversar con ellos y después... a Obregón Cano, no tuve
oportunidad.
DICTADURA, FAMILIA, EXILIO
A.J: Con el golpe militar de marzo de 76, la
instauración de la dictadura - que ya veníamos padeciendo- hubo una persecución
selectiva y a muerte, organizada con la anuencia del estado por la Triple A.
Con la dictadura militar se acrecienta la persecución hacia los militantes del
campo popular, de manera tal que, vivir para un revolucionario resultaba algo
muy difícil: cambiar de casa permanentemente, trasladarse de un lugar a otro,
etc.
Se sabía ya probadamente que toda captura pasaba
por un período de tortura para luego terminar en la muerte.
El mismo riesgo corrían las familias que ya no
podían vivir junto al militante respectivo.
En mi caso particular, debí vivir perseguido por
un lado, y por el otro, ocurría otro tanto con la familia o se dispersaba la
misma. En esa situación me vi obligado a buscar refugio en el exterior o sea en
el exilio.
Mi familia no podía salir, por lo tanto debió
vivir semi escondida.
LA
MILITANCIA SIEMPRE ESTÁ
L.C: Bueno Armando, vos
regresaste del exilio, habían recompuesto con compañeros del exilio, con
algunos compañeros que estaban acá... el
MOCEP, digamos que, eso estamos hablando del ’84, marzo del ’84 ¿cómo sigue ahí
la película?
A.J: Bueno, cuando regresamos del exilio, es
decir, con compañeros que quedaron aquí en la Argentina, que habían resistido
la dictadura sin salir afuera, nos reunimos, discutimos y luego de esto hicimos
una convocatoria y armamos ya una organización de carácter autónoma, sin
ninguna relación con el peronismo y con una línea de carácter marxista
leninista, de perfil guevarista, como idea de construcción y, luego, nos
fijamos una política de alianzas y un trabajo de masas dentro de la provincia y
dentro de lo que se pudiese hacer en el
país. De esta manera es que empezamos a
trabajar y bueno, logramos realizar algunos puntos, incorporar algunos referentes
o, por ahí algún tipo de organización en distintos lugares del país, entre ellos
Buenos Aires, un poco en Santiago el Estero, algo en Tucumán, con lo que ya
establecimos una estructura débilmente nacional y comenzamos a trabajar en una
idea que teníamos, frente a la diáspora que se había producido luego de la
dictadura, tanto entre dirigentes, agrupaciones, compañeros de militancia, pero
en el intento de buscar la unidad. Dentro de esta unidad planteamos una unidad
de carácter revolucionaria, una unidad que tuviese un perfil latinoamericano,
guevarista y, de esta manera nos juntamos con compañeros de Córdoba, de
Rosario, de Buenos Aires, del Chaco y empezamos a trabajar en conjunto con
otros también. Es así que primero armamos un núcleo, digamos, frentista, que se
llamó el COPOFRE (Coordinadora por el Frente Revolucionario) y en el que se
incorporaron muchas organizaciones, muchos grupos... muchos compañeros.
Constituimos una mesa con representantes de cada
regional y se nos sumaron distintas agrupaciones. Respecto a la unidad tomamos
en cuenta una serie de principios comunes, conceptos unificadores, como el de
la autonomía nacional y regional de los movimientos presentes. Uno de los
principios organizativos rectores era el respeto de la autonomía e independencia
de cada grupo, es decir no sólo la no injerencia y la ausencia de pretensiones hegemónicas, sino el respeto
mutuo. La idea era superar los viejos vicios de la izquierda. Pero, con el
correr del tiempo al sumarse pequeños grupos que sí tenían una actitud
hegemonista se manifestaron muchas diferencias internas tanto en el planteo de
la organización como en el planteo ideológico lo que terminó por entorpecer la
marcha de la organización y demorar su desarrollo. Sin embargo no lograron
destruir el espíritu de unidad de la misma. Tanto es así que, a pesar del tiempo
transcurrido y las tormentosas discusiones y debates, cimentaron un núcleo muy
sólido que cuando en un momento dado la unidad se rompe, pudimos continuar con
algunas organizaciones y conformar la COAR (Coordinadora de Organizaciones y
Agrupaciones Revolucionarias).
Los distintos desarrollos regionales nos
llevaron a una construcción que denominamos MULCS (Movimiento por la Unidad
Latinoamericana y el Cambio Social).
L.C: Antes que te vayas más
lejos, Armando, dos preguntas, una en relación a lo que dijiste y una más atrás,
vamos a empezar de la más atrás, vos dijiste recién que el MOCEP ya era una
agrupación independiente o autónoma del peronismo, vos hoy hablaste más o menos
del proceso, te voy a preguntar lo mismo, hay un punto de inflexión, ¿hay un
momento en el que vos dijiste, yo dejo de ser peronista o fue algo muy, muy
paulatino?
A.J: No, nosotros al tema del abandono del
peronismo como estructura organizativa o dependencia de la estructura oficial
del peronismo ya lo habíamos tomado, digamos en los años setenta, setenta y
pico, aunque conservamos el nombre porque esa era la denominación que nos
habíamos dado, pero ya nosotros marcábamos que íbamos a tener independencia
sobre la estructura mayor del partido peronista y que nosotros nos íbamos a
manejar independientemente pero que, en algún momento teníamos que arreglar el
tema del nombre, la estructura etc. De alguna manera no se pudo llevar a cabo
por la dictadura militar, por los muertos y desaparecidos que tuvimos, por todo
lo que le ocurría a las otras organizaciones y luego por el exilio, entonces
cuando regresamos del exilio ya la idea nuestra era no pensar más en depender
ni participar de las corrientes del peronismo.
L.C: Pero, digamos más
ajustadamente, personalmente, individualmente, vos en tu cabeza, en algún
momento ¿hubo un punto de inflexión en donde dijiste yo no soy peronista y soy
marxista, cómo fue eso?
A.J: Ah, no, este tema ya por los años ’70 es
decir nosotros ya planteábamos el hecho de que el peronismo no respondía
L.C: Vos Armando Jaime,
deja el plural, habla de Armando Jaime.
A.J: Ah, bueno, yo pienso que en los años ’70
decidí romper definitivamente con todo lazo que me uniera con las ideas
tradicionales del peronismo. No quiere decir esto que no se reconozca o no se
tenga una interpretación histórica del peronismo como tal, de las cosas que
hizo el peronismo, de lo que significó la resistencia. A esto uno lo reivindica
como una cosa justa, pero, a partir de ese momento pensaba ya de manera
independiente y con un criterio de carácter marxista, es decir que era una
evolución del pensamiento y del accionar donde quedaba algo atrás y se empezaba
algo nuevo; a pesar de todas las discusiones y debates que teníamos con otros
compañeros, en las cuales yo discutía el tema de que el peronismo no daba para
más y, mucho más aún después de que el proceso militar liquidara gran parte,
una buena parte de la militancia progresista, la que era revolucionaria en el
peronismo y, dejó el campo orégano para que la burocracia sindical y todos los
sectores liberales, reaccionarios, corporativistas - que tenía el peronismo en
su interior - se apoderasen de toda la estructura del peronismo, sectores que
siempre de alguna manera estuvieron acechando su dirección o eran parte de la
misma. Esto se pronunció más aún con la actitud del general Perón a su regreso
con López Rega, con Isabel. Es decir, ya no había más perspectiva, no había más
alternativa de pensar que a través o estando en el peronismo o discutiendo esto
podía tener algún viso de transformación, ya el peronismo se había convertido,
lisa y llanamente, en un partido conservador, salvo algunas excepciones, como
puede haber sido Kirchner que es un neo desarrollista. Pero de ahí en adelante
el peronismo no tiene posibilidades de avanzar más allá, tanto así que en esa época
cuando volví, escribí un folletito y lo titulé “El ocaso del Justicialismo”
diciendo, bueno en el justicialismo ya no tienen más perspectivas ni la clase
obrera ni las masas populares pueden pensar en que este movimiento va a
realizar reivindicaciones o cosas que favorezcan a los trabajadores, es ya la
reacción, es un partido más del sistema, nosotros fuimos claros, está el
folleto por ahí, y bueno, sobre esa idea conformamos un nuevo movimiento, es
decir, un nuevo grupo político que no es un nucleamiento fuerte ni tiene una
gran cantidad de masa pero es una expresión política independiente y con un
criterio revolucionario al cien por cien.
L.C: ¿El MOCEP?
A.J: El MOCEP, elegimos ese nombre por asamblea.
Yo hubiera sido partidario de un nombre corto, práctico pero los compañeros
decían, no, hay que darle un nombre que abarque las clases sociales, lo que
vamos a defender, entonces le pusimos Movimiento Obrero Campesino Estudiantil
Popular, como las clases sociales o los núcleos sociales sobre los cuales teníamos
que enfocar nuestra tarea política, es decir como una perspectiva de carácter
estratégica y, a partir de ahí, como organización política, empezamos a
trabajar en la alianza de fuerzas revolucionaria, porque partíamos de la idea
de que nosotros solos no teníamos capacidad para hacer, digamos, una
organización nacional importante que tuviera la potencialidad necesaria, sino
que esto lo podíamos hacer en la medida en que nos vayamos juntando con otras
fuerzas que estaban en la misma situación que nosotros, digamos con debilidad,
con pocos compañeros y que la unión, la fuerza, nos iba a dar y nos tiene que
dar la potencialidad suficiente como para convertirnos, por un lado en una
fuerza direccional político-social y a la vez, con potencia, con capacidad para
realizar tarea de masas, en los distintos frentes de las masas populares, sean
los obreros, los campesinos, los estudiantes, las clases populares en general.
Y de aquí que empezamos esa tarea con otros compañeros que tenían estas mismas
ideas.
L.C: ¿Así llegaste a la
COPOFRE?
A.J: Sí, así es cuando hicimos reuniones en
Córdoba y nos reunimos con los compañeros que en aquel entonces era la base
revolucionaria de Córdoba, con los compañeros de Santa Fe que eran de la
Corriente Socialista, con Lisandro Viale, que solía concurrir a las reuniones,
con compañeros de Buenos Aires. Íbamos discutiendo y viendo cómo se podía hacer
para unir a las fuerzas obreras y populares potencialmente revolucionarias que
tuviesen ideas revolucionarias, donde indudablemente
se incluía no solamente el tema de la lucha como tal, las reivindicaciones
sino, fundamentalmente la lucha política. Y bueno, ahí teníamos discusiones y
debates sobre el tema electoral, sobre el tema de la estrategia y otros
aspectos. En las conclusiones, en general, que íbamos sacando, planteábamos que
las organizaciones que nos juntáramos ahí teníamos que reconocer la autonomía
de cada una de ellas, teníamos que respetar los acuerdos, tenía que haber un
respeto mutuo y, a la vez, debíamos tener un planteamiento revolucionario en general
y dentro de esto poníamos algunas pautas como ser la solidaridad con Cuba, con
Venezuela, - que ya estaba despuntando en ese momento luego del Caracazo – y,
con las organizaciones revolucionarias que actuaban en el continente como el caso de las FARC de Colombia. A la vez nos
planteamos, si nos reunimos y tenemos éxito y suerte en este tema, debemos
tratar de crear una organización superadora del fraccionamiento que tiene la
izquierda revolucionaria para tener una potencialidad que nos permita llevar a
cabo una tarea de agitación, propaganda, de prensa y organización del
proletariado y de las masas populares. Esta era más o menos la síntesis del
pensamiento que teníamos y mantenemos actualmente, en tanto y en cuanto, unidad
de fuerzas.
L.C: ¿Y por qué se rompe la COPOFRE?
A.J: Se rompe porque había ideas
contradictorias, ideas en el sentido de que mientras nosotros en el terreno
internacional planteábamos la solidaridad con Cuba, con Venezuela, había
nucleamientos que eran sumamente críticos con esas experiencias revolucionarias
en el continente y luego, algunos nucleamientos que tenían una tendencia de
carácter vanguardista, es decir que se arrimaban a esta actividad con el
pensamiento de que podían dirigir y conducir, mientras que nosotros rechazábamos
el vanguardismo como forma de lucha interna, sino que pensábamos que si
teníamos una aspiración de ser vanguardia de la luchas obreras y populares, esa
vanguardia tenía que surgir de la unidad de todas las fuerzas políticas, no de
la pretensión de uno u otro grupo independiente, y hasta ahora seguimos
trabajando en el mismo sentido, es decir, nosotros no tenemos interés, como
núcleo, de ser vanguardia, tenemos interés de que en conjunto, podamos generar
una vanguardia o un polo de atracción, de dirección, de orientación hacia las
masas populares, pero en conjunto, digamos, en colectivo, como núcleo de
organizaciones. Y luego, como proceso previo a esto, que cada una de las
organizaciones pueda seguir desarrollándose con toda autonomía, conservando sus
formas de organización, sus formas de pensamiento y, a través del debate, que
nos llevará un tiempo más o menos largo, ir acomodando acuerdos mucho más
profundos, de manera tal que en algún momento nos podamos constituir en un solo
movimiento, en una sola organización o un solo núcleo de movimientos con una
estrategia común, tácticas más o menos acordadas en común y así mismo los
objetivos. Y la solidaridad que corresponde, exista en todos estos núcleos,
digamos, esta es más o menos la idea que tenemos planteada y la seguimos
sosteniendo en la actualidad.
L.C: ¿Y después de la
COPOFRE como continúan?
A.J: Después de la COPOFRE quedó, dentro de esa
tarea, un nucleamiento que se llamaba la COAR, Coordinadora de Organizaciones y
Agrupaciones Revolucionarias, y bueno esto es lo que finalmente nos quedamos y
ahora ya hemos ampliado.
L.C: Pará, pará... ¿Qué era
la COAR, quiénes eran?
A.J: Bueno, en la COAR estábamos el MOCEP, en
aquel entonces, Avanzar Revolucionario, de Córdoba, la Corriente Socialista, de
Rosario y alguien más de Buenos Aires, que se incorpora al tiempo, pero ya
cuando la COAR deja, digamos de tener un
nombre, se agrega Militancia Comunista. Ah, en la COAR estaba también un grupo
Julio Cortázar, sí había varios grupos...
Se sumó también uno del interior profundo de
Córdoba. Sí, se nuclearon muchas organizaciones; venían, por ahí dejaban de
venir... el asunto es que seguimos trabajando y en los últimos tiempos, sí
hemos logrado un encuentro.
L.C: No te saltes, no te
saltes...sigamos con la COAR, cómo fue el proceso? ¿En todo caso cuáles te
parecen que fueron las dificultades para que se desarrolle y por qué se rompe?.
A.J: Las dificultades en general son las cosas
muy particulares que tiene cada organización en el sentido de que tienen puntos
de vista distintos, es decir, condiciones, también exigencias, bueno, nosotros
siempre estamos dispuestos a hacer concesiones, a tolerar, el tema era marchar
juntos y bueno, uno pide al resto de las organizaciones que también tengan una
actitud de este tipo y hay grupos que son mucho más duros, digamos, en sus
concepciones, en su forma de pensar, en su tipo de organizaciones y bueno, esto
es plenamente justo porque no podemos negar que cada núcleo despunte su
experiencia de lo que se discute, de lo que se hace y demás, y en medio de
estas circunstancias, empezaron a surgir, es decir, especialmente después de
rebelión popular del 2001, todas las organizaciones de desocupados. Esto
condujo a una nueva situación que se vivía en las masas y bueno ahí cambiamos.
L.C: ¿En qué año fue la
experiencia de la COPOFRE, la COAR, la COPOFRE debe haber sido por el ’84,
’85?.
A.J: La COPOFRE duró unos tres años, y bueno,
después de eso surgieron todos estos problemas, rompimientos y se reinició la
tarea en Córdoba con la COAR. Y, la COAR, bueno, era un nombre transitorio,
también, no tuvo una vida larga, las mismas organizaciones que impulsábamos tuvimos
problemas.
L.C: ¿Eso cuándo fue?...
[interviene una compañera]
La COPOFRE empieza a surgir, con las primeras conversaciones a fines de los ’80
y duró hasta el ’94, ’95, cuando rompen estos de Tucumán, los del Tercer Mundo,
¿te acuerdas? y ahí formamos nosotros la COAR y que dura hasta el año 2000 (fin
intervención, continua preguntando el compañero anterior) Una disquisición, que
quería decir COPOFRE y que COAR?
A.J: COPOFRE era la Coordinadora por el Frente
Revolucionario y la COAR, Coordinadora de Organizaciones y Agrupaciones
Revolucionarias.
L.C: ¿Bueno, yo te
preguntaba digamos cuál es la orden de Perón respecto al MRP, qué pasó digamos?
se disolvió por muerte natural, tomaron la decisión?
A.J:
Sí, en realidad la desautorización de Perón no es la que decide la división del
MRP, no, porque sigue existiendo, lo que ocurre es que se producen diferencias
internas dentro del MRP, que no tenía una declaración de principio y un
programa que era un desarrollo más profundizado de lo que era el programa de Huerta
Grande y planteaba la lucha armada y planteaba digamos el socialismo como tal y
entre las fuerzas internas en ese tiempo comenzó a organizarse la Juventud
Universitaria Peronista, entonces estos grupos de la Juventud Universitaria
Peronista venían defendiendo la tercera posición, internamente, y luego había
gente que defendía en lo interno un peronismo de tipo ortodoxo, coincidente con
esto así y entre ésta gente que difundía eso estaban los compañeros que lo
apoyaban a Héctor Villalón, es decir entre estos que defendían la tercera
posición, un peronismo de corte ortodoxo y luego ante los que teníamos
posiciones más radicalizadas, es decir pro-socialistas, solidarios con la
revolución cubana, y todo esto (...) es decir, quebramos, porque ya era una contradicción
que no se podía tolerar mucho. Y de ahí que Gustavo Rearte se va para un lado,
el periódico Compañeros por otro, y nosotros formamos el Frente Revolucionario
Peronista en el norte del país con la idea de armar nucleamientos armados, es
decir, con cual había una diferencia con Rearte porque él consideraba que no
había que formar todavía nucleamientos armados, esa era la diferencia y durante
la época del MRP y en otro tiempo atrás, es decir, todo el peronismo combativo,
de resistencia y sectores de la juventud se difundió la necesidad de lucha
armada, es decir que había un buen caldo de cultivo en tanto y cuanto existía
la idea de que había que estar con la lucha armada y hasta ese momento, por
ejemplo, Montoneros todavía no existía.
L.C: Esto en qué época será
más o menos?
A.J: Esto es entre el ’63, ’64, ‘65
L.C: Más o menos
contemporáneo con lo de Taco Ralo.
A.J: Sí; aunque Taco Ralo fue después.
L.C: O sea, esto que vos
decís de ‘caldo de cultivo’, ¿de qué se debatía?
A.J: Estaba ya incorporado todo el peronismo, el
peronismo que venía de la Resistencia, de sectores nuevos de la juventud,
sectores de base, digamos, de peronismo, porque se había profundizado bastante
en este tema, de manera tal que era fácil poner en pie esto. El error del
peronismo revolucionario en ese momento fue de que no había forma de que se
unifique, había muchas diferencias por ahí formales, por ahí esto de la lucha
armada entre foquismo y no foquismo y otras cosas que uno no se explica por
qué; pero no podía plasmarse la unidad, es decir, a lo máximo que llegó fue lo
del MRP y después, cuando el MRP se quiebra, quedan los nucleamientos. Y dentro
de lo que era el MRP, los que se quedaron fueron una sigla, en este caso,
Héctor Villalón y la gente que estaba con él, después se disolvieron solos,
desaparecieron. Y nosotros como FRP, bueno, seguimos y en ese ínterin, después
aparecieron los Montos que absorbieron bastante gente de la juventud, no.
L.C: En esa época, ¿se
detectaron o intuyeron el trabajo de los servicios de inteligencia al interior
de esas organizaciones?
A.J: Bueno, sí, siempre se tenía desconfianza de
eso, no. Ahora, de hecho en Buenos Aires, es más difícil descubrirlo que en el
interior, porque en el interior es menor la población y la cantidad de
militantes y nos conocemos más, entonces es más difícil la infiltración que en
los núcleos con mucha gente. Sí, pueden aparecer infiltrados y nadie los
descubre. Nosotros, descubrimos dos o tres veces delatores.
L.C: ¿Ustedes allá en Salta
no tenían vinculación tanto con el movimiento universitario?
A.J: No, en Salta, no, en cambio en Tucumán, sí,
porque en Tucumán había muchos compañeros. En Salta, en ese tiempo, no había
universidad, la universidad viene después.
L.C: ¿Pero había alguna
facultad?
A.J: Creo que sí, dependían de la Universidad de
Tucumán. Estaba la de Ciencias Naturales, esa sí, pero no había mucho
movimiento estudiantil, pero en Tucumán sí había muchos compañeros que
pertenecían al FRP y que estaban dentro del comedor, que era el centro de
actividad política, de esos compañeros, algunos están militando con nosotros
ahora y otros, bueno, dejaron la militancia o están militando, digamos, en el
Kirchnerismo.
L.C: ¿Y en esa época cuáles
eran los sindicatos, tanto en Salta como en Tucumán, más combativos?
A.J: Bueno, en Tucumán, la FOTIA, había otros sindicatos
pero la FOTIA era el centro de todo. Y en Salta, por ahí tuvimos a los
campesinos que, es decir, los peones rurales, tuvieron actividades buenas, como
marchas y otras; luego estaban los de la construcción que también tuvieron
muertos y bueno, los otros sindicatos como telefónicos, como que también
participaban mucho en los paros, no. Y eran sindicatos más organizados.
L.C: Y con la FOTIA, ¿vos
tenías relación?
A.J: Bueno, sí, una relación más bien colateral.
L.C: Y del conflicto,
cuando matan a Hilda Molina, el 12 de enero de 1967, ¿Qué nos podés contar?
A.J: En ese tiempo ya no estamos nosotros en
Tucumán, era el tiempo del FRP, el de Hugo Andino. Hugo Andino estaba como
referente del Frente Revolucionario Peronista en Tucumán. Ese episodio no lo
conozco.
L.C: Porque hubo tomas y
enfrentamientos armados. Y cómo lo viven en Salta y en toda esa zona cuando se
empiezan a producir, digamos, desde la
base, los Rosariazo, el Cordobazo, pos 69, qué impacto tienen, incluso, en los
debates de ustedes?
A.J: Bueno, en Salta, en ese momento,
particularmente yo y otros compañeros estábamos ya en la clandestinidad en esa
época y, en Salta se produce el Salteñazo[2]
con algunos episodios previos. Previo al Salteñazo, es decir, antes, le
pusieron una bomba al club ‘20 de febrero’. Y luego, el día de la marcha, un
contingente dirigido por mujeres se desprende y toman el 20 de febrero, entran,
hacen algunos desquicios y se van. Fue un hecho bastante significativo,
digamos, de cómo la masa veía al enemigo...
L.C: ¿No había sido
expropiado?
A.J: Sí, pero ellos hicieron una nueva sede,
después de la expropiación ellos construyen una sede nueva que es en el barrio
donde están las clases altas, que es el barrio cerca del monumento a Güemes, no
recuerdo como se llama el barrio ese.
L.C: ¿Los Tres Cerritos?
A.J: No, no, es el que está ahí pegado al
monumento y ahí ellos construyeron su sede, una sede nueva. Y ese local fue al
que le pusieron una bomba y después de eso esta marcha va y toma el local en
medio de una fiesta que tenían ellos.
L.C: ¿Y eso del Salteñazo
fue también en el año ’69?
A.J: Sí, claro, fue pocos días antes del
Cordobazo. Es decir, el Cordobazo influyó en todo el país.
L.C: Ustedes, ahí, lo
vivieron, y ¿empezaron los debates?
A.J: Y eso también da lugar a que se apresure la
formación de organizaciones armadas, ya en esa época empiezan a aparecer los
Montos.
L.C: Sí, al año siguiente,
en el año 1970.
L.C: Disculpame que vuelva,
¿qué pasó con aquello que fue expropiado, qué se hizo ahí?
A.J: Ah, la casa de gobierno...
L.C: ¡Qué casita que
tenés...!
A.J: Ahí se hizo la casa de gobierno, porque la
casa de gobierno estaba en un edificio bastante malo que ya no me acuerdo bien,
pero cuando estaba Xamena ya lo sacan al club y se instala la casa de gobierno
ahí, en vez del club y, el club se construye en otro lado.
L.C: ¿Y el proceso de la
CGT de Salta, con las posiciones más combativas, más clasistas, cómo fue ese
proceso?
A.J: Bueno, eso se da después de Cámpora. Es
decir, ahí, en Salta, nosotros trabajamos mucho dentro de la CGT, tanto es así
que cuando había movimiento huelguista y demás, prácticamente estábamos
nosotros, unos cuantos militantes, manejando o haciendo cosas. Muchos
dirigentes, cuando había huelga, se iban a pescar, no se ponían al frente y los
actos de fuerza, organización de piquetes, eso lo hacíamos nosotros como
activistas de la CGT, por ese motivo mucha gente nos conocía. En distintos
sindicatos fuimos armando agrupaciones; cuando viene Cámpora y en el gobierno
está Miguel Ragone, un grupo de derecha asalta la CGT, saca a los dirigentes
que estaban antes a todo esto - la gente que sacan era la de Olivio Ríos que en ese momento era vice gobernador. La
gente de Olivio Ríos no protesta mucho y deja que esta gente llame a un
plenario general, a una asamblea para elegir autoridades. Entonces van los
compañeros nuestros, le ganan la asamblea y eligen autoridades, entonces, bueno
en ese momento se arma una convulsión en la juventud peronista e inmediatamente
me llaman a la CGT para que vayamos, es decir, la juventud peronista cambia la
dirección. Hasta ese momento estaba manejada por los Montos y pasa a ser
manejada por Mattioli; es decir ‘Mattioli’ va, se hace la asamblea y lo
desplazan estos compañeros en los que estaban algunos Montos; se hacen cargo y
toma la gente ligada al FRP. En el caso de la CGT, también pasa lo mismo. Esas
dos cosas pasan la misma noche... así que la gente de la juventud vino en
manifestación a la CGT – también vinieron gente de los barrios - y, a los
dirigentes viejos que se resistieron, los echaron de la CGT y se constituyó la
CGT Clasista.
L.C: ¿Quiénes eran los
delegados que van a la asamblea?
A.J: Bueno, ahí estuvieron el sindicato del
Tabaco, dos sindicatos agrarios uno que era la Federación Argentina de
Trabajadores Rurales y Estibadores (FATRE) que dirigía Felipe Burgos, un compañero de
la Democracia Cristiana, el otro sindicato se llamaba Sindicato Único DE
Obreros Rurales (SUDOR), que lo dirigía un compañero ligado al FRP, Luis Obrero
Iñiguez, y luego estaba una agrupación de prensa, bueno, el sindicato del
Tabaco que ya lo nombramos, el sindicato del Vestido, fueron varios sindicatos.
L.C: O sea que las
agrupaciones esas que ustedes habían formado dentro de los sindicatos dieron
sus frutos.
A.J: Así fue, sí. La agrupación es el mejor
sistema de ganar el sindicato y bueno, ahí empezamos a dirigir a la CGT pero
con las vacilaciones del gobierno de Salta, de Miguel que no quería que haya
muchos problemas y Rucci que, de Buenos Aires, nos mandaba la Federal, la
policía provincial y resistimos bastante tiempo hasta que al final en un golpe
de mano, lo tomó la Policía Federal al edificio.
L.C: O sea que eso fue,
digamos, acompañando toda la derechización que se vino después de la renuncia
de Campora, del golpe palaciego, Lastiri y todo eso.
A.J: Si, y después, ocurre lo siguiente, cuando
lo matan a Rucci, esta burocracia de derecha sindical hace una misa por Rucci
en la Catedral, termina la misa, entonces se vienen y toman la casa de
gobierno. Estaba Miguel Ragone de gobernador y la exigencia que tenían era que
saquen a los zurdos del gobierno y todo eso, el tema de ellos y el ejército,
según me contó Fortuny que era el jefe de policía, compañero ligado a nosotros,
dice que del comando lo hablan “‘que no se mueva”, que no saque ni un policía a
la calle. Es decir, el gobierno estaba desprotegido, no tenía a la policía.
Entonces nosotros llamamos a la gente, pusimos mucha gente en la plaza, en la
puerta de la casa de Gobierno y luego de eso, otro compañero ligado a nosotros
que era Eduardo Porcel que era el director de la cárcel, separa unos cuantos
guardia cárcel, elige algunos presos y arma entonces una brigada entre guardia
cárcel y presos comunes; entrega las armas a los presos y con esos presos y con
esos guardias va y retoma la casa de Gobierno militarmente y los saca a los
tipos de adentro. Es decir que, el intento de sacarlo a Ragone, proveniente de
la presidencia de la Nación para que se
intervenga la gobernación - una cosa así era lo que buscaban ellos - se lo
desbarata en menos de medio día.
L.C: Es más o menos como lo
que sucedió en Córdoba con Obregón Cano.
A.J: Claro, una cosa así. Pero esas ofensivas
estaban dirigidas desde el gobierno nacional.
L.C: Sí, sí, en el orden
nacional también había habido una derechización, el golpe palaciego digamos,
cuando renuncia Campora, para frenar un
poco el avance de las masas y también de los grupos armados de izquierda y
demás y para que Perón acceda a la presidencia que es una cuestión, con el
discurso de unidad nacional, lo de que no hay nada mejor que un argentino para
otro argentino, dejando aquello de ‘nada mejor que un peronista para otro
peronista’, hay toda una derechización, incluso cuando los Montos llegan a
Ezeiza y esperan el discurso de Perón, ahí es la gran desilusión del discurso
de Perón, cuando los reta, los reta a todos los diputados, incluso el discurso de Campora es mucho más
combativo que el de Perón y ahí empieza toda esa ofensiva que se da en Salta
como vos contás, con este hecho.
A.J: Y especialmente con los gobiernos
progresistas, porque Miguel Ragone, dentro de todo fue un gobierno vacilante
pero progresista, había hecho algunas cosas.
L.C: Eso fue en el ’73.
Perón gana en septiembre, con la fórmula Perón-Perón, con el 66% contra
Balbín-De la Rúa y después, ahí con Perón con la cuestión de la unidad
nacional. Pero también hay toda una derechización que se va dando porque Perón
mismo se va derechizando producto de lo que sucedía, porque tenía todo otro
proyecto, él tenía el proyecto de la unidad nacional y demás... Ahora ustedes
ahí, eso en la casa de gobierno y los políticos, ¿y ustedes?.
A.J: Bueno ahí, nosotros juntamos la gente en
las puertas de Casa de Gobierno y una vez que se la retoma, hay dos oradores
que hablan, uno fui yo y otro Juan Carlos Salomón, ahí en la puerta y salió
Miguel Ragone a saludar y a dar las gracias, pero no habló, solo dijo
‘gracias’.
L.C: Pero, ¿cuándo toman la
casa de gobierno intentan tomar la CGT también?
A.J: Sí. Acto seguido, es decir, sale una marcha
de compañeros y entre las consignas que tenían, yo no las recuerdo completas,
pero lo que decían era ‘Rucci dale saludos a Vandor’, de ahí van y se retoma la
CGT. Pero esa toma ya es una toma corta porque esa misma noche se negocia con
el gobierno; va un escribano, va Fortuny que era el interventor de la policía.
Se negocia la normalización de la CGT, entre otros y que se llame a nueva
asamblea; asamblea a la que no se llamó nunca, sino que quedó ahí, diluida
hasta que estos se reacomodaron; el mismo gobernador no tenía mucho interés de
que eso cambiara.
L.C: Armando, entonces,
Salomón ya estaba en el sindicato de los judiciales, o sea en la CGT también
estaban los judiciales.
A.J: Claro, estaban los judiciales también,
porque Juan Carlos era dirigente, era importante ese sindicato de judiciales y
de los empleados públicos.
L.C: Ahí, lo que habría que
hacer después para complementar todo el relato, para después enriquecerlo,
porque la memoria no da para todo, algún compañero o compañera de Salta que
haga un trabajo en hemeroteca, por ejemplo de este hecho, de la casa de
gobierno y la marcha, etc. ¿Hay hemeroteca en Salta, no?
A.J: Sí, sí hay. Yo tengo algunas cosas que
saqué y que siempre vamos a buscar ahí. Sí, ahora te digo una cosa, hay muchas
cosas que han desaparecido de la hemeroteca, hay periódicos de tal y tal fecha
que vos no lo encontrás, especialmente de fecha en que salieron cosas sobre
estos temas. El gobierno, el gobierno lo ha sacado a eso.
Bueno, retomo a una época anterior: cuando
estábamos nosotros se intervino a la CGT, fue el interventor pero no lo dejamos
entrar, entonces, después va con la policía Federal y nada, es decir que ellos
no pueden retomar la CGT, no pueden hacer nada, el interventor andaba ahí en
Salta pero no pisaba la CGT.
L.C: ¿Y hay algunos presos
ahí, hay compañeros que van presos en esa época?
A.J: No, en esa época no hay presos por esos
movimientos.
L.C:¿Ahí eras vos el
secretario de la CGT?
A.J: No, secretario de la CGT era un compañero
del sindicato del Tabaco, de apellido Aramayo que actualmente está en el
Ecuador, yo era el asesor político de la CGT y Salomón era el asesor sindical,
lo que pasa es que, claro, él era quien más salía a hacer declaraciones, de
hecho, dirigíamos nosotros y bueno, eso ya era más grave todavía para el
gobierno y para el gobierno nacional, no? Porque tenía impronta de derecha el
gobierno nacional.
L.C: Y ahí cómo se siente,
antes del ’76, la represión hacia el movimiento obrero, no solo hacia los
grupos armados sino, digamos, contra el movimiento obrero combativo, que ya
había empezado a actuar la triple A o los grupos parapoliciales.
A.J: Por ejemplo, cuando la policía Federal
ocupa la CGT, es decir, en ese momento yo estaba en Buenos Aires, en la CGT de
los Argentinos para una conferencia de prensa sobre ese tema y Salomón había
quedado en Salta. Entonces es cuando toma la Federal la CGT, pero ahí juntan la
gente, van y toman la sede del partido Justicialista, donde se instala la CGT
Clasista, porque en la otra no entrábamos con la Federal adentro. Esto es lo
que ocurrió en ese momento, pero cuando estábamos en el Partido Justicialista,
da la casualidad que llevan los restos de la compañera de Santucho. Entonces
hablamos con la familia para que el velorio se haga en la sede del Partido
Justicialista que estaba tomado por la CGT Clasista, ahí se hace el velatorio y
se lleva el féretro a pulso hasta el cementerio. Y como mencioné al comienzo,
cuando estábamos pasando por la casa de Gobierno, viene el jefe de policía,
Rubén Fortuny, toma una de las asas del cajón y marcha al frente llevando el
cajón; el jefe de policía, que era un compañero ligado al FRP.
L.C: O sea que eso es el
año ’72, antes del ’73.
A.J: Sí. Y bueno de esta manera se la lleva al
cementerio, se hace toda la ceremonia del caso.
L.C: ¿A ese compañero no lo
sancionan?
A.J: Cuando viene ya la campaña más fuerte de
Perón para que se saque a la gente de izquierda, según me cuenta uno que era
senador en ese tiempo, dice que Perón lo llama a Miguel Ragone y le dice
‘bueno, cómo va? Mire que hay que sacar a esta gente de izquierda, que acá’,
.-‘No, pero allá General, toda va bien...’.
.-‘¿Y esto?’; y le saca la foto donde esta
Fortuny llevando el cajón. ‘¿Y éste es su jefe de policía?’ dice - ‘Está
llevando a una terrorista...’. Entonces tuvo que volver Ragone a Salta y le
habló a Fortuny:
.- ‘Che, renuncia porque el General me ha dicho
que te haga echar a la mierda...’.
Y Fortuny, bueno, renuncia. Y después de eso, a
Fortuny lo matan en la plaza Nueve de Julio, lo mata la policía.
L.C: Claro, era cantado,
después de eso...
A.J: Y eso es ahí nomás... por el ’73 más o
menos...
L.C: Y lo de Trelew fue...
A.J: Claro, pero le entregan el cadáver mucho
tiempo después, ya hacía mucho tiempo.
L.C: Ah, porque acá, en
Rosario, fue a los tres o cuatro días, se lo entregan rápido, vinieron.
A.J: Porque Trelew fue mucho antes de la
elecciones... en plena represión...
L.C: Trelew fue el 22 de
agosto del ’72. Es ahí cuando se da, en ese período, entre Trelew hasta el 11
de marzo, hay toda una derechización, hay un intento de golpe de Estado, está
lo de Trelew, todo los sectores que no querían el GAN, que no estaban con el
GAN, que estaban boicoteando la salida electoral, las elecciones del ’73, no, y
con la fuerza que tenía la juventud peronista y la fórmula Campora-Solano Lima.
Glosario de abreviaturas
ARP |
ACCIÓN REVOLUCIONARIA PERONISTA |
CGT |
CONFEDERACIÓN GENERAL DEL TRABAJO |
CPL |
COMANDOS POPULARES DE LIBERACIÓN |
EGP |
EJÉRCITO GUERRILLERO DEL PUEBLO |
ELN |
EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL |
FR 17 |
FRENTE REVOLUCIONARIO 17 DE OCTUBRE |
FRIP |
FRENTE REVOLUCIONARIO INDOAMERICANO POPULAR |
FRP |
FRENTE REVOLUCIONARIO PERONISTA |
JP |
JUVENTUD PERONISTA |
MR 17 |
MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO 17 DE OCTUBRE |
MRP |
MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO PERONISTA |
OCPO |
ORGANIZACIÓN COMUNISTA PODER OBRERO |
PRT |
PARTIDO REVOLUCIONARIO DE LOS TRABAJADORES |
JRP |
JUVENTUD REVOLUCIONARIA PERONISTA |
FATRE |
FEDERACIÓN ARGENTINA DE TRABAJADORES RURALES Y
ESTIBADORES |
UCR-JR
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UNIÓN CÍVICA RADICAL-JUNTA RENOVADORA |
GOU |
GRUPO DE OFICIALES UNIDOS |
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[1] Si hacemos un paralelo con la actualidad, sería algo
similar a la Ley Antiterrorista.
[2] Levantamiento popular contra la dictadura de Onganía
realizado entre el 21 y el 25 de mayo de 1969 en la ciudad de Salta.
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